jueves, 25 de noviembre de 2010

Entrevista: Jorge Morhain (segunda parte)

Jorge Morhain es uno de los grandes guionistas de la historieta argentina. Comenzó su carrera en 1960 y desde entonces publicó en los medios más importantes dedicados a la historieta. Aunque trabaja todo tipo de géneros, sus textos dieron contenido a exitosos y recordados personajes del gauchesco, como Martín Toro, Cabo Savino, Pehuén Curá, etc.

En esta entrevista, Morhain cuenta con lujo de detalles el modo de trabajo en las extintas editoriales Columba y Record, su modo de trabajo, su colaboración con los grandes nombres del dibujo nacional –los valorizados y los relegados de las valorizaciones- o expone su amplia visión sobre la historieta argentina, exponiendo y analizando sus fortalezas y falencias. El suyo es un testimonio que aporta otra mirada, la que hace pensar la historieta desde otra perspectiva.

A continuación la segunda parte.



Episodio de El Cabo Savino, con dibujos de Casalla.

¿Cómo vivió la desaparición de editorial Columba?

Muy mal. En toda mi vida, no había imaginado dejar de escribir historietas. Ya no trabajaba para Record, por propia voluntad. Me indignaba el manejo que hacían allí, pagándonos una miseria y ganando fortunas en Italia, publicando sin mencionar autoría. En un momento, en grupos o de a uno, Columba nos informó que " dejarían de comprar historietas por tres meses". En mi caso, no entendí inmediatamente. Había habido épocas de reducciones de compras, pero siempre permitían alguna que otra para seguir parando la olla. No, dijeron. “Ninguna” es ninguna. Esa parálisis fue permanente. Y, literalmente, esa interrupción significó el fin de la historieta nacional. Lo que se publica hoy en día, a fuerza de ser sinceros, es para una "selecta minoría". Casi un género de snobs. La gran mayoría de las personas, la "gente", el "pueblo", no leen historietas.



Episodio de Martín Toro, con dibujos de Furlino, publicado en El Tony.

También trabajó con grandes dibujantes, como Mandrafina, Lito Fernández, Mulko, etc. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?

Extraordinario. Con Lito nos conocemos de jóvenes, de las revistas de José Alegre. Había visto sus trabajos en Frontera, llenos de líneas quebradas de acción. Un día, apareció por la casa de Giormenti, que dirigía las revistas. Y desde entonces nos vimos de vez en cuando. Con él hice, para editorial Nómina, la serie "Mil noches de viento". Un trabajo maravilloso, lleno de tensión a través del blanco y el negro. A Mulko lo vi menos, también en esas editoras. Pero es un gran amigo (como todos mis dibujantes, claro). José Alegre había inventado un método rápido de hacer dinero: cada vez que una serie de televisión se hacía famosa, Alegre presentaba su adaptación a historietas. Sin pagar ninguna clase de derecho ni pedir permiso, obvio. Creo que fui su principal guionista en este "género". Con Mulko hicimos “El planeta de los Simios”. Con la sorpresa de que, en los primeros años de este siglo, un grupo de fans de Estados Unidos, Inglaterra y Australia nos contactaron, para completar su colección.. ¡del “Planeta de los Simios” de Alegre! Incluso pidieron que Mulko dibujase uno de los episodios no publicados, cosa que él hizo, con gigantesca calidad. Los fans no se pusieron de acuerdo, y esa historieta está inédita. Domingo, Mandra, apareció con una carpeta por la redacción de "Top Maxihistorietas", la revista que publicaba Cielosur, con la dirección de César Spadari. Nos caímos de culo, con perdón de la expresión. Aquel pibe era un dibujante profesional completo, extraordinario. Pero nunca había publicado, éstos eran sus primeros trabajos. César me pidió un personaje para él y así nació "Mi novia, mi cámara y yo …" una gran historieta. Creo que nunca más llegó dibujarme algo, pero, como en el caso de Horacio Altuna, tuve el privilegio de escribir sus primeras historietas.



Unitario con dibujos de Enio, publicado en Pif Paf 40 (Edit. Record), en 1979.

Hoy, el gauchesco y la aventura en general, se encuentra casi desaparecido de la historieta nacional. ¿Qué piensa al respecto?

Bueno, por cierto, y por aquella realidad de que todo pasaba por Buenos Aires (dije "pasaba"), la historieta gauchesca fue en general despreciada. A pesar de que nuestras primeras historietas fueron gauchescas. Una de las primeras fue El Huinca, de Enrique Rapela. Enrique Rapela, el padre de los gauchistas de la historieta. Que, además, tiene el mérito de haber contratado al mejor dibujante moderno de gauchos, para que continuase sus historias, y aprendiese de él los detalles que le faltaban conocer sobre el campo, añadiendo su extraordinaria capacidad de dibujo: Carlos Magallanes. A los porteños no les gustaba (no les gusta) la historieta gauchesca. No así en el "interior" del país, donde siempre tuvo gran popularidad y éxito. Puesto que Columba basaba buena parte de sus ventas en el interior y en Latinoamérica, se vio "obligado" a publicar gauchesca. A esto hay que sumar una inclinación por la misma de Don Ramón Columba y una parte de su familia, orgullosos descendientes de un caudillo, y rosistas declarados. Mis personajes tardíos, "El Arriero", "El Chasqui", "Cuentos de Troperos", y otras no publicadas, surgieron del pedido expreso de Don Ramón Columba para que escribiese historietas históricas que hablasen de nosotros, como una forma, dijo, de llegar a los públicos menos instruidos en nuestra historia. Pero, lamentablemente, fue una etapa muy breve. Después de eso vino la renovación total, el regreso a lo anterior, y la venta de todo.

Los porteños dicen que están cansados de historias de milicos, o de matreros. No creo, como piensan algunos, que debamos hacer el "cowboy argentino" con el gaucho. Pero si, sobre todo en estas épocas, reivindicarlo como el auténtico espíritu nacional.


Pehuén Curá, dibujado por Castro, publicado en D`Artagnan, 1986.

¿Qué cualidades destacaría de la historieta del gauchesco, ese género tan argentino?

Tal vez la gauchesca narre una épica no épica, una ristra de desencuentros, abusos, desgracias que han atravesado nuestra historia (la latinoamericana) para el hombre pata en el suelo. Nosotros, los argentinos, sabemos que las cosas le pasan a la gente común. Que los elegidos, los superhéroes, los supervillanos, son simplificaciones irreales y simbólicas. Que es una torpe metáfora la eterna lucha de un estereotipo contra otro estereotipo. Todos de cartón. Acaso desde Oesterheld, acaso desde antes, nosotros escribimos historias de gente común. Y si vamos a hablar de nuestra historia, la profunda, la fundacional, tenemos que hablar del más común de nuestros hombres comunes, el gaucho. Por eso, porque ese supuesto desinterés del público porteño participa del resquemor común hacia el cabecita negra, el temor al aluvión zoológico, del miedo visceral y artificial a la "inseguridad". Por eso, hoy más que nunca, debemos a reivindicar al gaucho, como nuestro héroe común, nuestro Eternauta de las praderas.

Además de Columba, usted trabajó para numerosos medios ¿podría hacer un resúmen de los medios para los que trabajó y qué tipos de guiones hacía?

Hice historietas para muchísimas editoriales, siempre en el país. Bueno, escribí una fotonovela romántica y adapté fotonovelas de Kiling para Colombia, y mi producción en Record se publicó en Italia, ilegalmente, pero no vale para este cuento. Hasta vendí un par de guiones a Fierro, que nunca se publicaron (la historia del Pibe Cabeza había sido dibujada) Si hablamos de los trabajos más perdurables en el tiempo tenemos que mencionar a Billiken, a la que entré en 1971 de la mano de Eugenio Zoppi, con el Clan de Mac Perro, y salí despedido por la crisis del 2001, en enero de 2002, teniendo por entonces como permanente mi personaje Lock Olmo. Fui del staff inicial de la revista Skorpio, de Turay, de la Paja de Perfil (con perdón), de Jardincito. Hice guiones para Satiricón, para que El Huinca y Fabián Leyes, para las revistas de Bruguera, para Meteoro y El Hombre Nuclear, de Abril. Hice El Chavo, El Chapulín Colorado, Gaby, Fofó y Miliki, etcétera. Fuera de la historieta, escribí una novela, infinidad de cuentos infantiles, cuentos adultos, fotonovelas (entre ellas, Kiling), ensayos (como "La Argentina Premonitoria en el Eternauta de Oesterheld"), palabras cruzadas, entretenimientos, juegos de mesa, epígrafes para figuritas, teatro (" El Viajero de la Eternidad", el Eternauta en teatro, fue estrenado en 2007, en el Teatro Argentino de La Plata), cine, televisión. En fin, todos los géneros. En historieta, escribí mucho gaucho, mucho policial, mucha guerra (sobre todo al principio), mucho terror y suspenso, bastante ciencia-ficción, algunas románticas, otras históricas, algunas testimoniales, y hasta " 500 Años de Guerra al Imperialismo".



Episodio de Ted Marlow, dibujado por Suarez, publicado en Fantasía 248, en 1974.

¿Se extraña la cantidad de editoriales de gran circulación que existieron hasta mitad de los 90?

Sí, lo he contestado en anteriores preguntas. Los guionistas tuvimos que buscar otros rebusques. Los dibujantes, nuestros GRANDES dibujantes trabajan para afuera, y “afuera” está en los sueños de todo el pibe al que le gusta dibujar. En mi caso particular, fui un desocupado total más, en 2002. En 2003 desenterré la profesión de bibliotecario, y trabajé hasta 2009 en una escuela secundaria (de avanzada, y pública) En 2010 soy funcionario municipal y dirijo un Centro Integrador Comunitario. Sigo haciendo historietas, sigo el Krantz con Lalia, publico en Comic.ar. Pero no he vuelto a ver un mango fruto de la historieta.


Su hermano Mario Morhain es dibujante y también publicaba en Columba ¿trabajaron juntos?

Con mi hermano Mario trabajamos muchas historias en las revistas de Alegre, donde tuvimos varios personajes, como " Monstruos Planetarios Inc.", "El Carau", y otras. Publicamos la historieta "2 de Abril" en el diario El Litoral de Santa Fe, y las series de " Milo Garay" y " Martín Galac" en el Diario Popular de Buenos Aires. En Columba, dependíamos de que la editorial le diese mis guiones. Coincidimos en "El Chasqui", luego de que Ascanio dejarse de hacerlo. En muchos otros casos, tanto en Columba como en Record, la coincidencia era casualidad.



Primera página de cuento publicado por Morhain en Skorpio Plus 2, 1984. La ilustración es de José Luis Salinas.

¿Cómo ve el panorama actual de historietas en argentina?

Mal. No ha surgido un empresario que comprenda que publicar historietas puede ser un gran negocio. Porque, si no es un gran negocio, no habrá un gran emprendimiento, con una buena selección de material, buenos precios, buenas impresiones, distribución correcta, y, sobre todo, publicidad, publicidad, publicidad. Las editoriales presentes son patriadas, más que otra cosa.

¿Cómo se hace un guión de historieta, qué hay que tener presente para hacerlo?

Antes que nada, una verdad de Perogrullo: hay que saber escribir. Escribir narrativa. Esto significa tener clara la sintaxis, la concordancia, la ortografía. Significa saber hilvanar historias. En segundo lugar, hay que tener algo para contar. En tercer lugar, hay que tener imaginación visual, desarrollándola viendo mucho cine. Luego, se debe conocer la profesión de dibujante, la forma de trabajar, el punto de vista que en general se adopta. Ayuda conocer al que va a ilustrar nuestra historia. Saber su estilo, sus genialidades y sus limitaciones. Planteada la historia en nuestra cabeza, hay que pasar al papel el desarrollo que la misma historia nos irá dictando. No importa que la historia final no tenga nada que ver con la imaginada. Las historias tienen vida propia. Planteado todo eso, o quizás antes, según, hay que documentarse. Documentarse exhaustivamente sobre el tema a estudiar. Las ventajas actuales no dejan de asombrarnos a quienes trabajamos antes de Internet, antes de las computadoras. Si un guionista no se documenta hoy en día sólo cabe calificarlo de vago.



Unitario con dibujos de Balbi, en Skorpio extra 3, 1978.

¿Autores que considera que habría que revalorizar o destacar?

La historieta Argentina, lamentablemente, ha tenido y sigue teniendo a un mal propagandista: Juan Sasturain. Es un notable estudioso, de prosa clara, popular, y, además un gran actor. Ha hecho mucho por el desarrollo de la lectura en la Argentina. Pero sigue arrastrando el problema inicial que planteó la primitiva Fierro. Aquella, de Cascioli, surgió para competir directamente contra Columba. Y lo hizo denostando a esa editorial, en la persona de sus creadores. Eso, que era una estrategia de publicidad, pasó a convertirse en una verdad revelada. Y hoy en día, cuando alguien (un periodista, generalmente) inexperto habla de historieta cita a la panoplia que constituye el parnaso de Sasturain. Son, desde luego excelentes profesionales, de los mejores que tenemos. Pero existe una gran cantidad de creadores de ayer y hoy a los que nadie menciona nunca; algunos han muerto sin ser destacados, otros deben dedicarse a otra cosa, porque nadie los reconoce. ¿Alguien ha leído un ensayo sobre la obra de Carlos Magallanes? ¿Alguien sabe que Leónidas Lamborghini escribió una historieta que dibujó Trigo? ¿Quién oyó hablar de Eugenio Mandrini, Ricardo Álamo, Juan A. Castro y Juan C. Castro, Horacio Merel, José Luis Arévalo, Pedro Mazzino, Faluggi, Canelo …? No alcanzaría el reportaje para mencionar a los grandes creadores jamás mencionados.



Fabián Leyes, con dibujos de Magallanes, autor destacado por Morhain. Es un personaje que también guionó Morhain.

¿Qué es la historieta?

La historieta tiene un grave defecto. El nombre. Dice la leyenda que el director del diario Noticias Gráficas trataba despectivamente a esas tiras cómicas que mandaba al fondo del diario, a las páginas “muertas”, llamándolas "historietas". De ahí su nombre en la Argentina. En el resto del mundo, es lo mismo. Cómics, tebeos, cuadrinhos, bande desinée, fumetti, pepines, manga. Todos nombres de ocasión para mencionar algo que nadie sabe cómo nombrar. ¿Qué es? La historieta es la exacta concatenación del texto y el dibujo. No sirve leer un guión, como quien le una obra de teatro. No sirve admirar los dibujos sueltos, porque es lo mismo que visitar una galería de arte. Guión y dibujo tienen que empalmar exactamente, narrativamente. Una historieta no es un guión ni un dibujo: es ambas cosas. Yo he propuesto un nombre técnico y una abreviatura, para este "cine portátil", como lo bautizara Lucho Olivera: literatura verboicónica. Literatura porque es un género narrativo. Verboicónica por la combinación exacta de verbo (palabra) e imagen. Como abreviatura, podríamos usar "livic, livics". Este género, a mi entender, no ha mostrado sino una ínfima parte de sus enormes posibilidades expresivas. Ha habido cumbres, tratamiento de temas sumamente originales. Arzak de Moebius, Ana de Solano López, lo de Minaverri, ejemplos al azar de la memoria. Ahora, una cosa es cierta: los argentinos tenemos los mejores historietistas, hacemos historietas extraordinarias. Sólo falta que nos crea alguien capaz de publicarlas.

Para leer la primera parte de la entrevista a Morhain.

Nota: La primera imagen, del Cabo Savino, pertenece al blog Aquellos comics.

3 comentarios:

oenlao dijo...

Muy interesante. Que gran verdad:
Lo que se publica hoy en día, a fuerza de ser sinceros, es para una "selecta minoría". Casi un género de snobs. La gran mayoría de las personas, la "gente", el "pueblo", no leen historietas.

Ese es el problema a atacar.

oenlao dijo...

adivinen con quien estuve charlando hoy de este reportaje?

Anónimo dijo...

Muy ilustrativo, leí varias de sus historietas o de otras, soñaba que peleaba como Capitán Camacho, a amigos más chicos les he hecho conocer a Nippur.
Un placer leer esto.