miércoles, 2 de febrero de 2011

Desprolijas opiniones desde el campo de juego (segunda parte)

Por Gerardo Álvaro Canelo
El siguiente texto, escrito por Canelo, fue publicado en 1986 en el catálogo de la "Sexta Bienal, 100 años de humor e historieta argentinos", editado por la Municipalidad de Córdoba, Argentina.
La siguiente es la segunda parte.


Alan Braddock, con guión de Ray Collins y dibujos de Canelo, en revista Fantasía, 1981.

Qué somos los que hacemos historieta
Nuestra función social

Cuando, al comienzo de este escrito, relato algunos puntos que van decidiendo mi profesión, creo que ese recorrido es común a casi todos los que hacemos la historieta.
No hay “varita mágica” ni condiciones innatas que determinen nuestra profesión. En general, nuestra personalidad de corte creativo y sedentario, encuentra en la historieta campo fértil para desarrollarse.
El ser humano, en general, transcurre su vida en busca constante de afecto y de una buena recepción a sus actos. Y cuando me refiero a que siendo aún niño, yo recibía la aprobación de los que me rodeaban cuando veían los dibujos por mí copiados, creo que ahí está la clave. Me parece que así, se van volcando las personas hacia las profesiones llamadas “vocacionales”.
Hoy, por supuesto sin copiar, hago lo mismo, pero ahora desde las páginas de revistas de historieta me dirijo no ya a gente cercana y conocida, sino al amplio espectro de lectores que tienen esas publicaciones.
Aquí quiero intentar una opinión personal con respecto a la función social de los que hacemos historieta.
Está claro para mí que la historieta estimula en el lector su capacidad de fantasía, por lo menos en primera instancia. Es claro también que los que la hacemos, salimos del “campo popular”, o sea, del que más adhiere a la historieta. Eso quiere decir que por nuestra habilidad circunstancial, recibimos de parte de ese grupo social el estímulo para cumplir con la tarea de ayudarlos a fantasear.



Carbajo Ganzúa & Cía, con guión de Julio Alvarez Cao y dibujos de Canelo, en D`Artagnan. Serie ambientada en la Buenos Aires de los años 30.

La sociedad hace lo mismo con sus músicos, deportistas, artistas de cine, escritores, etc..
Todos pueden realizar estas actividades, pero aquéllos que se destacan en ellas son rescatados, recibiendo el apoyo del resto.
¿Por qué en Argentina hay tantos hacedores de historieta?.
En nuestros países del sur sojuzgados por los del norte, muchos chicos se dedican al dibujo, aún sin tener condiciones para esa tarea.
Son muchos y tal vez sea porque encuentran allí terreno para, por medio de su fantasía, salir de la triste realidad que los (nos) rodea. Crean un mundo imaginario y seguramente bello.
Quizá nunca hayan leído un libro y vean poco o nada de televisión. Quizá tampoco historieta. Y aunque sin darse cuenta, es posible que la estén inventando.
Sus sueños los traducen a dibujos. Y sueñan mucho.
Argentina es un país cosmopolita, que tiene una burguesía elitista a ultranza y adueñada de la alta (¿?) cultura occidental. Europa es fuente de esa cultura y de los inmigrantes que poblaron nuestro territorio. La inmensa mayoría de ellos eran proletarios en sus patrias, donde no tenían comida, pero sí una aceptable aproximación a la antigua cultura europea, de la cual son indudablemente autores. Allí, la música, el dibujo, la pintura, la escultura, la literatura, están tradicionalmente al alcance de buena cantidad de personas.
Cuando se instalan en nuestro país, descubren que todo eso está aquí, en poder de unos pocos. Tratan de mantener sus tradiciones, pero al irse éstas mezclando entre sí y con otras corrientes inmigratorias y nativas, derivan en nuevos productos. Luego esos productos van formando la cultura popular. Nuestra joven cultura popular.
Como dijimos antes, la historieta es de amplia penetración y nace al mundo simultáneamente con esa joven cultura que la adopta y adapta inmediatamente. Es adoptada por todos pero adaptada, como corresponde, por unos cuantos. Esos adaptadores, son los padres de nuestra historieta argentina.


Port Douglas, con guión de Robin Wood y dibujos de Canelo, en revista Fantasía, 1991.

Resumen: toda personalidad apta para el dibujo, la pintura o la escultura, si desarrollara su vida en Europa, quizá se encaminaría hacia esas disciplinas; pero desarrollándose en Argentina, encuentran en la historieta el cauce de su personalidad, ya que la gran (¿?) cultura, sigue en manos de los “mismos pocos”.
Cosa que quizá no esté mal, ya que nos permitiría a nosotros manejar la evolución de esa parte de nuestra cultura popular.
Pero, ¿estamos los historietistas argentinos en condiciones de realizar esa tarea?.
Argentina es un país capitalista dependiente, que, para colmo de males, tiene una población, casi en su totalidad y por diferentes motivos, carente de conciencia de clase. Creemos ser, individual y grupalmente, lo que realmente no somos. Aún a pesar de los velos que descorre la actual crisis.
Médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, técnicos y profesionales en general están disputando tareas laborales propias de proletarios, o recibiendo salarios indignos, tanto para ellos como para cualquier trabajador. Sin embargo, no se quiere aceptar que no hay diferencia importante entre los que trabajamos para poder vivir. Creemos que por sobresalir culturalmente, ya pertenecemos a otros niveles.
Y los historietistas no estamos al margen de esa realidad.
“Allí, en Nueva Pompeya, cerca del Puente Alsina, barrio donde casi no había asfalto y en una casa de inquilinato de chapa y madera, un negrito hacía volar su fantasía”.
Ese era y soy yo. Haciendo esfuerzos para ir contra la enajenación que pretende desvirtuar el sentido que debe tener mi paso por la vida, me aferro a aquella imagen de infancia para reconocerme. Sé de mis contradicciones e incoherencia. Algunas puedo evitarlas, otras no.


Carbajo Ganzúa & Cía, con guión de Cao y dibujos de Canelo. En esta página se destaca el notable diseño, basado en contrastes entre negros y blancos, para acentuar el clima de dramatismo.

Creo haber mejorado algo en la dignidad de mi lugar de vida y quizá haya avanzado intelectualmente. Pero, por esos simples hechos, ¿yo he dejado de ser aquel negrito?.
Espero que mi historieta supere el nivel intelectual de las que yo leía de niño. Y que algún chico que hoy lee lo que hago, si algún día llega a ser historietista, me supere. De esa manera, evoluciona la cultura popular junto con el hombre.
Por eso estoy seguro de que la clave es mejorar, si somos capaces, lo que nos dejó una generación de verdaderos maestros intuitivos.

En resumen: no conozco a ningún historietista que no sea de origen proletario o “casi proletario” y creo que allí puede estar la mayor virtud de la historieta. Entonces, ¿por qué al trabajar, generalmente, no pensamos en nuestro origen para dirigir hacia allí nuestro esfuerzo?.
Clarificando los objetivos y unificando las intenciones, se consigue trascender al resto de las clases sociales.
Podemos poner un ejemplo: nuestro tango, nació bien abajo. Se hizo fuerte en su cuna. Trascendió así clases sociales y también países. Pero entró en crisis cuando se olvidó de su origen, perdiendo fuerza, brillo y significado. Tiene que volver a su cuna para darse un baño de autenticidad.
¿Puede la historieta necesitar lo mismo?.
Sólo se opone nuestra limitación, la que a casi todos los argentinos, nos impide aceptar ser lo que realmente somos.
Limitación nuestra que tiene como beneficiarios a quienes la promueven.



Rocky Keegan, con guión de Pietro Zanga y dibujos de Canelo, en revista D`Artagnan, 1998.

Los editores
Son los que ponen la plata y se valen de directores, para conseguir un mejor rendimiento de la misma.
Por otro lado, hay que reconocer que ha habido y espero que siga habiendo editores que crean en las posibilidades de beneficios económicos que sí puede dar la historieta.
Pero es evidente que no aparecen directores que puedan llevar adelante y con éxito esa empresa, fijando una línea editorial con aceptación de los lectores. Desde el último gran suceso editorial, que fueron “Frontera” y “Hora Cero”, en los finales de la década del 50, todos los proyectos naufragaron. Se creyó que agrupando buenos dibujos y buenos guiones era suficiente. Y no es así.
Los ejemplos de los grandes títulos en Argentina, demuestran que lo que se impone es su línea editorial, y a veces, por sobre las calidades gráficas.
No se puede dejar de reconocer la coherencia de: “El Tony”, “Patoruzito”, “Misterix”, “D’Artagnan”, “Hora Cero”, “Frontera” y “Nippur Mágnum”.
Y esos son los ejemplos que hay que estudiar y no los de revistas europeas que, además, cierran después de pocos números, o se mantienen gracias a ventajas editoriales y de comercialización que dan en sus países. En última instancia, sí se pueden analizar los fenómenos, que también allí los hay. ¿Cómo es posible que se siga la receta de los fracasos?.
Y, atención, no estoy proponiendo copiar los “mensajes” que imponen las historietas que publican los ejemplos dados.



Página del primer episodio de Carbajo Ganzúa & Cía.

Los lectores.
Es bastante difícil encontrarlos, pero que los hay, los hay. Lo demuestra la “tirada” de algunas revistas.
De todas formas, esto no indica que la historieta ande por el camino ideal. Es evidente que hay una enorme cantidad de posibles lectores que están esperando “su” historieta.
Además, hay que reconocer que los que siguen la historieta, son tan fanáticos que hasta pagan dinero para leerla. Esto, teniendo en cuenta que para disfrutar de un momento de fantasía, sólo hace falta apretar suavemente una teclita del aparato de televisión. Sin embargo, van hasta el kiosco del diariero, eligen y pagan su revista preferida.
Una de las características para destacar de nuestros lectores, es que distinguen y prefieren la historieta argentina por encima de la extranjera.
Y aquí hay algo llamativo: la trama de casi todas nuestras historietas, no transcurre en ambientes argentinos. Pero aún así, se prefiere un “western” realizado en Argentina a otro realizado en EE.UU.. Lo mismo pasa con las historietas de “gangsters” y las de aventuras en general.
El lector parece “olfatear” cuándo un trabajo está hecho para él por su “representante” y cuándo no. Eso da lugar a que el editor, algún día, deje de titubear y dedique más atención a los temas cercanos a nosotros. Ya que es evidente que lo que el lector rescata es a “sus” historietistas y no a los ambientes que se le proponen.
Tengo la certeza de que somos leídos por individuos de todas las clases sociales. Por supuesto por motivos diferentes. Pero donde tenemos lectores fieles y que se entregan abiertamente a la fantasía que les proponemos, es justamente en la clase baja. Y vuelvo a repetir: nuestra clase.
Resumen: el lector es simplemente nuestro complemento; formamos con él lo que es la historieta.


Sector 5, con guión de Mazziteli y dibujos de Canelo, en revista Skorpio 140, 1987.

(Lo que sigue es un párrafo que tuve que cortar al original de la nota que antecede ya que me pidieron que acortara la extensión de la misma por falta de espacio).

Los “críticos” e historiadores
Por las “críticas” que he leído, creo no equivocarme si digo que no son serias.
Es evidente que los espacios dedicados a ese género cumplen simplemente con dos objetivos:
1-
Poner en conocimiento de los lectores de la nota la posición política del autor de la misma.
2-
Darle “prensa” a su grupo de amigos hacedores de historieta.

Eso pasa aquí en Argentina y por lo que tengo leído, también en cualquier lugar del mundo donde el tema historieta interese.
Debe haber alguna excepción, la que lamentablemente no conozco.
No puedo omitir aquí una observación:
Al usar los espacios dedicados a la crítica con fines personales y poco útiles a la profesión, se corre un real riesgo ya que, esas “críticas” son leídas ávidamente por los aficionados, posibles futuros profesionales. Ellos creen en esos “críticos” formadores de opinión e incorporan a sus inquietudes lo que allí se dice. Tengo, personalmente, ejemplos patéticos de lo que estoy diciendo donde intervienen profesores universitarios que tratan el tema de historieta en sus cátedras, que están convencidos que lo que leyeron en esas “notas críticas” es la verdad esclarecida respecto a ese tema. Luego lo pasan a sus alumnos y etcétera.
De todas formas creo que sería importante que aparezca un buen observador (crítico de verdad) para ayudarnos en nuestra tarea y para encaminar también a los hoy aficionados y mañana posibles profesionales.
Alguien que cumpla la tarea que alguna vez cubría, en parte, la excelente revista “Dibujantes”.



Página de Rocky Keegan. En esta página se destaca el notable diseño de la misma.

A los que han intentado e intentan recopilar la historieta argentina, les pido que no olviden en lo posible a ninguno de los que, con esfuerzo, han hecho que, a pesar de todo, exista una historieta argentina con sus virtudes y defectos.
Es evidente que son pocas las personas que alguna vez no se hayan entusiasmado con esos cuadritos con un dibujo y su correspondiente globito y otro cuadrito al lado y otros más. Y más de una vez, se trataba y se trata de trabajos aislados y que aparentemente, para los “exigentes”, no poseen virtudes rescatables.
Creo que nadie, salvo el lector puede decidir cuándo un trabajo está correcto o no.
Por eso cuanto menor sea el número de hacedores de historieta que quede fuera de la historia escrita, menor va a ser el riesgo de cometer un acto de injusticia por simple omisión.

Para leer la primera parte

3 comentarios:

oenlao dijo...

La historieta va en camino a ser de consumo de una elite. Algunos estamos tratando de evitarlo.Hay una idea que es lo mismo o mejor vender poco caro que mucho barato. Tambien yafue dicho que es mas facil hacer historietas que peliculas.

Kewois dijo...

Que bueno Carbajo, Ganzúa y Cía!!!
No pueden hacer la recopilación en un libro como hicieron con el Juan Moreira? Estaría buenísimo. Y ya que estamos, pueden hacer la reedición de Orquideo Maidana? Los felicito por el blog.
Saludos
Kewois

Anónimo dijo...

Ce post m'a beaucoup aide dans mon positionnement. Merci pour ces informations