martes, 25 de marzo de 2014

NAVARRITO de Ricardo Barreiro y Alberto Dose. Por Germán Cáceres

(La Duendes editora, Comodoro Rivadavia, 2013, 82 páginas)




Esta historieta se publicó originalmente en 1986 en la revista Fierro, primera época.
El relato transcurre entre el otoño de 1930 y mayo de 1931. Enrique Navarro (Navarrito) es un cronista de la sección Policiales del diario Crítica, en cuya Redacción aparece el gran Roberto Arlt frente a su máquina de escribir.

AlbertoDose exhibe su capacidad artística ilustrando el Buenos Aires de esos años con viñetas de exquisita belleza no exentas de un aire decorativo. A veces predomina el blanco con dibujos a pura línea, y otras, el negro pleno que se distribuye en vestimentas, edificios y automóviles. Su grafismo es tan estilizado que posee un sesgo humorístico y clásico a la vez, que lo emparientan tanto con Roy Crane  como con Milton Caniff y Harold Foster (o Sanyú, según la apreciación de Andrés Valenzuela en Página/12). El artista se documentó a fondo sobre el aspecto de la ciudad en esa época (se ven afiches de Gardel y de Chaplin), que a la distancia al lector le resultará encantador y pintoresco, pero, sin embargo, entonces reinaba la absoluta exclusión social, la expoliación de prostitutas en infames prostíbulos y el golpe militar del 6/9/30 que derrocó a Yrigoyen e instaló una brutal represión. En el prólogo, el guionista Eduardo Mazzitelli opinó que “Todo para que el dibujo de Dose (el estilo de Dose) demuestre que no solamente es estético y descriptivo, sino también funcional al relato”. Este dibujante, que reside en Estados Unidos, declaró en la entrevista que forma parte del libro y le realizó Alejandro Aguado “que la historieta es lo único que hago todavía en papel, al menos el lápiz, luego todo lo demás en la Cintiq (es una tableta de arte digital). Antes había explicado que “No era para mí difícil cambiar de estilo, en realidad, es el tema lo que me sugiere el estilo”.


Por su parte, Ricardo Barreiro (1949-1999) –uno de los mejores guionistas que tuvo el país- no deja de asombrar con su inventiva para dotar de giros a la trama. Sus diálogos son contundentes, utiliza el racconto para darle dinamismo a la historia y desliza reflexiones constantemente (“La necesidad de creer está por encima de cualquier desconfianza”/ “De algunas circunstancias podemos extraer como enseñanza cuán dominante resulta ser todavía la animalidad en nuestra especie”). Además, como es su costumbre, fustiga a los poderosos, a la institución de la iglesia católica y a los militares.

Los diálogos van en cursiva y los textos explicativos en letra de imprenta porque pertenecen a la máquina de escribir que aparece en la parte inferior del cuadrito, ya que es la bella doctora Ema Kazinsky la que escribe este relato que titula “El caso de Rodolfo A.”, un asesino serial al que Navarrito persigue (“Al menos Ricardo rinde homenaje a los viejos clásicos de la novela negra”, observa Mazzitelli), ayudado por la médica que es portadora de una sexualidad desbordante, tan presente en la obra de Barreiro.


La  reedición de Navarrito permite acceder a uno de los logros más importantes del género en la Argentina.





Germán Cáceres

jueves, 20 de marzo de 2014

Entrevista: Tati (primera parte), por Germán Cáceres

LA MALDICIÓN DE LOS GUSANOS

 Entrevista de 1994. 
Todas las páginas que ilustran la entrevista fueron publicadas en la primera época de Fierro.

Héctor Omar Martín (Tati) nació el 27 de diciembre de 1957, en Santos Lugares, Provincia de Buenos Aires. Nunca se mudó de barrio.
Completó sus estudios secundarios recibiéndose de técnico mecánico, sin haber adquirido conocimiento alguno. Es que faltando tres años para recibirse descubrió que su vocación era hacerles caricaturas a sus profesores y no aprender lo que ellos enseñaban. De ese período sólo recuerda a sus compañeros y el discurso humorístico que escribió y dijo en la fiesta de graduación.
Hizo cursos de Dibujo de la Figura Humana, Ilustración Publicitaria y Dibujo Humorístico. También concurrió a talleres de guión de historietas, guión cinematográfico y dramaturgia. Paralelamente, compró libros de dibujo e inició en forma autodidáctica la búsqueda de “su estilo”. Pero nada fue tan importante en su desarrollo como los conocimientos que le transmitió el profesor Frank Szilagyi en el curso de historietas organizado por la Asociación de Dibujantes de la Argentina.



Comenzó a publicar en Fierro -primera época- al sacar una mención especial en el rubro historieta integral (guión y dibujo), en un concurso realizado por esa revista. En otro certamen convocado por la misma publicación, y en el cual votaban los lectores, una de sus historietas obtuvo el 2º puesto entre los dibujantes nuevos. Sacó una mención especial en un curso de historietas sobre SIDA Y MAL DE CHAGAS, organizado por la Federación de Clínicas y Hospitales Privados.
Participó de varias exposiciones colectivas, entre ellas: la Bienal del Humor y la Historieta Argentina en la Provincia de Córdoba. En 1990 recibió el 1er. Premio de historieta del ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) y en 1993 el 1er. Premio Ilustración de Cuentos Infantiles de la Editorial Colihue.


Germán Cáceres: Lo primero que llama la atención en tus historietas, es la geometrización con que representás la figura humana y su entorno. ¿Influyó en vos el cubismo?
Tati: Mis dibujos son geométricos, pero no cubistas. Frutos de un intenso trabajo, lo que más importa en ellos es el diseño final. El dibujante Miguel Rep me ha dicho que son como cajitas que se unen.

G.C.: ¿Te inspirás en alguna personalidad gráfica o son sólo la expresión de tu mundo personal?
Tati: Quien me gustó mucho como dibujante humorístico fue Saul Steinberg. Ahora los dibujantes de historietas que me atraen no tienen nada que ver con mi estilo. Me interesa la temáticas de Carlos Jiménez, sobre todo la de Paracuellos, y también la de Gérard Lauzier. Otros artistas que admiro son Serge Clerc, Alberto Breccia y Mandrafina.


G.C: La puesta en escena de Mandrafina en Peter Kampf lo sabía, con guión de Carlos Trillo, es una maravilla.
Tati: Me encantaría escribir un guión para que él lo dibujara.

G.C.: O sea que también querrías guionar para otros dibujantes.
Tati: En especial series largas; dada mi lentitud me parece difícil que pueda llegar a dibujarlas.

G.C.: ¿Qué me podés decir de Saul Steinberg?
Tati: A mí me fascinaba Garaycochea, y sabía que él reconocía la influencia de Steinberg, que rompió con un tipo de dibujo humorístico blando y lleno de círculos. Lo que me afectó fue cierta tendencia a la recta y a la dureza que descubrí en sus dibujos.

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G.C.: ¿Qué procedimientos seguís para dibujar una historieta?
Tati: Antes de publicar dibujé mucho para mí, y en esa práctica y en esa exploración gráfica nació mi estilo. El primer paso es el guión y me tomo mi tiempo. Dejo que las ideas decanten y vengan solas. Mi cabeza trabaja sin que yo la ponga en funcionamiento y así a veces germinan las ideas.

G.C.: Es como si las mandases al inconsciente y esperaras su floración.
Tati: Sin necesidad de esforzarme, las ideas y soluciones vienen solas. Por eso mi método de trabajo es lento: el guión es de hierro y lo respeto, no lo modifico mientras dibujo. Después, creo los personajes, y la búsqueda de la imagen geométrica que revele su carácter y psicología también me lleva mucho tiempo. Luego hago un boceto de toda la historieta y, por último, la calco en una hoja.

G.C.: ¿No la pasás encima del boceto?
Tati: En mi dibujo las líneas están relacionadas; por ejemplo, un cuadrado se puede continuar en otro, o en un triángulo; hay prolongaciones, como cierto ritmo que me obliga a delinear un boceto muy sucio que no puedo entintar, y entonces lo calco.

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G.C.: ¿Con qué materiales trabajás?
Tati: Con Rotring. Antes utilizaba pincel, pero no podía lograr las líneas derechas que demandaba mi dibujo geométrico. Ahora incluso empleo regla y pistolete.

G.C.: ¿Cómo hacés con los colores?
Tati: La forma geométrica de los dibujos presenta planos que no responden a una coloración realista; en consecuencia, por cada uno de ellos aplico un tono.

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G.C.: ¿Con qué coloreás los planos?
Tati: Con témpera y para eso sí utilizo el pincel. Mi sistema reclama perder todo tipo de ansiedad, porque hasta que coloco el último color no se ve el dibujo. Si hago uno de los costados de la nariz de un personaje de un color, pinto luego todos esos costados. No completo un cuadrito y después paso al siguiente, sino que cada cuadrito se va formando poco a poco.

G.C.: ¿Qué te lleva a concebir estos personajes deformes?

Tati: Están de acuerdo con las historias que cuento: se trata de desamparados, de pobres tipos que deambulan penosamente por la vida. Esa tristeza a veces resalta porque las historias las cuento con humor, y allí surge el grotesco.

La próxima semana la segunda parte.

lunes, 10 de marzo de 2014

ALBERTO CÉSAR SALINAS, por Germán Cáceres

(Buenos Aires, 1.11.1932/27.11.2004)


Diego Aballay y Alberto Salinas (foto gentileza Aballay)


Debutó como historietista el 19.8.1952 en la revista Superhombre con Capiango, un justiciero criollo que usa máscara y que lucha en Salta a principios del siglo XIX contra la ocupación española, pues está a favor de Güemes y sus guerrillas gauchas. Su  verdadera personalidad es la del aristócrata y estanciero Santiago Linares, un melómano refinado que simula simpatizar con los realistas. Los guiones pertenecen a Edgardo Pareto (luego fue reemplazado por Luis Lanús), y el personaje entraña casi un calco del famoso El Zorro, creado en 1919 por Johnston McCulley. El dibujo en blanco y negro participa del estilo ilustración de su padre, José Luis Salinas, el prominente artista de Cisco Kid, en la que Alberto colaboró. Ya en Capiango su plumeado es superlativo y magistrales las aplicaciones de pincel que destacan la figura del héroe, vestido totalmente de negro. Abundan escenas nocturnas de composición impecable y notable calidad plástica –con impactantes siluetas-. El dibujante comienza a exhibir magníficas tomas en picada (que empleará en Dago, su obra cumbre), y el primor estético de su línea. Su representación de caballos asombra, sobre todo cuando está galopando el Moro. El guión de Pareto no abusa de los textos, pero expone los pensamientos y planes del protagonista, que no deja de emitir comentarios humorísticos acerca de sus hazañas. Salinas la dibujó hasta 1953, cuando fue reemplazado por su primo, Carlos Vogt, otro grande. Toni Torres comentó que “si bien no deja de ser una copia de Don Diego de La Vega (El Zorro), nuestro personaje se nos hace bastante argentino, rodeado de gauchos y tomando mate”.   
Capiango, en revista Superhombre, 1953. 

Antes Salinas había trabajado en publicidad (realizó una tira llamada Las aventuras de Odolito). En 1953 empieza a colaborar con la editorial Columba (crea Safari argentino, con guión propio) y con Fleetway Publications, de Gran Bretaña. Para Europa gestó la historieta Kit Carson, que fue reproducida luego en revistas argentinas. En 1961 dibujó para la editorial italiana Eurostudio las historietas de molde histórico Spartaco, La batalla de Lepanto, La silla de Malta y Rurik el vikingo. Entre 1966 y 1969 dibuja Thierry la Fronde, una adaptación de una serie televisiva francesa. En los años setenta grafica Moira la esclava de Roma, publicada por la revista portuguesa Jurnal de Cuto, y para la editorial Record (Argentina) con textos de Alfredo Julio Grassi, El continente negro, Hombres de la Legión, Los voortrekkers y Los vikingos.
Página de Safari Argentino, en Pif Paf

Siempre en blanco y negro,  Los vikingos exterioriza un salto impresionante en el estilo de Alberto Salinas: mayor seguridad en el trazo, nivel de composición audaz y ritmo arrollador en las luchas cuerpo a cuerpo y en los movimientos de los personajes. Recurre a la línea curva para diseñar los cuadritos y muchos de éstos se ensamblan entre sí. Las indumentarias y armas de los vikingos están plasmadas con un soberbio despliegue gráfico. Hay un plano general de una flota de naves frente a Constantinopla de extrema belleza. El guión de Grassi se adapta con solvencia a los códigos del relato de aventuras, que incluye un inevitable romance entre Eric, el vikingo, y Odyle, la hija de su enemigo. En algunas páginas de acción y dramatismo de Hombres de la Legión, Salinas elimina los marcos de las viñetas. Como siempre, su gráfica se exhibe meticulosa y refinada en los detalles. Acude a una amplia gama de manchas y rayas para representar el ropaje y el entorno de los personajes. La escritura de Grassi propone una visión amarga de la Legión Extranjera: “pensó en la dorada leyenda y en la sucia realidad que entreveía”.

Página de Rurik el vikingo, en El Tony

A partir del 23 de junio de 1981 comienza a dibujar Dago en Nippur Mágnum Todo Color Nº 1, con textos de Robin Wood, que llegó a salir hasta el 2000, en que aparecen los últimos ejemplares de la Editorial Columba, y cuyo cierre definitivo se produce el año siguiente. Dago fue un suceso internacional ya que la editorial Eura la publicó en Italia, y su éxito perdura hasta la actualidad, con el arte de Carlos Gómez, que acompaña con suma maestría a Wood. Éste también formó equipo con Alberto Salinas en Drácula –una derivación (spin off) de Dago-, Chaco, Los Borgia y La hermandad filibustera (que se conoce, además, como Morgan el pirata).

Página de Dago

La historia de Dago se inicia en el siglo XVI en la República de Venecia, que estaba en guerra con los turcos, y narra la venganza de César Renzi, el único sobreviviente de una aristocrática familia que fue brutalmente asesinada porque descubrió el complot que tramaban varios miembros de la nobleza con el Sultán del Imperio Otomano. A César Renzi lo apuñalan con una daga y lo arrojan a los canales de la ciudad, pero lo rescata un grupo de piratas y lo convierte en esclavo. A partir de allí, se transforma en Dago debido al arma con que fue herido, y se lanza a intensas aventuras tanto dentro del ámbito islámico como del europeo, y llega a codearse con el rey Francisco I de Francia. (Notable el trabajo que concretó Ariel Avilez reseñando el argumento de esta serie).

Publicidad de Dago, ilustrada por Salinas.

Dago es un prodigio de narración aventurera. Robin Wood siempre alardeó de su condición de infatigable lector. Por lógica debe haber abrevado en los grandes clásicos del género, como Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Rafael Sabatini, la Baronesa de Orczy, Julio Verne, Karl May, Gustavo Aimard, Maine Reid, Zane Grey, James Fenimore Cooper, Jack London, Rider Haggard y la lista sería interminable. Por supuesto, que deben añadirse las versiones cinematográficas de las obras de estos escritores. Algunas de estas influencias determinan que el relato contenga un clima de exotismo, varios elementos folletinescos y un giro romántico, como en el capítulo donde una hermosa joven se desfigura el rostro por amor.

Página de Drácula

Tal vez una clave significativa se encuentre en Salgari, dado que varias de sus novelas versan sobre el ansia de reparación que experimenta un héroe por el asesinato de un familiar y el patológico amor que siente hacia la bella hija de su mortal enemigo (Honorata de Wan Guld en el Corsario Negro, y Mariana en Sandokán). Pero el modelo por antonomasia lo aporta, sin duda, El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, en el que Edmundo Dantes, adoptando el nombre del citado conde, materializa una fanática venganza contra quienes lo encarcelaron injustamente. Además, a lo largo de la saga de Dago suele haber odios irreparables entre padres e hijos que sólo concluyen con la muerte cruel de uno de ellos. Dago piensa como un escéptico, pese a no despreciar ningún  placer terrenal ni los romances con mujeres, pero su anhelo de represalia es ilimitado: “Tú no crees en nada ni en nadie ¿eh, Dago? En las venas, en lugar de sangre, tienes veneno”, le espeta un jenízaro.

Página de Dago

De allí que en los textos explicativos y en los diálogos de Dago impera una prosa literaria (“El mar azul se cierra sobre la patética isla humana que se disuelve en sangre y nieve…”/ “Y los marinos evocaron en las inmensas tormentas y el blanco vuelo de las gaviotas la visión de un rostro de mujer en algún muelle lejano…”/ “La noche fue helada y lenta y se arrastró con una larga viscosidad de serpiente…”). Por ello se disparan reflexiones sobre la condición humana: un personaje abyecto no duda en proclamar que “No me hables de justicia, renegado. Soy un hombre adulto y sé que la justicia es un caballo de muchas monturas”. En cada capítulo aparece una nueva figura que suele contar su peculiar historia, cuyo desenlace ocurre al final, de modo que aquél funciona como si fuera autoconclusivo. Y a muchos tipos queribles les llega la muerte, de manera que ésta se arroga el derecho de constituirse en una protagonista adicional.


Alberto Salinas demuestra que el cuerpo humano carece de secretos para su oficio. El físico musculoso de Dago evoca las mejores expresiones del clasicismo grecorromano, y resplandece majestuoso con el atuendo que le vale el título de “El jenízaro negro”. Su cara es angulosa, de rasgos marcados y cejas espesas que acentúan su firmeza de carácter. La línea se torna primorosa al referir la vestimenta de los personajes, o sea los diversos uniformes, las lujuriosas prendas que lucen las cautivas del harén y los atavíos de los visires, y revela una ardua labor de documentación de su parte. Los escenarios son superlativos, se trate de ciudades, palacios o humildes viviendas. Con la representación de bellas mujeres alcanza la exquisitez, y pese a los ornatos de su grafismo, no duda en mostrar cabezas decapitadas clavadas en picotas. Los desfiladeros y las montañas rocosas lo exhiben como un virtuoso y su planificación es insuperable.

Página de Dago

Tanto Alberto Salinas como Robin Wood han captado con inteligencia el montaje de los textos y viñetas de los episodios para que cierren con inusual unidad. Y ambos utilizan sólo las onomatopeyas y líneas cinéticas necesarias, sin abusar de ellas.
El último trabajo de Salinas fue Los signos oscuros, con guión de Ricardo Ferrari, y los años finales de su vida los dedicó a la pintura. En 1997 recibió el premio Yellow Kid, que terminó de consagrarlo como uno de los más sobresalientes dibujantes de este arte.


Germán Cáceres


Bibliografía

-Avilez, Ariel, “Dago”, en http://robinwoodcomics.org.
-Cáceres, Germán, La aventura en América. La palabra mágica, Buenos Aires, 1999.
-Gociol, Judith, y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
-http://comic-historietas.blogspot.com.ar: “Alberto Salinas. Una del ´Oeste´”.
-http://es.wilkipedia.org: “Alberto Salinas”.
-http://rebroteorganizandoeventos.blogspot.com.ar: “Pequeña biografía de grandes historietistas: Alberto Salinas”
-https://luisalberto941.wordpress.com.: “TOP-COMICS/ Thierry la Fronde por Alberto Salinas”.
-http://universalmedios.com.ar: “Alberto César Salinas”.
-Martinez, Carlos R., “Salinas, Alberto”, en http://milpluminesargentinos.wordpress.com.
-Telloli, Paolo, “Alberto Salinas”, en http://www.jorgevila.com.ar.

-Torres, Toni, “Capiango, el tigre de la quebrada”, en la publicación homónima, Buenos Aires, 2010.

lunes, 3 de marzo de 2014

EXPOSICIONES

OSVALDO LAINO
Entre el 21 de marzo y el 10 de abril expondrá dibujos de OSVALDO LAINO en la Casa Suiza, ciudad de Rosario. Integran la muestra “Un recorrido de ayer a hoy”, los trabajos del libro del mismo nombre.






Historietas por la identidad


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