Charla pronunciada el 25.7.18 en el Colegio San Pablo, La
Cumbre, Córdoba.
En primer lugar
quiero aclarar que en el tiempo de que disponemos solo alcanzaremos a dar un
pantallazo de la historia de la historieta argentina. Enumerar la enorme
cantidad de dibujantes, guionistas, revistas, diarios y editoriales es tarea de
un libro. Lamentablemente quedarán grandes dibujantes y eximios guionistas sin
nombrar.
Aquí
destacaremos algunos de sus aspectos y mencionaremos a varios de sus creadores,
y podrán encontrar los que faltan en la breve bibliografía que acompañará esta
charla que yo oportunamente transcribiré
y será subida a la web por el dibujante y guionista Alejandro Aguado, titular de Editorial
La Duendes (laduendes.blogpot.com.ar).
Puede afirmarse
tímidamente que la primera historieta argentina fue Las aventuras de Viruta y Chicharrón, que salió a partir de 1912 en
la mítica revista Caras y Caretas.
Siguiendo los pasos del primer título de la historia universal de este género –Yellow Kid (1893), de Richard Felton
Outcault – fue de humor y no de aventuras. Otra curiosidad residía en que era de origen norteamericano y
cuando se dejó de recibir en nuestro país, se le cambió el nombre y la comenzaron
a dibujar una serie de artistas locales. El primero fue Manuel Redondo que, si
bien residía en la Argentina, era español.
Una de las
primeras revistas argentinas de historietas que se caracterizó por sus
expresiones costumbristas fue Páginas de
Columba (1922), creada por Ramón Columba, caricaturista y taquígrafo del
Congreso Nacional. No debe olvidarse que en la década anterior había salido una
publicación dedicada al público infantil, Billiken,
editada por Constancio Cecilio Vigil,
que asimismo divulgó historietas de aventuras, entre ellas la legendaria Superman con el título en español de Superhombre (comenzó a aparecer en 1939).
El 20/9/1928 se
lanzó El Tony, una publicación
exitosa editada también por Ramón Columba, en la cual se destacó el dibujante
Raúl Roux.
Un creador que
hay que señalar en la década del treinta
es Lino Palacio, responsable entre otros logros de Don Fulgencio, Ramona y Avivato.
En noviembre de 1936 debuta la revista Patoruzú, con el personaje homónimo creado por Dante Quinterno y
cuya repercusión constituyó un fenómeno nacional.
En realidad, su génesis comenzó en 1927 con el nombre de Un porteño optimista, le siguió Aventuras
de Don Gil Contento, luego Don Julián de Montepío, hasta que
alrededor de 1935 adquiere el nombre del personaje de mayor repercusión de la
tira: Patoruzú, acompañado por Isidoro, el Coronel Cañones, el capataz Ñancul,
Upa, la Chacha Mama, su hermana Patora y el caballo Pampero. Como producto fue
una maravilla, aunque se lo criticó por su ideología discriminatoria y
antidemocrática. En la revista comenzó a publicarse Hernán el Corsario, de José Luis Salinas, uno de los artistas más
relevantes de este llamado noveno arte. Graficó varias de las páginas más bellas
de la historieta nacional en un estilo realista que bien puede encuadrarse
dentro de la estética de la ilustración. Otros de sus trabajos consagratorios
fueron Cisco Kid, Dick el artillero y adaptaciones de
famosas obras literarias de autores de la talla de Rudyard Kipling, Emilio
Salgari, Henry Rider Haggard, Alejandro Dumas, James Fenimore Cooper y la Baronesa
Emma Orczy. Un notable hallazgo lo constituyó El libro de Oro de Patoruzú,
de frecuencia anual. Tampoco puede dejar de mencionarse El libro de la Historieta,
de Editorial Tor, de gran aceptación
por parte de chicos y jóvenes.
Somos argentinos
y no podemos dejar de mencionar la historieta gauchesca. Uno de sus mayores
representantes fue el nombrado Raúl Roux con El Tigre de los Llanos,
la vida de Facundo Quiroga, que apareció en El
Tony. Después vino Cirilo, el audaz
(1939), de Enrique Rapela, creador de los famosos personajes El Huinca y Fabián Leyes, que tuvieron sus propias revistas en la década del
sesenta. Una cumbre notable fue El cabo Sabino
(1954), con guión de José Álvarez Cao y arte de Carlos Casalla.
Guillermo Divito,
un colaborador de Dante Quinterno en Patoruzú,
fundó en 1944 su propia revista: Rico
Tipo, un suceso de ventas. Historietas como Fúlmine, Pochita Morfoni,
Fallutelli, Bómbolo, El otro yo del Dr.
Merengue y las chicas desbordantes de sensualidad que intervenían en las
tiras, se ganaron el fervor de los lectores.
Divito tuvo como
integrante de su equipo al ilustre Oski (Oscar Conti), que, con un estilo
personal y a través de una figuración feísta, elaboró páginas primorosas. Entre
sus creaciones figuran La Primera
Fundación de Buenos Aires y Vera
historia de las Indias.
En esa década,
más precisamente en 1945, también nació Intervalo,
de Editorial Columba, conocida por sus
adaptaciones de novelas y su utilización de viñetas que tenían la peculiaridad
de recurrir a los textos y no usar los globos de diálogo, recurso que se consideró
poco historietístico.
Una suerte de efemérides fue la aparición el
11 de octubre de 1945 de la revista Patoruzito, de la Editorial Dante
Quinterno. Lleva el nombre del personaje de la historieta que refiere la
infancia de Patoruzú, guionada por Mirco Repetto y dibujada por Tulio Lovato. En sus
páginas pasaron grandes producciones, como el Gnomo Pimentón, creada por Paula Quinterno y con arte de Oscar
Blotta, Langostino, de Eduardo Ferro, Vito
Nervio, iniciada por Emilio Cortinas y Mirco Repetto y continuada por Alberto Breccia y Leonardo Wadel , A la conquista de Jastinapur, de Emilio
Cortinas y Leonardo Wadel, Mangucho y
Meneca, de Roberto Battaglia, y las norteamericanas Flash Gordon y Rip Kirby,
dibujadas por el gran Alex Raymond.
A propósito de
Alberto Breccia y de Leonardo Wadel debe destacarse que el primero, oriundo de
Uruguay, está considerado por varios entendidos como el más grande dibujante de
la historia y a él se deben productos como Mort
Cinder (con guión de Oesterheld), la versión de Los mitos de Cthulu sobre la obra de H.P. Lovecraft y la
galardonada Perramus, guionada por
Juan Sasturain. Asimismo es sobresaliente Un
tal Daneri, con textos de Carlos
Trillo. En cuanto a Leonardo Wadel fue, de acuerdo al artista uruguayo, el fundador
de la profesión de guionista en la Argentina.
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Armas de Fuego, con dibujos de Breccia y El Eternauta, versión Oesterheld - A. Breccia. |
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Páginas de Oesterheld - A. Breccia: Sherlock Time y Mort Cinder. |
El 3 de
setiembre de 1948 ocurrió un suceso auspicioso: se presentó la revista Misterix, de la Editorial Abril, que contrató a importantes autores italianos con
buenos sueldos para que vinieran a trabajar a la Argentina. Y aceptaron personalidades
como Hugo Pratt, Mario Faustinelli, Ivo Pavoni, Guillermo Letteri y Alberto
Ongaro. El único que prefirió seguir radicado en Europa y continuar enviando
desde allí sus trabajos fue Paul Campani.
Se puede decir
que en esa década comenzó la época de oro del género en nuestro país. Y aclaro
que mundialmente se habla con elogios y reverencia de “La Escuela de la
Historieta Argentina”.
Así, Hugo Pratt,
que por su formación puede considerarse argentino, está reverenciado por muchos
entusiastas como el mejor historietista de todos los tiempos. Fue el creador de
la célebre Corto Maltés (apareció en
Italia en 1967) y su estilo, inspirado en el maestro norteamericano Milton
Caniff, cobró vuelo propio. Alejado de cualquier sumisión a la ilustración o al
cine, se erigía en una estética autónoma, incanjeable, que se nutría de
esplendentes aguadas, manchas aplicadas con pincel, onomatopeyas, líneas
cinéticas y una sabía distribución de blancos y negros.
Un evento importante
se dio en 1957: Landrú (Juan Carlos Colombres) lanzó la revista Tía Vicenta, con un humor y un grafismo completamente
novedosos.
Y en ese mismo
año aparecieron dos revista fundamentales: Hora
Cero y Frontera, con sus
desprendimientos semanales y extras.
Editadas por Héctor Germán Oesterheld y su hermano Jorge, llevaron a la
historieta nacional al cénit de su perfección. Con textos de Oestehreld –que para Alberto Breccia
revolucionó la historieta a nivel mundial–, pasaron cumbres como El Eternauta, Ernie Pike, Sherlock Time,
Sargento Kirk, Ticonderoga y la lista continúa. Colaboraron con él dibujantes de
la talla de Hugo Pratt, Francisco Solano López, Arturo del Castillo, Carlos
Roume, Horacio Lalia y se pueden añadir muchos más.
Oesterheld
cambió el sentido de la historieta. No le interesó el héroe imbatible que
siempre triunfaba sobre el mal y evitó los personajes estereotipados. Por
ejemplo, en Ernie Pike, un
corresponsal que relata episodios de la Segunda Guerra Mundial, impresiona por
su dramatismo y verosimilitud. Sus protagonistas pueden ser tanto soldados
aliados como alemanes, dado que sus destinos se frustran al ser víctimas de la
guerra. De El Eternauta, que apareció el 4/9/57 y dio lugar a que en esa fecha
se festeje el “Día de la Historieta”, puede decirse que inició la ciencia
ficción argentina. Su novedad consistía en que la clásica invasión
extraterrestre se desarrollaba en las calles de Buenos Aires, y una de sus
principales secuencias de acción ocurría en la zona de la cancha de River. Los
protagonistas son individuos sencillos que al comenzar la historieta están
jugando al truco en Vicente López (Juan Salvo, Favalli, Lucas, Polski, a los
que se agrega luego Franco) y tan mártires como sus agresores alienígenas –los
“cascarudos”, los “manos”, los “gurbos”–
porque a medida que transcurre la trama se revela que éstos son meras
herramientas de los “ellos”, los verdaderos monstruos con vocación imperialista.
Oesterherld deja entrever que la mayoría de los hombres está en contra de la
guerra, la que es promovida por los centros de poder, que medran con el
sufrimiento humano. En el final, Juan Salvo (el eternauta) es proyectado a otro
tiempo junto a su esposa Elena y su hija Martita, pero por un error las pierde
y está condenado a buscarlas para siempre (él
define su “triste y desolada condición de peregrino de los siglos”).
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El Eternauta I, Oesterheld - Solano López. |
Para esta
renovación del género Oesterheld contó con un lápiz magistral, vinculado a
importantes hitos de la historieta argentina y mundial: Francisco Solano López.
Sus conceptos imponían un nuevo derrotero al dibujo volviéndolo más
independiente, con un sentido narrativo fluido. Su trazo vigoroso, su calidez
en el diseño de los personajes, su destreza en las manchas negras, así como una
ágil planificación, estaban revolucionando el noveno arte.
En 1969 Alberto
Breccia y Oesterheld emprenden una remake de El Eternauta. Hay un giro ideológico en el guión de Oesterheld: las
grandes potencias negocian con el invasor la entrega de Latinoamérica a cambio
de no ser agredidas. Y Breccia promueve un dibujo de vanguardia, demostrando
que la historieta es capaz de experimentar con su lenguaje visual. La dirección
de la revista Gente, que la
publicaba, no comprendió su sentido innovador y obligó a acortarla, dañando su
unidad y su ritmo narrativo.
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Publicidad de Editorial Record, con las tres primeras partes de El Eternauta. |
En 1976 la dupla
Oesterheld-Solano López inicia la segunda parte de El Eternauta, en la que se acentuó su costado ideológico con
alusiones a la sangrienta represión que vivía el país, y donde Juan Salvo se
asumía como una especie de líder iluminado al frente de grupos que se parecían
bastante a las guerrillas.
En 1968
Oesterheld guiona la Vida de El Che,
con dibujos de Alberto y Enrique Breccia.
Finalmente se
incorpora al cuerpo propagandístico de la Organización Montoneros. Desapareció
el 27 de abril de 1977. Figura en la página 339 del libro Nunca Más. Sus cuatro hijas también desaparecieron.
En 1964 salió Mafalda, de Quino (Joaquín Lavado), un
fenómeno masivo de humor gráfico que llega hasta nuestros días y que,
curiosamente, su creador dejó de dibujar el 25 de junio de 1973. Posiblemente
la intención de Quino fue que se hiciera conocer su otra obra, que ofrece, en páginas
enteras, además de un humor valioso, un
grafismo de orfebrería. Y Hermenegildo Sábat (Montevideo, Uruguay, 1933, naturalizado
argentino en 1980) comenzó en 1966 su brillante carrera como caricaturista en
el país.
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Fontanarrosa, junto a sus personajes Inodoro Pereyra y Boggie. El Mago Fafa de Bróccoli, Clemente de Caloi y Teodoro & Cía de Viuti. |
En 1962 cierra
definitivamente la Editorial Frontera
después de una caída de sus ventas y de padecer serios problemas económicos y así
fue finalizando la época de oro de la historieta argentina, más allá de que
siguieran surgiendo editoriales, revistas y obras que dejaron su marca. En 1973
nació Bartolo, de Caloi (Carlos
Loiseau), en la última página de Clarín,
que en 1976 se convierte en el popular Clemente.
Y se irradia el humor cordobés a través de la emblemática revista Hortensia, dirigida por Alberto Cognini,
que salió en 1972, y en la que aparecen Boogie,
el aceitoso y, en 1974, Inodoro
Pereyra, el renegáu, ambas de Roberto Fontanarrosa. Otro importante
colaborador de la publicación fue Crist (Cristóbal Reynoso). En el mismo año
que surgió Hortensia, o sea en 1972,
se organizó la primera bienal “El humor y la historieta que leyó el argentino”.
La segunda bienal se desarrolló en 1979.
Un enorme puntal
lo constituyó Manuel García Ferré –español
radicado en la Argentina desde los 17 años– con su revista Anteojito, que salió el 8 de octubre de 1964. En ella tuvo una repercusión
sensacional Sónoman (1966), de Oswal
(Osvaldo Viola). También deben mencionarse las publicaciones que lanzaron
Héctor Torino (Don Nicola) y Adolfo
Mazzone (Capicúa y Afanancio) con numerosos personajes
humorísticos.
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REvistas infantiles |
Sin embargo,
entre 1970 y 1975 resultó ser la mejor época para la Editorial Columba. Publicaba las revistas D´Artagnan, Fantasía, Intervalo, Nippur de Lagash, Dennis
Martin, Álamo Jim y Cabo Savino. Sus ventas eran
astronómicas, hoy fuera de las posibilidades de nuestra imaginación: se habla
de más de dos millones de ejemplares mensuales. Sectores intelectuales las
criticaron ácidamente, sobre todo a Robin Wood, su guionista estrella, que nació
en Asunción, Paraguay, en 1944, y llegó a crear más de setenta personajes. Se le achacó que carecía de auténtico
talento, que huía de cualquier tipo de experimentación y que desarrollaba una escritura
atrasada. A pesar de estos reparos colaboraron en Columba talentosos dibujantes como Carlos Vogt, Domingo Mandrafina,
Ernesto García Seijas, Lucho Olivera, Ricardo Villagrán, Gómez Sierra (Jorge
Villagrán), Walter Taborda, Ángel (Lito) Fernández y Sergio Ibañez, entre
otros. La editorial cerró definitivamente en el año 2000, pero hoy su
producción tiende a revalorizarse y
varias de sus historietas continúan publicándose. Por ejemplo, Dago, que surgió el 2 de agosto de 1984,
con guión de Robin Wood y dibujos de Alberto Salinas, sigue saliendo en Italia con
textos del mismo guionista y arte de Carlos Gómez (a veces es reemplazado por
Joan Mundet).
Otra editorial influyente
fue Ediciones Record, de Alfredo Scutti, con la popular revista Skorpio, que aportó historietas con
mayores aspiraciones. Su director de arte era Juan Zanotto y su principal guionista
Ray Collins (Eugenio Zappietro), que creó el famoso personaje Zero Galván, héroe
de Precinto 56 (1963). Una historieta
que dio prestigio a Skorpio fue nada
menos que Corto Maltés, de Hugo
Pratt. La fortaleza móvil, con guión de Ricardo Barreiro y arte de Enrique
(Quique) Alcatena alcanzó una categoría de excepción. La revista dejó de salir en enero de 1996. También
colaboraron –entre numerosos consagrados– el dibujante Ernesto García Seijas y
el guionista Ernesto Mazzitelli.
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Revistas de editorial Record |
A partir de 1972
el diario Clarín inauguró una página
de historietas –la última–, principalmente dedicada a las tiras de humor. Allí se destacaron El Loco Chávez, de Carlos Trillo (guión) y Horacio Altuna (dibujos)
y el popular Clemente, de Caloi. Se
pueden citar también Teodoro & Cía,
de Viuti (Roberto López), Diógenes y el
linyera, con guión de Jorge Guinzburg
y Carlos Abrevaya y dibujos de Tabaré
(Tábare Gómez Laborde).
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El Loco Chávez, de Carlos Trillo - Horacio Altuna |
Un hecho
enriquecedor fueron las publicaciones de Ediciones
de La Urraca (1974-2001), de Andrés Cascioli. Este estupendo dibujante tuvo
la rara virtud de respetar los derechos de autor, es decir pagaba los
originales, pero luego se los devolvía a los historietistas para que ellos
siguieran comercializándolos. Uno de sus títulos más difundidos fue Humor Registrado, que apareció el 1 de
julio de 1978 y terminó denominándose simplemente Humor. Se erigió en símbolo de la oposición a la dictadura militar.
Allí se destacaron Maitena, Tabaré, Raúl Fortín, Meiji (Jorge Meijide), Rep
(Miguel Repiso), Alfredo Grondona White, Eduardo Maicas y muchos más. La otra
revista que se metió en la historia por su renovación gráfica fue Fierro (llamada entre los fans la Vieja Fierro: la nueva etapa comienza en 2006
como suplemento del periódico Página/12),
que se lanzó en setiembre de 1984 y cerró en diciembre de 1992. Allí
colaboraron los mejores artistas y guionistas argentinos: Carlos Sampayo, José
Muñoz, Carlos Trillo, Alberto Breccia y sus hijos Patricia y Enrique, Juan Giménez,
Ricardo Barreiro, Domingo Mandrafina, Francisco Solano López, Carlos Albiac, Eduardo
Risso, Sanyú (Héctor Alberto Sanguiliano), Carlos Nine, Hugo Pratt. Tenía una
sección llamada “El subtemento Óxido”, donde jóvenes valores experimentaban con
el grafismo y la escritura. Allí
surgieron Pablo Fayó, El Marinero Turco (él afirma que es su identidad real),
Max Cachimba (Juan Pablo González), Tatí (Héctor Omar Martín), Juan Carlos Quattordio,
El Niño Rodriguez (también opina que es su identidad), Pablo Páez, El Tomi
(Tomás D´Expósito).
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Algunas revistas de editorial La Urraca |
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Páginas de historietas publicadas en Fierro (primera etapa) |
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Fierro (primera etapa) |
Una revista que
debe mencionarse es Puertitas
(1989-1994), dirigida por Carlos Trillo, el que guionó maravillas como Irish Coffee y Cybersix, con dibujos del eximio artista Carlos Meglia.
O sea que salvo
excepciones, aproximadamente desde 2011 cesaron de aparecer las revistas de
historietas. Y a partir de entonces el género dejó de ser un arte masivo para
convertirse en un arte de minorías.
Y surgieron los
fanzines, autogestionados por jóvenes fanáticos de la historieta que se convirtieron
en autores, editores y distribuidores de sus propias obras, impresas en simples
fotocopias que vendían entre sus amigos y conocidos. De allí que se organizaran
numerosos festivales para darles a estos jóvenes emprendedores la oportunidad
de vender sus productos.
Hubo un fanzine
de 1990 que tuvo tanto éxito que finalmente lo editó la Editorial La Urraca en 1992:
se trata de Cazador–una producción totalmente
desaforada– con guiones de Jorge Luis Pereyra Lucas y un conjunto de dibujantes
que se iban turnando: Ariel Olivetti, Lucas Accardo, Fernando Calvi, Mauro y
Renato Cascioli, Claudio Ramírez. Salió hasta 2001 y hubo una nueva edición en
2010.
Pero cuando los
fanzines intentan superar su rudimentaria condición y aspiran a una suerte de
libro de vanguardia ascienden a la categoría de prozines. Y se pueden enumerar a tres de suma importancia, con
múltiples innovaciones y una búsqueda vanguardista y experimental constante: Lápiz Japonés, El Tripero y ¡Suélteme!
De Lápiz Japonés aparecieron cuatro
números y fue fundado en 1993 por los dibujantes Diego Bianchi y Sergio Langer.
De ¡Suéltime! (1995 a 1999) se
editaron cinco números, y entre sus responsables estaban Esteban Podeti, Diego Parés,
Darío Adanti, Pablo Fayó, Pablo Sapia, El Marinero Turco y Dani The O (Daniel
José Díaz), Lucas Nine, Liniers (Ricardo Sin), entre otros. El tripero lo constituyeron alumnos de Alberto Breccia y fue el prozine de mayor duración (1994-2001).
La pregunta
obligada es ¿por qué desplomó la historieta y qué futuro le aguarda? ¿Cuál fue
la causa de su crisis?
Hay varios
intentos de explicación:
–Por culpa de la
mala gestión de las editoriales, y en cierto punto es real.
–Porque muchos
de los dibujantes trabajaron para el exterior y algunos se traladaron a esos
países. Sí, también es posible.
--El gran
dibujante Leopoldo Durañona en un reportaje dijo al respecto:"(...) todo
lo contrario a las historietas complicadas e intelectuales de hoy en día.
(...),esa historieta se ha marginado sola, enredando al lector...".
–Pero la
principal causa entiendo que fueron los cambios de hábitos de la población,
como la televisión, los video-juegos, la realidad virtual, la informática,
internet, los celulares.
No obstante, siempre hay que mantener la esperanza dado
que pueden existir otros caminos. Así, hoy las historietas se editan en libros
de tirada limitada pero se observan en muchos de ellos trabajos de jerarquía. También
se suben a la web. Y ese público minoritario ama la historieta y le es fiel. De
manera que seguirá subsistiendo en otros formatos y, tal vez, con más
intensidad en su búsqueda de nuevos rumbos estéticos.
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Algunas tapas de los 89 números de El Espejo. De los dibujantes del sur. Historietas y humor publicado a mitad de los años 90 desde Patagonia. |
Y ahora como
homenaje final a ese genio que fue Héctor Germán Oesterheld se leerá un cuento
de su autoría. Se debe aclarar que antes de dedicarse a la historieta escribía relatos
infantiles y libros de divulgación científica. Y luego se convirtió en un prodigioso
narrador de cuentos para adultos. Los más recordados son “Pequeño Maquiavelo
Reforzado”, “El árbol de la Buena Muerte”, “Sondas”, “Los cuentos del Tipi” y
“El diario de un soldado”. Ediciones de
la Flor editó en 1969 una antología titulada Los argentinos en la Luna. También escribió nueve novelas sobre su
personaje Bull Rockett, de 1952, y
otras nueve sobre El sargento Kirk,
de 1953. Las firmó con el seudónimo de G. Crossel.
Se leerá
entonces el cuento “Ciencia”, que figura en el citado libro Los argentinos en la Luna, de Ediciones de la Flor:
CIENCIA
En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un
cristal muy pequeño y muy extraño.
Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso
detrás de tu ojo, y más adentro luces que se encienden y se apagan, luces
enfermas que no consiguen arder, son tus pensamientos. Si oprimes entonces el
cristal en el sentido del eje medio, tus pensamientos adquirirán claridad y
justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave del Universo todo,
sabrás por fin contestar hasta el último porqué.
En algún lugar de Marte se halla ese cristal.
Para encontrarlo, hay que examinar grano por grano los
inacabables arenales.
Sabemos, también, que, cuando lo encontremos y tratemos de
recogerlo, el cristal se disgregará, solo nos quedará un poco de polvo entre
los dedos.
Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual.
Germán Cáceres
Bibliografía
-Albertoni, Carlos,
Santas Historietas/Enciclopedia de los cómics, Catálogos, Buenos Aires,
2004.
-Cáceres, Germán, “Buenos Aires no contesta”, en La aventura en América, La Palabra
Mágica, Buenos Aires, 1999.
-Cáceres, Germán, Oesterheld,
Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992.
-Comiqueando Online
(www.comiqueando.com ): “100 años de historieta argentina”, por el esquipo de
la revista.
-Gociol, Judith y Gutiérrez, José María, La historieta salvaje/ Primeras series argentinas (1907-1929), Ediciones
de la Flor, Buenos Aires, 2012.
-Gociol, Judith y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una
historia, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
-Gutiérrez, José María, La
historieta argentina. De la caricatura política a las primeras series, Ediciones Biblioteca Nacional y
Página 12, Buenos Aires, 1999.
-Imaginadores (La aventura de la historieta argentina).
Película documental de 2008 dirigida por Daniela Fiore.
-Lipszyc, Enrique, El
dibujo a través del temperamento de 150 famosos artistas, editado por la
Escuela Norteamericana de Arte, Buenos Aires, 1953.
--Sasturain, Juan, El
domicilio de la aventura, Colihue, Buenos Aires, 1995.
-Scolari, Carlos, Historietas
para sobrevivientes, Colihue, Buenos Aires, 1999.
-Steimberg, Oscar, Leyendo
historietas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1977.
-Trillo, Carlos y Saccomanno, Guillermo, Historia de la historieta argentina,
Ediciones Record, Buenos Aires, 1980.