viernes, 31 de agosto de 2012

El FACÓN DE ALMANEGRA de Oenlao , por Germán Cáceres


(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2012, 84 páginas)


Esta novela gráfica de Oenlao (Carlos Scherpa) consta de siete capítulos, cada uno de los cuales fue dibujado por un artista diferente.
El libro exhibe una notable y llamativa portada (de Daniel Mendoza y Alejandro Aguado; diseño de Gustavo Lucero) con una sensual mujer –casi desnuda-  asediada por un mazorquero de gorra y camisa rojas, ambos rodeados por una vegetación verde. El uso de colores complementarios potencia el vigor de la escena.
Es altamente emotivo el prólogo de Ariel Avilez, que reivindica el género gauchesco y la visión de una historia argentina renovada: “No hay buenos, no hay malos, no hay próceres ni idealización alguna”.

Muy ilustrativos los comentarios del profesor José Hugo Goicoechea, abundantes en jugosos datos históricos, que tanto asisten al lector en la comprensión de ese contradictorio período durante el cual Rosas gobernó la Provincia de Buenos Aires.
Hay un facón del misterioso Almanegra que recorre varios episodios de esa época. El guión de Oenlao es económico en textos, pero pródigo en elipsis, en sugerencias y en cuadritos mudos. Su empresa es difícil dado que debe congregar a un dibujante por capítulo, adaptarse a sus respectivas estéticas y concretar una proeza narrativa: la unidad.


Fer Gris ilustra el capítulo 1 con una grafismo de intensos contrastes entre blancos y negros plenos.
En el capítulo 2, Ader incluye numerosos cuadritos distribuidos en las páginas como si formaran parte del boceto de un vitral que ensalzara la violencia.


Chelo Candia recurre al gris para estilizar sus expresivos dibujos del capítulo 3.
En el capítulo 4, José Massaroli entrega magníficos y audaces enfoques que se despliegan en una planificación digna de su profesionalismo.
Los dibujos de Edu Molina para el capítulo 5 proyectan originales cuadritos e introducen también una viñeta página.


Ríos Blanco hace honor a su apellido en el capítulo 6 ya que otorga valor expresivo a los fondos blancos.
Henry Díaz aporta secuencias de gran movimiento al capítulo 7, en las que el gris entramado adorna los dibujos.

A continuación se incluyen “historietas cortas de yapa que ayudan a aclarar algunos puntos oscuros de la historia, no todos”. Edgardo Bernoy se destaca dibujando jinetes que montan caballos al galope. En sus respectivas historietas, Sedes (Sergio de Sanctis) y Leo Sandler se preocupan de dotar al personaje de Jacinta de un fuerte acento erótico. Y Mariano Antonelli sobresale con su peculiar estilo de múltiples rayas.


Asimismo se expone en esta yapa una versión breve de El facón de Almanegra, en donde el guión de Ernesto Padilla, de gran poder de síntesis, permite que se destaque el trazo seguro y vigoroso de Felipe Ávila.


El libro se cierra con una serie de excelentes ilustraciones de distintos estilos: Daniel Mendoza –acompañado por un poema de Massaroli-, Nehuén Defosse, Alberto di Francisco, Dakota (Daniel Marcelo Acosta), Alejandro Aguado y Gustavo Lucero.

Eustaquio Bove añade al final una nota de humor al informar que Oenlao: “Debutó como editor, coordinador, diseñador, guionista, dibujante, distribuidor, promotor y único lector en 2009, cuando sacó a la calle una revista de bárbaros, Khar y su periplo insondable, obra de veinte dibujantes más”. 

martes, 28 de agosto de 2012

RAMÓN COLUMBA. Por Germán Cáceres (primera parte)


QUÉ ES LA CARICATURA

RAMÓN COLUMBA


(Córdoba, 1891/Buenos Aires, 1959)

la caricatura, o cualquier otra forma de dibujo, es menos
una destreza de la mano que un modo singular de ver”.

Jorge Luis Borges, en el Prólogo de El Congreso que yo he visto.


Ramón Columba

Si bien esta nota está dirigida a la obra gráfica de Ramón Columba y no a su desempeño como fundador y director de la editorial que lleva su apellido, como ésta fue una de las más importantes del país en materia de historietas, resulta inevitable citarla.

Reportaje a Columba en diario de EEUU, sobre su labor como caricaturista de estrellas de Hollywood

Columba vino a Buenos Aires desde chico y se convirtió a través de los años en un porteño. Siempre sintió atracción por el dibujo, hecho que lo llevó a abandonar la carrera de Medicina que había iniciado. Pero no realizó estudios, fue un auténtico autodidacta. En 1922 edita un álbum de caricaturas, Páginas de Columba, transformado en 1923 en una revista con un suplemento infantil de historietas, El Tony, de sólo cuatro páginas, que en 1928 se asume como revista de historietas (en el género está considerada la primera del país, una de las primeras del mundo y la de más larga duración en la Argentina) y origina la creación de la Editorial Columba. Ésta más tarde incorporó publicaciones emblemáticas como Fantasía, Intervalo, D´artagnan, Nippur Mágnum, ramificadas luego en innumerables formatos (anuario, color, extra, super color, álbum, superanual, etcétera). Se habla de que El Tony llegó a 300.000 ejemplares por número y que el total del tiraje de revistas de la casa alcanzó, según comentó el mismo Columba en una entrevista que salió en el Nº 4 de Dibujantes, ciento cincuenta millones por año (Carlos Martínez, que la subió a la web, opinó que esa cifra “suena desmesurada”). En el año 2000 la editorial canceló sus revistas, intentó adaptarse a las nuevas tendencias a través de los comic-books (entre ellos Mark, “El Tony presenta”), pero finalmente cerró.


Columba fue presidente fundador de la Asociación Argentina de Editores de Revistas. Filmó dos películas de dibujos animados y colaboró en el noticiario cinematográfico Sucesos Argentinos. Además, entre otros cargos, ejerció la presidencia de la Asociación de Dibujantes de la Argentina.

Walt Disney y Ramón Columba

Comenzó a publicar sus trabajos en 1911 en la revista Vida Moderna, y luego en Caras y Caretas, El Hogar, Mundo Argentino, La Semana Universal, La Nota, y en los diarios El Nacional, La Mañana, Última Hora, Crítica y La Razón. Era un gran admirador del español José María Cao, radicado en el país y considerado el “Padre de la Caricatura Política Argentina”. En 1925 viajó a Estados Unidos, y en Hollywood pudo entrevistar a las grandes estrellas de ese entonces: Charles Chaplin, Norma Talmadge, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Adolfphe Menjou, Mary Prevost, Monte Blue, Irene Rich, Rodolfo Valentino, Collen Moore y Luisa Fazenda.



En la mencionada entrevista sostiene que la caricatura “no es sino el relato ´relámpago´, abreviado y psicológico de una persona”. Llevó a la práctica esta definición, y fue apodado por los periodistas norteamericanos como “El pirata de la expresión”, porque parecía que se la robaba al caricaturizado. Y aconsejó a los principiantes: “Buscar, primeramente, un maestro de los consagrados y copiar su estilo. Copiarlo tanto como se pueda, y una vez adquirido el estilo, practicar del natural hasta moldear cada uno su personalidad”. 
Páginas del libro "Qué es la caricatura", de Ramón Columba

Pero además de ser un excelente caricaturista, Ramón Columba descolló en el arte académico con su álbum La belleza en el desnudo (1940). Se trata de dibujos a la sanguína, técnica realizada con su suerte de lápiz de óxido férrico que imprime una tonalidad roja al trabajo. La serie, de gusto refinado y en la línea de la ilustración artística, suscita una sutil sensación vaporosa. El dominio que ostenta Columba de la figura femenina es notable. El álbum contiene también dibujos al carbón.

Página del libro "El Congreso que yo he visto", de Ramón Columba

Realizó historietas como Jimmi y su Pupilo (un sátira de Luis Ángel Firpo y su entrenador), que a partir de 1924 publicó en Páginas de Columba; Raco el extra (1941), creado para la revista Cine argentino, con dibujos sencillos que sólo estaban al servicio de la anécdota humorística, y Beba la irresistible, que su editorial publicó en libro en 1948.

Página del libro "El Congreso que yo he visto", de Ramón Columba

La próxima semana, la segunda parte.

viernes, 24 de agosto de 2012

Fotos para el recuerdo (de los maestros)

Ambas fotos pertenecen a Patricia Breccia, quien muy gentilmente las cedió para compartir con los lectores.
Las fotos muestran a tres maestros que hoy ya no están entre nosotros, como Carlos Trillo, Moebius y Alberto Breccia


En "Bergen" 99, Noruega. Año 1999. Carlos Nine, …, Carlos Trillo y Patricia Breccia.

En la Bienal Internacional de Córdoba, 1979. Moebius, Guillermo Mordillo, Alberto Breccia y Patricia Breccia.

martes, 21 de agosto de 2012

Repercusiones en el periodismo de los últimos libros de LA DUENDES

"Humor gráfico... Dany Varela" de Daniel Varela


Nota en el diario La Mañana del Sur, de Neuquén

"El bondi", de Chelo Candia

Nota en "Cuadritos". Para leer la nota


"Evocando Viñetas", de Germán Cáceres

Para leer la nota de la agencia de noticias TELAM


Diario UNO, de la provincia de Mendoza



jueves, 16 de agosto de 2012

Entrevista: Martha Barnes


LA HISTORIETA COMO SENTIMIENTO

Por Germán Cácares


Nació en Moreno, Provincia de Buenos Aires, y de chica se trasladó con su familia a Mendoza, donde estudió dibujo artístico en la Academia Nacional de Bellas Artes.
Siendo muy joven se radicó en Buenos Aires y comenzó a dibujar historietas para la Editorial Difusión, y luego durante veinte años para la Editorial Columba. A la vez, envió colaboraciones a la famosa DC de Nueva York. También trabajó en las editoriales Record y Equiú, y en el suplemento infantil de La Nación de los domingos.
Realizó portadas e ilustraciones para libros en las editoriales Acme, Codex, Estrada y Kapelusz. Intervino como dibujante en programas televisivos en los canales 9 y 13 (“Telecirco de los domingos”).
Como actriz incursionó en teatro, radio y televisión.
Desde 1990 volvió a trabajar para editorial Columba en la revista Intervalo.

Patricia Breccia y Martha Barnes durante la presentación del libro "Evocando Viñetas ", de Germán Cáceres, durante la Semana de La Duendes

Germán Cáceres: Se comenta que usted fue la primera mujer que dibujó historietas en la Argentina. ¿Es así, Martha?

Martha Barnes: Antes que yo estaba Idelba Dapueto, pero después dejó. Lo que sí puedo decirle es hace más de cuarenta años que dibujo historietas.

Página de historieta dibujada por Barnes en revista Intérvalo, 1968.

G.C.: Tengo entendido que durante mucho tiempo dibujó para Europa.
M.B.: Dibujé para Europa a través de intermediarios porque en la Argentina no había trabajo para mí, aunque creo no haber sido la única.

G.C.: ¿Quiénes eran esos intermediarios?
M.B.: Son personas que contactan editoriales extranjeras. Por ejemplo, cuando empecé, el que me daba trabajo a mí tenía un amigo que estaba en los EE:UU y que conocía a gente de la DC.

G.C.: O sea que no trató directamente con las editoriales europeas.
M.B.: Exacto. A mí las editoriales no me encargaban el trabajo, sino lo intermediarios. Una amiga mía que estudia en los EE.UU. llevó algunos de mis dibujos y gustaron, pero me proponen que vaya para allá.

Barnes en revista D`Artagnan, 1975.

G.C.: ¿No probó viajar y establecer sus propias conexiones?
M.B.: Cuando estuve en Brasil me ofrecieron trabajo si me quedaba, pero volví a Buenos Aires, conocí a mi marido, y en vez de ir a Brasil me casé (se ríe).

G.C.: ¿Qué siente por la historieta?
M.B.: Es mi vocación, es mi vida. Para mí hacer una historieta es como tener un bebé, porque muchas veces sufro y me desespero ante el papel en blanco. Mi felicidad no es solamente dibujar, sino dibujar historietas.

G.C.: Usted intervino en varias obras teatrales. ¿También es feliz cuando actúa?
M.B.: Responden a la misma motivación: tanto actuando como dibujando historietas, uno tiene la oportunidad de vivir otras vidas, de meterse dentro de los personajes, de dar rienda suelta a la imaginación y despegar de la tierra. Yo me emociono profundamente con las historietas, es como si me aislara en una isla fantástica.

En 1967, en Canal 13, en el programa “Telecirco de los domingos”. El conductor del programa, Maurice Jouvet, Martha Barnes y los payasos Cotito y Pelusita. 

G.C.: ¿Qué dibujante influyó en usted?
M.B.: Alex Raymond.

G.C.: Y ahora, ¿qué artista le interesa?
M.B.: Muchos, por eso evito nombrarlos. Sólo mencionaré a dos que tengo aquí cerca en esta revista española (Cimoc): Manfred Sommer y Alfonso Font. De Sommer me impresionan la línea y los enfoques. Los trabajos de Font me parecen sensacionales por su vigor. Ahora se trazan líneas muy finitas y negros plenos, y yo intento estar en esta onda. En la época en que aprendía a dibujar se utilizaban bastante pincel y se imprimía fuerza a la imagen mediante trazos gruesos.

Página de historieta dibujada por Barnes para DC cómics, 1979. 

G.C.: ¿Estudió dibujo de historietas?
M.B.: Como todos los dibujantes de mi generación, aprendí sola a dibujar historietas, es decir trabajando. Porque no es nada simple hacer un personaje con sus expresiones y movimientos. Hay que estudiar anatomía, perspectiva y mirarse los gestos en el espejo.

G.C.: ¿Cuál es su metodología de trabajo?
M.B: Ya dije que me miro al espejo las expresiones. También copio mis manos y soy observadora: siempre estoy examinando a la gente. Por otra parte, como no puedo pagar una modelo, saco situaciones y poses de las buenas fotonovelas y recurro al muñeco articulado. Además, poseo un gran archivo de fotos de animales y enciclopedias con movimientos de personas. Le aclaro que antes de entintar hago un boceto a lápiz muy completo.

Ilustraciones de tapas realizadas por Barnes


G.C.: ¿Usted guiona las historietas que dibuja?
M.B.: No tengo guiones propios. Es una lástima, porque siempre soñé crear un personaje. En cambio, recibo guiones que narran sobre los temas más diversos.

G.C.: ¿Qué dibujó últimamente?
M.B.: Para Editorial Columba hice Cuentos del emir, escritos por José Luis Arévalo, y Pasional, que guionó Armando Fernández y firmó como Virginia Lang. Con textos también de Fernández estoy empezando a dibujar La enemiga, que aparecerá en el curso de 1994.

Serie infantil que Barnes realizó en 1981 para un suplemento infantil del diario La Nación.


G.C.: ¿El cine influye en su trabajo?
M.B.: Por supuesto. Tengo una videocasetera con la cual grabo documentales para luego estudiar los detalles, las luces y sombras, los movimientos. Todo lo veo en función de la historieta. Claro que a veces me pierdo los argumentos.

G.C.: ¿Y respecto a las películas de ficción?
M.B.: Me enloquecen los filmes de terror. Los amo de toda la vida, desde que era chica.

Página de historieta dibujada por Barnes, en revista Corto Maltes, 1976.

G.C.: ¿Dibujó historietas de terror?
M.B.: Sí, llevo dibujadas muchísimas. Aún ahora recibo algunos guiones de terror.

G.C.: ¿Qué dibujante del género marcó su estilo?
M.B.: Ninguno, me interesa más extraer ideas de la televisión y el cine. Pero sobre todo prefiero imaginar escenas de terror.

G.C: ¿Admira a algún director? 
M.B.: Steven Spielberg es uno de los que más me impactan.

Página de Cuentos del Emir, dibujado para Barnes para la revista Intérvalo, 1989.

G.C.: Además del cine y del teatro, ¿qué otra actividad artística se vincula con su producción?
M.B.: He adaptado novelas y cuentos, e ilustré libros para la colección “Robin Hood”, de Acme. En La Nación apareció La doncella esquimal, un hermoso cuento de Mark Twain que vertí en historieta. Representar a los esquimales me exigió una enorme tarea de investigación, pues consulté fuentes documentales muy dispersas. Asimismo acudí a las excepcionales descripciones del País de las sombras largas, de Hans Ruesch.

G.C.: ¿Mostraba sus historietas a los profesores de la Academia de Bellas Artes?
M.B.: Me decían que las historietas no se podían considerar arte, pero que las siguiera dibujando porque las hacía bien.

Página de historieta publicada en Intérvalo, 1969.

G.C.: ¿Usted entiende que la historieta es una arte?
M.B.: Es todo un arte que demanda un gran esfuerzo. Hay que estudiar muchísimo para ser historietista. Un pintor nato y maravilloso como Roberto Bernabó, cuando tuvo que hacer historietas me confesó que comprendía mis esfuerzos y dificultades, y que si alguien la consideraba un arte menor era porque la desconocía. En síntesis, considero que es un arte mayor que reclama ser amado.




De Así se lee la historieta, de Germán Cáceres (Beas Ediciones, Buenos Aires, 1994, 168 páginas). 

lunes, 13 de agosto de 2012

La Duendes en la Feria del libro de General Roca, Río Negro


El sábado 11 de agosto, integrantes de La Duendes – Historieta Patagónica estuvieron en la Feria Patagónica del libro en General Roca,  Río Negro, charlando sobre los últimos libros editados: “Humor gráfico Daniel Varela”, de Varela y “El Bondi” de Chelo Candia. También estuvieron expuestos trabajos de los integrantes y se proyectaron imágenes de los trabajos. 
Por su parte, Serafín y Matías Santellán, los ganadores del premio Ñ de historieta 2012 (integrantes de La Duendes), estuvieron charlando sobre su libro “Reparador de sueños”.
En septiembre, Chelo Candia presentará en la Casa de la Cultura de General Roca de forma oficial su libro “El Bondi”.

Imágenes de la charla.

Daniel Varela, Serafín y Matías Santellán . Detrás muestra de trabajos.

Serafín, Daniel Varela y Chelo Candia


Poyectando imágenes de los trabajos

Serafín dedicando un ejemplar de "Reparador de sueños", mientras lo filman.

Serafín y Matías Santellán charlando sobre el libro "Reparador de sueños".

viernes, 10 de agosto de 2012

La palabra ilustrada. Crítica de “Relatos (In)mortales”, de Thomson y Tabaré, por SantiagoK.


Como estudiante eterno de Letras y lector empedernido, encontré siempre muchísimo gusto en regodear mis ojos con un buen mito desconocido o historias de fantasmas y seres inimaginables. De autor o anónimos, la narración mitológica o mágica ha fascinado a miles. No soy el primero, por supuesto, a quien las hojas de Lovecraft, Poe, Becquer y tantos otros antes que ellos, alimentaron el deseo (sobre)natural de escuchar historias sobre lo desconocido que nunca conoceremos. Y es que desde que la noche es noche y el fuego es fuego, el hombre ha vivido pendiente de esas historias. Historias de cosas intangibles, incomprensibles, inexplicables que por más diente que apretemos jamás llegaremos a dilucidar. Al principio de los tiempos las escuchamos para mantenernos vivos, para pasar las advertencias sobre el mundo externo de boca en boca. Y luego por el puro gusto de escuchar. ¿Existen los fantasmas? ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Existe el alma? ¿Qué acecha en la oscuridad? Y ¿por qué? Preguntas todas casi retóricas cuyas respuestas tampoco importan mucho,

Hace algún tiempo venía hablando con un amigo acerca de cómo acercar estos relatos populares a la pequeña gente o juventud, que ante un montón de hojas cuya cantidad supere números de un dígito, escapan despavoridos. La historieta surgió, obviamente, como un termino medio entre dibujo y texto, pero las alternativas no parecían muy accesibles o existentes. Y casi de sorpresa (o del cielo, todo depende), me cayó encima un ejemplar de Relatos (in)mortales.
Este trabajo de Thomson y Tabaré, publicado de manera artesanal por la editorial Casa de papel en marzo de este año, esta compuesto por 16 relatos tradicionales europeos adaptados. Realizados hace aproximadamente 30 años, volvieron a la vida gracias al re-descubrimiento de estos por parte de los autores que decidieron editarlos de una buena vez en un solo tomo. Pero no se trata solamente de otra edición de historietas-clásicas-que-añoro-y-que-leí-en-su-momento. De todos los relatos, algunos fueron publicados en su momento en la mítica Humi y por Alfaguara y la mayoría en el exterior (más concretamente en Italia) por lo que nunca vieron la luz en nuestro país. Gracias a esta edición nacional contamos entonces con la totalidad de esta obra.


El resultado es... extraño. Uno piensa en Tabaré y es imposible no recordar su etapa en la Humor, su Patología del Humor, el cacique Paja Brava y tantas otras cosas que hizo, sin dejar de lado la actual tira diaria de Diógenes y el Linyera (¡que, nos enteramos, cumple 35 años de publicación ininterrumpida!). Tabaré, uruguayo, es uno de los más argentinos dibujantes que conozco a pesar de lo incoherente que puede sonar. Y el resultado es desconcertante. No me malinterpreten. No es decepcionante, al contrario, es algo que uno no se espera. ¿Tabaré dibujando historias sobrenaturales serias sobre fantasmas, aparecidos y demonios europeos? ¿Qué lo llevó a hacer esto luego de tantos años haciendo fútbol, insectos y parodia? El mismo libro aclara que, harto ya de dibujar lo mismo, habló con Thomson para crear algo nuevo. Y así surgió Relatos (in)mortales.


Todas las historias siguen la idea de la leyenda o el cuento fantástico: un hecho sobrenatural relacionado con la muerte, el más allá, los desaparecidos o las maldiciones, irrumpe en la vida de los vivos y la perturba. Thomson adaptó varias narraciones de carácter oral desde su biblioteca y en algunos casos narraciones que no son narraciones sino ideas que las rigen y que se ven repetidas a lo largo de varias civilizaciones y culturas de todo el mundo. Por ejemplo: el primer relato, “el anillo”, surge del concepto de “muerto que vuelve por la noche para recuperar algo que le fue robado”. Resulta interesantísima, en este punto, la posibilidad de seguir buscando información acerca de estos relatos gracias a las aclaraciones de Thomson y los links que proporciona luego de cada cuento (en caso de haberlos). El lector casual podrá entender la razón de este relato y conocer un poco más acerca de las múltiples tradiciones orales del mundo a la ora de contar una historia.


En general, el libro es muy disfrutable, tanto para el conocedor de mitos y leyendas, como para el no conocedor. Ninguno de los relatos supera las diez páginas. El estilo de Tabaré es diferente, de alguna manera más fresco y agradable (sí, a pesar de que muchos digan lo contrario, el estilo de Tabaré cambia) y las adaptaciones de Thomson son para todo el mundo. De hecho, esto fue lo perseguido por ambos a la hora de realizar esta obra. Acercar a cualquiera relatos que no sean para algunas edades en especial, sino para la comunidad, como volviendo a la idea de la tribu que se reúne junto al fuego para escuchar. Relatos (in)mortales puede ser leído por un niño, un viejo, un hombre, una mujer. Es un libro para todos.
La edición en sí es un pequeño lujo encuadernado solidamente y cosido a hilo, una rareza en estos tiempos de cola y tapas blandas. El libro es un placer para los ojos y las manos que lo sostienen. Obviamente no todo es color de rosa como puede esperarse. La edición es nueva y todavía difícil de conseguir, ya veremos que ocurre con la tirada. Se consigue en librerías de Bs. As., contactando a la editorial o a los mismos autores. Pero, como todo aquello que uno reconoce de calidad, vale la pena. Y mucho.