La siguiente entrevista fue publicada en La Duendes 6, otoño de 2009.
Por A. Aguado
Carlos Casalla
Carlos “Chingolo” Casalla, nacido en 1926 en Buenos Aires, aunque patagónico por adopción desde hace varias décadas, es un prócer vivo de la historieta argentina. Su primer trabajo profesional se remonta a 1950, cuando comenzó a publicar en el diario La Razón. Desde 1968 reside en Bariloche, a pocas cuadras del centro. Desde el living de su casa, una hermosa edificación tipo alpina, se observa el lago Nahuel Huapí y montañas, un lujo para la vista. Su mujer es escritora y autora de varios libros.Con sus muy bien disimulados 82 años de edad sigue dibujando a diario y tocando la batería, porque también es muy conocido por su faceta de músico. La suya es una familia de músicos eximios: hijo, sobrino y un hermano hoy fallecido. En 2007, en conjunto, editaron un CD al que titularon “Los Casalla presenta: La Chingolera”, el que fue catalogado con cuatro estrellas por la revista Rolling Stone.
Póster de El Cabo Savino
Ingresar a su estudio, una casita de madera situada a un lado de la vivienda, fue como adentrarse en una parte de la historia de la historieta de Argentina. Ni bien se abre la puerta, llama la atención un escritorio sobre el cual se apilaban decenas de tiras del mítico Cabo Savino, o las paredes tapizadas con cuadros con estampas gauchescas. Allí está el sexagenario personaje, dibujado con el personal estilo de Casalla: trazo suelto, que combina gruesas pinceladas de negros plenos y texturas logradas con decenas de rayitas a plumín. Un estilo que siguieron varios dibujantes de las revistas de Columba. Atrás quedó el formato página en el cual lo realizó hasta fines de los años 80, para la desaparecida editorial Columba. Hoy el personaje mutó al formato tira diaria. Se publica en el principal diario del norte de Patagonia. Dibuja un promedio de dos tiras por día, y lleva casi un año adelantado. Casalla es uno de los contados dibujantes que mantiene vivo el género “gauchesco”, si se quiere, el equivalente argentino del far west norteamericano.
Desde hace décadas, en Patagonia se lo conoce además por sus historietas con temáticas basadas en la historia de la región. Las publica en formato tira y en álbumes impresos a color. En ellos abordó, por ejemplo, la vida y obra de próceres de la historia argentina y en particular de la región patagónica, como Piedra Buena o El Perito Moreno. Como así también la epopeya del poblamiento en torno al lago Nahuel Huapi.
Desde sus comienzos como autor, hasta la actualidad, la trama de sus historietas gauchescas siguieron el periplo histórico de la guerra por el dominio de las llanuras pampeanas y Patagonia: la vida de frontera interna en los fortines, el choque armado entre criollos e indígenas y la posterior, mal llamada, Conquista del Desierto. Sus historias, de a poco, se fueron adentrando en Patagonia, independizándose del Cabo Savino, inmovilizado en el tiempo de los fortines, dando lugar a historias propiamente del pasado patagónico. Casalla, al contrario de la mayoría de sus colegas de renombre nacional, realizó el grueso de su obra residiendo lejos de Buenos Aires, en Bariloche. Resultó natural que el nutrido anecdotario de la historia de Patagonia se colara en su obra.
Patrulla americana, en Pif Paf 40, 1979.
El común denominador de las historias por las que es más conocido, se relacionan con los escenarios campestres y los caballos, los que dibuja con una maestría admirable. También dibujó series e historietas unitarias ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, westerns (Alamo Jim), historias de cosacos, etc.
La charla, porque no fue entrevista, se desarrolló tomando mate en el living, mirando sus originales en el estudio o atendiendo a una turista adolescente que se acercó a mostrar sus dibujos en busca de recomendaciones. La joven me hizo acordar cuando a principios de los 90 fui otro de los tantos que se acercó a Casalla para conocerlo y mostrarle sus dibujos.
Capitán Camacho, en Nippur Magnum 33, 1982.
Cabo Savino
Comenzó a dibujarlo en 1950, con guiones propios. Con los años los argumentos fueron realizados por un total de 15 guionistas. Es el único autor que lleva más de 50 años dibujando el mismo personaje.
“Les presenté el personaje (en Columba) y les dije que trabajaba con letras manuscritas y si hay dos páginas de excelencia, aguántese. Ellos ponían mucho texto y el dibujante dibujaba lo que decía el texto. No, yo hago tipo cine.
Empecé con tres páginas que no pasaba nada y en la cuarta aparecía el tipo. Me llamaron y me dijeron
- «¿qué hace?»
- No vieron una película en que el título aparece cuando ya está empezada? Tenemos que hacer como en el cine.
Pero no lo pude lograr, tuve que poner el título en la primera página. Para ellos aceptarlo era romper todo lo establecido.
No presentaba guión ni nada, entregaba el trabajo y lo cobraba. Hacía una historieta por semana, de 15 páginas cada una, que tenían cien, ciento veinte cuadritos.
Chaco, con guión de Robin Wood, en Súper anual D`Artagnan 35, 1991.
A fines de los 70, Richmnon, un jefe de personal de la provincia (Río Negro), muy amigo, se iba tomando examen al personal y me llevaba a mí. Ibamos por Viedma, Valcheta, etc. Cada vez que paraba aprovechaba a dibujar. Llevaba un tablero y me sentaba en el auto”.
Dibujó al personaje en Columba hasta mediados de 1986. Sobre el destino que tuvieron los miles de originales que dibujó para esa editorial, comenta:
“De esos originales y los de Alamo Jim (un western) no me quedó nada. Como ellos me pagaban la jubilación, los originales eran de ellos. Cuando cerró Columba, todos los muchachos fueron y sacaron todos los originales que pudieron. Yo no fui porque me costaba ir hasta allá, y buscar donde estaban los tipos. Alguno se los llevó.
Ahora hago dos tiras por día”.
Mirando los originales que reposan sobre el escritorio de su estudio, señala la última viñeta de la última tira que dibujó, y dice:
- “Yo llegué hasta aquí y no se lo que viene mañana. Pero a la mañana escribo el diálogo y a la tarde lo dibujo. Todos los días invento el diálogo y me entretengo como loco. No hice un guión previo que se como empieza y termina, pero tengo la idea”.
En la actualidad lleva dibujadas 1842 tiras de Cabo Savino (la cifra es para mitad de 2009).
Sargento York, en Skorpio Extra 3, 1978.
El estilo de dibujo
- Usted tiene un estilo muy personal
“Si, lo principal es tener un estilo”
- Lo han seguido mucho en su estilo.
- “Si, por desgracia, porque a ellos los obligaban a dibujar asi. Eso es jodido. Les decían: si quieren laburar haga esto, como Casalla. No se puede copiar como lo hace el otro, es una falsedad eso.
El estilo es algo natural. El único que cambió el estilo a muerte, fue Alberto Breccia.”
Larsen & Finch, con guión de Robin Wood, en Anuario Fantasía 34, 1991.
La historieta
“La historieta es una artesanía artística e industrial. Si la escribe Poe es una obra. Es una artesanía porque nunca volvés atrás, hacés el laburo y tiene que salir bien. No podés hacer la pata (de un caballo) de vuelta o una empuñadura. Uno hace todo lo posible para que haya novedad, pero nunca te metés en problemas serios de escorzo y eso, a no ser que tengas un equipo y quieras arriesgar. Pero el laburo común es tantas páginas por día, por mes, o lo que quieras.
Cuando comentaba que hacía historietas me preguntaban si estaba contento. Respondía: claro, si salen 150 mil ejemplares que salen los lunes, tengo dos historias en esa revista y a esa revista la leen dos o tres personas, por lo menos. Entonces el tipo decía «ay, la pucha». Aca fueron unos boludos, mirá cómo aprovecharon los yanquis a la historieta, tienen una tremenda industria.
Lo bueno del dibujo es que no hay mentira, hay un papel blanco y un lápiz. Lo que está ahí es lo que sale”.
Casalla en su casa, mostrando una impresión en lona de un malón.
Detalle del malón.
El género gauchesco
“Tengo la conciencia que soy el último que hace esto. ¿Te acordás que también estaba Magallanes? Que era bueno
- Si, que hacía el personaje Martín Toro.
- Se murió, pobre. Muy joven.
Si hay historietas tiene que haber alguna regional, con todas las cosas que pasaron. Tal como hizo Jack London. Hay cuentos a patadas…
Yo fui quien introdujo lo criollo en Columba.
Rapela era muy bueno. Pero lo de Rapela no era historieta, era lento. Lo de él era historia. Por ejemplo, por ahí llegaba un tipo (un personaje) a Trenque Lauquen en 1870 y el te nombraba al Juez de Paz que estaba en ese año. Era un historiador. Te dibujaba las casas como eran, averiguaba donde paraba el juez, donde paraba el médico.
Casalla con dibujos para un libro sobre el Martín Fierro.
Trabajar en Columba
Nosotros íbamos, entregábamos el trabajo y lo cobrábamos. Una vez por mes iba a cobrar, nos juntábamos con los otros dibujantes.
¿Había mucha camaradería entre los dibujantes?
En realidad son todos estrellas, viste como es. Es igual como con los músicos, hay que agarrarlos con cuidado.
Antes de Columba fui como a diez lados, Pif Paf, Puño Fuerte, etc. Misterix era la contra de Columba. Una vez fui pero no salió en Misterix, salió en Italia. Ellos vendían todo en Europa, los de Columba no. Nosotros (los de Columba) éramos un clan aparte. Cuando yo entré estaba D´Aderio, Rapela que hacía costumbrista, unos hermanos muy buenos dibujantes, Jorge Perez y Arturo del Castillo. Eramos muy amigos. El que era formidable no era Arturo, era el otro, una maravilla. Arturo era más elaborado. Otro muy bueno era Joao Motíni, un brasileño que trabajó en Paturuzito y en Columba y después se fue. Alejandro Cirio, una cosa espeluznante. Como él aparece uno en el siglo. La técnica que tenía era insustituible.
Nadie me manda, pero cuando laburás para una empresa tenés que saber hasta dónde podés, porque nadie te va a pagar si tu trabajo no está de acuerdo con la idea política, religiosa o social de la empresa. Es ser profesional.
Por ejemplo, si laburabas para Hora Cero era una cosa, si laburás para Columba era otra. Nosotros (en Columba) no podíamos poner rojo «el horizonte pintado de rojo aquel amanecer» No, rojo no, porque rojo era comunista. Tenías que poner colorado. Tampoco podíamos dibujar la bragueta del pantalón. Nosotros entregábamos el dibujo terminado y nunca nos dijeron nada porque sabíamos hasta dónde íbamos.
Ellos se preocupaban de que las revistas estén en los quioscos. El distribuidor de revistas me contaba que uno de Columba venía (a Bariloche) todos los años, para ver que las revistas estén en los quioscos en una misma línea, ni muy bajo ni muy alto. Como tenían un tiraje enorme, para eso pagarían. Los tipos podían darse esos gustos. Iban a las ciudades grandes y miraban en los quioscos. Cuidaban el laburo, vendían mucho
El cierre de Columba
La manejaron mal. Cuando cerró Fierro, ellos quisieron hacer que el público de Fierro viniera a ellos y comenzaron a cambiar. Y se les fue el público de ellos.
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Dibujando al estilo Casalla
Como bien comenta Casalla, en editorial Columba se estilaba que algunos autores, entre ellos los más nuevos, debían seguir el estilo de un autor de comprobado éxito. Casalla fue uno de los más seguidos. Tres ejemplos.
Pascual
Merel
Furlino
2 comentarios:
hola!
Chingolo tiene otro hermano vivo que es músico y es mi papá! Eduardo Casalla. Él participa en el disco La Chingolera, también. Mi viejo es papá de Javier, y es un gran baterista de jazz. Te lo digo porque solo decís que tiene un hermano músico muerto (mi tío Bicho, lo sé) pero me sacudió un poquito.
Muy lindo tu artículo!
un saludo
:-)
Daniela
perdón, soy yo de nuevo, no hace falta que publiques mi comentario. Es solo para vos.
:-)
Daniela Casalla
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