jueves, 26 de enero de 2012

Entrevista: Alberto Breccia (segunda parte)

UN TIPO EN CAMISETA
Por Germán Cáceres


Nació en Montevideo, Uruguay, en 1919, y se radicó en la Argentina desde muy pequeño. Comenzó su carrera historietística en Editorial Lainez. Entre 1947 y 1949, sucedió a Emilio Cortinas en Vito Nervio (guión de Leonardo Wadel), una extraordinario suceso.
En dupla con Héctor G. Oesterheld alcanzó memorable creaciones como Sherlock Time, Doctor Morgue, Mort Cinder, Richard Long, una versión de El Eternauta, varios episodios de Ernie Pike y, junto a su hijo Enrique, la Vida del Che.
Con textos de Carlos Trillo realizó Un tal Daneri, El viajero de gris y Buscavidas.
Es famosa su versión de Los mitos de Cthulu, de Howard P. Lovecraft, guionada por Norberto Buscaglia. Otras memorables adaptaciones de obras literarias son La pata de mono, de W. W. Jacobs, La gallina degollada, de Horacio Quiroga, y El corazón delator, de Edgar Allan. Poe. También llevó a los cuadritos a Giovanni Papini y a Jean Ray, y graficó una sátira de Drácula, de Bram Stoker.

Alberto Breccia

Con guión de Juan Sasturain dibujó Perramus. Su producción se publicó en Europa, donde ha deslumbrado. En 1990 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires le rindió homenaje organizando una muestra de su obra.
Actualmente está adaptando el Informe sobre ciegos, de Ernesto Sábato, y, a pedido de la Comisión del V Centenario, dibujando la Vida de Lope de Aguirre, con guión de Carlos Albiac.
Premios recibidos: Editorial Dante Quinterno, Comisión Nacional de Cultura, Cinzano, Yellow Kid en Lucca 9, Gran Premio del Cuarto Salón de la Historieta-Ilustración en Barcelona 1984, Sarrasqueta (ciudad de Córdoba), Plaqueta de la Asociación de Dibujantes de la Argentina, Premio Amnesty Intercional, Bruselas, 1988.
(Falleció el 10.11.1993).


Página de Mort Cinder, con guión de Oesterheld. Del libro Breccia Negro, edic. Record, 1978.

G.C.: Sherlock Time se destacó por el clima opresivo que obtenía de Buenos Aires y sus zonas suburbanas. Además, proponía una original mezcla de ciencia ficción y policial. ¿Qué recuerdos le trae esta historieta?

A.B.: Es nostalgia pura; allí ensayé con timidez algunos efectos gráficos. Digo con timidez porque trabajé siempre por encargo en revistas cuya política editorial era cerrada, dónde no había posibilidad alguna de experimentar. En cambio, la editorial de Héctor daba absoluta libertad de creación. Sherlock Time me trae recuerdos muy agradables. Con todo, considero que es una historieta mediocre.


Alberto Breccia dibujado por su hijo Enrique, en la serie El Sueñero.


Página de Sherlock Time, con guión de Oesterheld.

G.C.: Usted también es humilde.

A.B.: No, soy realista.

G.C.: Richard Long es otra cumbre. En sólo tres páginas narra una amarga historia de amor. Por otra parte, usted se lanzaba de lleno a la experimentación gráfica. ¿Hubo algún cambio de ideas con Oesterheld?

A.B.: Es una historieta muy curiosa. Cuando la revista Karina nos propone Richard Long para su suplemento, yo hacía cinco años que no dibujaba. Acepté el trabajo por una cuestión de dinero, pero lo iba postergando porque tenía miedo. Hasta que un sábado me acorralan: había que entregar la historieta el lunes. Y justo ese sábado me saco una muela. La extracción es dolorosa, se me hincha la cara y tengo fiebre. Entonces para ahorrar tiempo recurrí al collage y suprimí veinte cuadros al guión. Estas decisiones se debían a la necesidad de terminar rápido y no a una genialidad.


Página de Perramus, con guión de Sasturain.

G.C.: El dolor de muelas lo favoreció. Se dice que el azar juega un papel muy importante en la investigación científica. Parece que en el arte también.

A.B.: Ocurre que las cosas se mistifican y después se descubre que detrás del mito siempre hay una vulgaridad, un tipo en camiseta.

G.C.: ¿Qué nos puede decir de la Vida de El Che, una historieta poco conocida?

A.B.: Fue una propuesta de la Editorial Jorge Álvarez, que entonces arrasaba el mercado con libros de autores argentinos. El primer argumento no anduvo: siempre Héctor necesitaba dos intentos. Por una razón: era un hombre agobiado de trabajo que solía escribir en los cafés o en la Biblioteca Lincoln. Hay un encabezamiento con cuadros en blanco que todo el mundo calificó como genial y se trató de una pavada: en la infancia de El Che tenía que poner su partida de nacimiento, pero no pude porque no me llegó a tiempo y por eso quedaron los cuadros en blanco. La historieta tuvo sobresaltos: no dio dinero, la secuestraron y La Nación escribió un editorial bastante lapidario.


Página de Armas de fuego, en la revista Patoruzito 808.

G.C.: En la historieta intervino su hijo Enrique.

A.B.: Él hizo toda la parte de Bolivia: yo la dibujé desde el nacimiento de El Che hasta que empieza la etapa boliviana.

G.C.: ¿Qué piensa del resultado artístico de la historieta?

A.B.: El trabajo de Enrique es realmente brillante. El mío es testimonial, no podía ser de otra manera porque aparecían personajes como Goulart, Frondizi, Mao. Es una historieta bien hecha, la vio la viuda de El Che y le gustó muchísimo.


Adaptación de El ojo delator, de Poe, del libro Breccia Negro, edic. Record.


G.C.: La colaboración con Oesterheld, ¿marcó de alguna manera su producción posterior?

A.B.: Oesterheld representó en mi carrera una rampa de lanzamiento. Me proporcionó unos guiones tan motivadores que abrió muchas cosas que estaban latentes en mí pero que no habían tenido oportunidad de aflorar.

G.C.: ¿Qué opina de la obra de Oesterheld?

A.B.: En su conjunto es insuperable. Si empezamos a desmenuzarla habrá cosas más flojas otras más brillantes, pero eso es lógico en la obra de cualquier creador. Oesterhel fue un hombre que marcó la historieta, y ésta es antes y después de él porque la revolucionó a nivel mundial.


Página de Buscavidas, con guión de Trillo, en revista Súperhumor 11, 1981.


G.C.:¿Su concepción plástica de la historieta está influida por la pintura?

A.B.: Trato de expresarme con la mayor profundidad. Para eso recurro a procedimientos que no son habituales en la historieta. Uso infinitos recursos que ponen en peligro de publicación a mis historietas. Porque ese sentido plástico que usted cita hace que los editores no las compren. Ahora estoy adaptando el Informe sobre ciegos que es una historieta audaz, pero me va a costar venderla. No es tradicional porque no se puede ilustrar Sábato como se ilustra una historieta del Oeste. Ha que apelar a otros medios gráficos para expresar lo que Sábato puso en su libro.
Ése es el concepto que tengo de la historieta: representar al autor –sea guionista o literato- con la mayor potencia posible, y llegar hondamente a los lectores.


Página de la serie Vito Nervio, en revista Patoruzito 779, 1961.

G.C.: ¿Qué técnicas emplea?

A.B.: Utilizo la monocopia, todo tipo de pinturas, collages, lo que venga: los dedos, la palma de la mano, palitos, vidrio, cepillo de dientes. Lo que importa es el resultado final, no los medios con los cuales se logra.

G.C.: ¿Quiénes son los dibujantes de historietas que admira?

A.B.: En la Argentina admiro a mi hijo Enrique y a José Muñoz: me parecen dos talentos. Entre los extranjeros prefiero a Jacques Tardi y a Hugo Pratt no por lo que está haciendo sino por todo lo que hizo.


Página dibujada por Breccia, en revista Trix 4.

G.C.: Hablemos de las historietas que dibuja actualmente.

A.B.: En Vida de Lope de Aguirre se expone la trayectoria de este singular personaje y no hay innovaciones importantes. Es una historieta pintada en la que empleo el acrílico: no se presentaba para un gran vuelo dado su basamento biográfico.



Página de historieta publicada en revista Búmerang 14, España.

G.C.: Es el mismo personajes que llevó Herzog al cine en Aguirre, la ira de Dios.

A.B.: Exactamente. En cambio, el Informe sobre ciegos me exige a fondo. Aunque hay escenas que he suprimido, calculo que va a necesitar entre sesenta y setenta páginas. Elimino entre otras la parte de París, aquella en que quedan encerrados en el ascensor y uno devora a la mujer: me sacarían de mi línea narrativa que es negra y agobiante. Ya lo ha visto Ernesto Sábato y le ha gustado. Es un proyecto que tiene más de veinte años: lo había hablado con Sábato en los setenta, lo boceté en los ochenta y lo estoy dibujando en los noventa.

G.C.: El escritor Miguel Ángel Speroni decía que los grandes libros se piensan durante treinta años y después se escriben en tres meses.

A.B.: Voy a razón de quince páginas mensuales, pero llevo veinte años madurando esta adaptación.



Página de unitario, con guión de Mandrini, en Skorpio Plus 2, 1984.

G.C.: ¿Qué planes tiene para el futuro?

A.B.: El otro proyecto es adaptar tres cuentos de Borges: El Sur, El muerto y El hombre de la esquina rosada. A todos los une casi un mismo paisaje: guapos, orilleros y duelos.


De Oesterheld, de Germán Cáceres (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992, 68 páginas).

La primera parte de la entrevista

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