lunes, 28 de noviembre de 2016

Algunos de los libros más recientes de LA DUENDES



AQUELLO INSÓLITO, de STANI


Un libro que mediante la historieta y el humor gráfico reflexiona sobre la vida y las costumbres de los humanos. Con un dibujo por momentos surrealista, se inscribe en las nuevas tendencias gráficas que se destacan a nivel nacional e internacional. 

88 pags., formato apaisado.



Yerbudín, de PACE

109 páginas. Un día, Dios creó al hombre en la Tierra y vio que era bueno. Otro día, Dios creó a los Verdes en el sistema solar de Zeta Reticuli y vio que era bueno. Pero un día el Hombre se encontró con los Verdes y Dios… vio que era malo… para él.

Presentación de Yerbudín
 Para leer nota de Germán Cáceres sobre Yerbudín, en Periódico Irreverentes



LIbro ALFREDO GRONDONA WHITE


Esta segunda edición ampliada (en contenido y tamaño) de ALFREDO GRONDONA WHITE, funciona como homenaje al autor. Presenta una selección de historietas, chistes unitarios y tiras cómicas que publicó en las revistas Humor, Humi, El Péndulo, Súperhumor y Berp (Uruguay), entre ellos la serie BESPI. Incluye muestras de originales y sus últimas actividades. Participan a modo de homenaje los autores Toto, Fer Calvi, Diego Parés y sus colegas de la revista Humor: Meiji, Lar, Tomás Sanz, Parissi, Tabaré y Barale. 110 páginas para disfrutar de uno de los grandes autores de la historieta y el humor gráfico argentino de las últimas décadas. En tamaño grande, 20 x 29 cm.


El libro ALFREDO GRONDONA WHITE, en Radar de Página12





Libros ¡Bairoletto! de Juan Dalfiume (segunda edición), Alfredo Grondona White (segunda edición, ampliada) y Yerbudín, de Pace
Nota sobre la segunda edición del libro ¡Bairoletto!, en LaBitácora de Maneco


Reimpresión de la segunda edición de Homenaje Malvinas.


"Patagonia Fantástica" (segunda edición) de Alejandro Aguado



Nota – entrevista realizada por la Agencia de Noticias TELAM, referida a  “PATAGONIA FANTÁSTICA”. Fue publicada en diarios de todo el país. La nota y muestras de dos diarios: El Patagónico y el Río Negro. Muchas gracias a Jorge Boccanera.

Para leer la nota de TELAM

jueves, 13 de octubre de 2016

Entrevista a DIEGO PARÉS. Por Germán Cáceres

Nació en 1970 en Haedo, Provincia de Buenos Aires.
Comenzó a publicar a los catorce años en la revista CantaRock.
Se recibió de maestro de plástica en la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia en 1987.
Entre 1987 y 2006 publicó en las revistas Humor, Sex-Humor, Humi (infantil), La Urraca, Billiken (infantil), Gente, Recreio de Brasil (infantil) y otras. Y para los diarios La Nación, Clarín y Página 12, de la Argentina.
Asimismo trabajó en publicidad como free-lance para diversas agencias y marcas.
En 1993 apareció el libro Buscando a Charly, material recopilatorio de la revista Humor.
En 1995 co-editó la revista de historietas ¡Suélteme!
Lanzó una veintena de libros para niños, entre los que se destacan los de Superbúsquedas 1 y 2.
En 2002 publicó Literatura Latinoamericana para principiantes junto a la escritora Florencia Abatte.
En 2007 presentó el libro de historietas El sr. y la sra. Rispo y lo expuso en el Centro Cultural Recoleta.
En 2008 publicó con destino al público infantil la colección de libros Monsterville y, para adultos – reuniendo material de la revista Barcelona –, La esperanza fue lo último que se perdió.
En 2011 apareció el libro de historietas Correrías del sr. y la sra. Rispo.
En 2014 salió el libro 500 dibujos.
Desde 2006 a la fecha colabora en la revista infantil Genios.
De 2010 a 2014 participó en la Agencia de noticias Télam, junto a Esteban Podetti.
En 2015 fue el turno de su libro Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero.
Actualmente publica Humor Petiso en el diario La Nación. También desde hace diez años lo hace en la revista Barcelona, y desde hace diez en la revista Fierro.



Germán Cáceres: Diego, en tus trabajos mostrás una extraordinaria versatilidad, tanto en los de humor, como en los de historietas. Pero en ambos casos sos eminentemente tributario del mejor grafismo. ¿Fuiste influido por tus estudios de Bellas Artes?


Diego Parés: Los estudios, durante la secundaria, me sirvieron para encontrar estructura en el dibujo, supongo. No se si en cuanto a la versatilidad. Eso de no tener un único estilo es algo que me pasó, no algo que busqué.



G. C.: Ví diseños de tu padre cuando ejercía de arquitecto entre 1972 y 1998. Son magníficos e, indudablemente, como vos señalaste en tu blog, se muestra como discípulo de Frank Lloyd Wright, ese genio de la arquitectura del siglo XX. ¿De qué manera esta disciplina repercutió en vos como artista?

D. P.:  Lo fundamental del laburo de mi viejo y cómo repercutió en mi fue el estar en contacto con gente que dibujaba, con tableros, rotrings, esas cosas, por un lado, y por el otro el contacto con la obra, la construcción, acompañarlo a las obras y estar con la gente que laburaba, los obreros, maestros mayores de obra, etc. Eso me sirvió para no ser tan mariquita y curtirme un poco. La arquitectura me gusta, me gusta dibujar y mirar casas, edificios y ciudades, toda esa cosa de los planos, sus luces y sombras.



G. C.: Observo que los cuadritos de Humor Petiso tienen un colorido plano muy original y llamativo, de indudable belleza. Los veo cercanos al cartoon, entendido como chiste de cuadro único. Los de Europa Oriental expresan un humor lunático y en su gran mayoría carecen de texto y giran hacia la plástica más que hacia la gráfica. Entiendo que en vos se dan todas las condiciones para transitar esta vertiente. Sería bueno que lo intentaras, total probaste con tantas búsquedas que una más no estaría fuera de lugar. ¿A vos qué te parece?

D. P.: Lo que pasa es que en general yo abrevé en la tradición yanqui, la española y la argentina de hacer humor. Los rusos y todos esos me gustan pero son más artísticos y en general menos graciosos. Siempre hay una pata oscura y grave detrás de sus chistes, algo que les quita gracia. Lo artístico no lo entiendo, ese es mi límite. Cada vez que pretendo hacer algo artístico no me lo creo ni yo. Me parece que lo artístico, lo elegante y lo bello son un poco enemigos de lo humorístico, si lo que uno pretende es causar gracia o que la gente se ría. Steinberg sí que me gusta.



G. C.: Siguiendo con Humor Petiso (recuerdo que en La Duendes se comentó que “es uno de los mejores libros de humor gráfico de 2015”) hay muchos chistes desopilantes que tienden al disparate, como en el cuadrito en que está cayendo una bomba y la gente, en lugar de huir y protegerse, le saca fotos con el celular. O el de la mariposa que escribe sus memorias y expresa: “Fue un día hermoso. FIN”. Son propios de esos cartoons europeos que te mencioné y – ¿por qué no? – de los Hermanos Marx. ¿Tuviste oportunidad de ver sus películas?

D. P.: No muchas. Recuerdo que una vez llevé a mi hermano menor, cuando el tendría once, doce años, a ver alguna de los Hermanos Marx a Hebráica, pero son de ese tipo de cosas que siempre uno escuchó lo buenas que son, pero no les dio demasiada bola. Puedo rescatar del cine de Chaplin o de los Hermanos Marx la cosa gestual y exagerada de actuar, artificial, que es algo que trato de aplicar al humor y las historietas.

De Revista Barcelona


G. C.: Si bien se insiste en que abrevaste en el arte de varios grandes del humor, como Calé, Quino, Fontanarrosa, Divito, Lino Palacios y Mazzone –lo cual comparto –, creo que cierta candidez que destilan tus chistes –inclusive los más corrosivos – evoca más a Héctor Torino  y al citado Adolfo Mazzone. ¿Estás de acuerdo o sólo se trata de una apreciación personal?

D. P.: Ojalá. Torino creó ese mundo tan humano del conventillo y eso no es fácil. Es como Tabaré, que todo lo que dibuja está vivo. Ojalá yo pueda llegar a ese grado de vitalidad en mis creaciones. Mazzone es un excelente dibujante, exquisito en sus mejores momentos, pero no lo leí tanto.

G. C.: En las colaboraciones que hacés para Barcelona, empleás un dibujo cercano al realismo, como en el que anuncia “¡Martinez de Hoz es el nuevo Papa!” ¿Te resultó difícil adaptarte a la óptica provocativa y audaz de esta publicación tan especial?

D. P.: No, para nada, con Barcelona se dio una casualidad inusual. Yo venía, allá por el 2001, 2002, haciendo un tipo de laburo político para mí, catártico más que nada, porque ya había cerrado la Humor, y cuando sale Barcelona ví que lo que yo hacía era muy parecido a lo que era la revista, así que fui a verlo a Mariano Lucano, su jefe de arte, y cuajé al instante. El realismo ya lo hacía a los dieciséis, diecisiete años, y lo cultivé bastante, de la mano del bebe Ciupiak, que era de allá de Haedo.



G. C.: Los retratos de Van Gogh, James Dean y William Bourroughs que aprecié en tu blog, ¿pertenecen al libro 500 dibujos? Por otra parte, los encuentro vinculados a la ilustración clásica: ¿lo ves así?

D. P.: Eso fue para una tira de homenaje a personajes clásicos del diario Clarín, que nos pidieron para la revista Ñ. Yo elegí a Clodomiro, el personaje de Sendra, que salía no en la página de los chistes, sino del otro lado de esa página, o sea en la anteúltima del diario, y lo relacioné con algunos outsiders como Bourroughs, etc. No están en 500 dibujos, en ese libro metí casi todo material no publicado en medios. Ese estilo viene de Crumb, del Crumb más realista, que a su vez es alumno de Thomas Nast, un dibujante yanqui del siglo XIX.



G. C.: La tapa de Fierro Nº 114 impresiona por su alucinante registro de cuatro freaks. También la del Nº 100  –en la cual contaste con la ayuda de Lucas Nine –, donde un monstruo que bien podría considerarse un alienígena está leyendo la misma revista escondido en una heladera. ¿Tenés alguna explicación de por qué se produce esta adhesión al feísmo tan común entre los historietistas y animadores cinematográficos actuales?

D. P.: Bueno, eso del feísmo es otra tradición, en la cual podemos nombrar a Napoleón, a Langer, a Podetti. No fue mi intención en esas dos tapas ser feísta. Tal vez las dos remiten a ser un freak, un bicho raro, un enfermito, un tipo medio despreciado o poco adaptado o algo así. Pero no son feístas, se quedan a medio camino. La verdad es que trabajar para Fierro es un dolor de cabeza por lo que implica Fierro y la mayoría de lo que hice para la revista no me deja satisfecho. La ayuda de Lucas, vamos a aclararlo de una vez por todas, fue ponerle un colorcito plano a cada loguito de las revistas que están dibujadas. Un detalle, pero que era necesario.

Cuadrito de Los 5 del Plumín


G. C.: El episodio de «El hombre elefante» en Chumbo (que realizás junto a Esteban Podetti) presenta una troupe de circo estrafalaria que desencadena una catarata de chistes. Sus diálogos son notables y sus colores de una delicadeza encantadora. Algo similar ocurre en la historieta en blanco y negro El origen de la CGT de los Argentinostambién con Podetti, que resulta comiquísima porque plantea que el discurso que preparó en esa oportunidad Rodolfo Walsh para Raimundo Ongaro en realidad se lo dictó un plomero que entró por casualidad a su departamento. ¿De qué manera trabajan en dupla? ¿Quién hace el guión y quién lo dibuja? ¿O se turnan? ¿Cómo se produjo esta empatía?

D. P.: Esteban hace los guiones, yo los dibujos. No hicimos nunca una mezcla, excepto en Los 5 locos del plumín, dónde la primera página que existió la dibujó Esteban y yo tomé el diseño de los personajes.
Con Podetti nos conocemos hace años, yo lo admiré en Fierro, luego lo conocí, luego hicimos la revista ¡Suélteme! y fuimos amigos, así que laburamos con cierto entendimiento. Yo creo que siempre estoy lejos de lo que los guiones de él piden, y me esfuerzo por entender cuál es la mejor manera de dibujar lo que es preciso, pero Esteban es un bocho y tiene muy clara la cosa, así que es difícil dibujar sus guiones.
Me resulta sorprendente que tanto en Humor Petiso como en Chumbo llamen la atención los colores, porque la verdad es que de color no sé nada y es la parte del laburo que menos me interesa. A mi me gusta dibujar.



G. C: Me parece que no te dedicaste al dibujo de aventuras para adultos. ¿Estoy en lo cierto? Porque es algo que se da en la historieta argentina contemporánea, sobre todo por parte de los talentos jóvenes. A mi me parece que el relato de aventuras (sea en cine, en novela, en televisión o en historietas) posee una magia que lo mantiene vigente. Hay un libro que pondera esta maravilla: La infancia recuperada, de Fernando Savater. ¿A qué se debe esta actitud –totalmente respetable, por cierto –de desapego hacia el género aventurero?

D. P.: Bueno, con Esteban tratamos de hacer algo. Dibujé unas páginas, pero la verdad es que no me da el cuero para dibujar aventuras como me gustaría que estuviesen dibujadas. El dibujante realista de historietas (Pratt, Del Castillo, Altuna, Enrique Breccia, Mandrafina, Otomo) o quien sea, es para mi un superdotado, un mago, algo a lo que nunca voy a poder acceder. Porque dibujar con un par de fotos es relativamente fácil, pero ya cuando tenés que hacer setenta páginas y rápido, la cosa cambia, ahí no te queda otra que saber. Por otro lado, no puedo dibujar si lo que hago no tiene algo de humor, me aburro, no le encuentro la gracia. Ese es otro de mis límites, lo artístico en el humor y lo realista en las historietas.



G. C.: Entiendo que la historieta para chicos potencia tu veta artística. Eso resulta evidente en Monsterville, con guión de Jorth, en la que se lucen las composiciones abigarradas, la espléndida gama cromática y la creación de personajes y de paisajes deslumbrantes. ¿Te pasó lo mismo ilustrando libros infantiles, por ejemplo con las Superbúsquedas que hiciste con Oche Califa?

D. P.: En Monsterville me puse el desafío de hacer un tipo de historieta humorística clásica, así como europea, aunque la principal influencia fue el Tío Rico de Don Rosa. Y laburé mucho. Recién había nacido mi primera hija y tenía más tiempo para cada cosa que hacía. En general en los laburos en los cuales no se espera de uno que haga arte, o dónde no hay que gustarle a otros dibujantes, sino al lector, yo me siento más relajado, sin tener que demostrarle nada a nadie.
Los libros de Superbúsquedas están bien, pero a medio camino. Después hice cosas muy superiores en eso de las búsquedas, laburando con más tiempo y a conciencia.



G. C.: En Literatura Latinoamericana para principiantes de alguna manera ensayaste un género didáctico ya que tus dibujos completan las explicaciones del texto de Florencia Abatte. Creo que este desafío posibilita un edificante ejercicio de imaginación. ¿Lo ves así?

D. P.: Para serte honesto, todo lo que dibujé ahí es lo que el guión pedía. Los textos vienen con descripciones de qué cosas dibujar, muy puntuales. El dibujante allí es completamente una herramienta de lo que el texto pide. Distinto creo que fue el caso del primer libro de esa colección, el Kafka de Crumb, dónde por fuerza deben haber laburado más a la par con el guionista. Creo que el de Bourroughs que hicieron Langer y Mira es otro ejemplo de un laburo hecho entre los dos mancomunadamente.
Es un libro al que le tengo aprecio porque fue mi primer libro editado después de mucho tiempo. Pero tiene algunos dibujos feos, debería redibujarlos.
Creo que de los libros que hice el que me deja más o menos contento es Correrías del sr. y la sra. Rispo.



G. C.: Algo infaltable en cualquier reportaje es preguntar ¿qué planes tenés para el futuro?

D. P.: No tengo planes. Tengo tres años metido en Autónomos porque me sacaron del monotributo justo ahora que tengo menos laburo que antes, así que los planes son ver como voy a hacer para pagar ganancias cada año sin que me rompan demasiado el traste. Así que un buen plan podría ser laburar en negro durante un tiempo. Tengo dos hijos, una niña de nueve y un pibe de tres, a los cuales deberé alimentar durante los próximos once y quince años cómo mínimo, o sea hasta mis sesenta y un años, con todo amor.

La idea es seguir dándole al parche con Humor Petiso, hacer libros y esas cosas, y todo lo que sea que hacemos hoy día los dibujantes de historieta, como sacar libros e ir a charlas y convenciones y todo eso. Y seguir intentando aferrarme al recuerdo medio nebuloso del tipo que quería aprender a dibujar y a hacer humor, y no pegarme un tiro y permanecer vivo o al menos aparentarlo.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Libro ALFREDO GRONDONA WHITE, por Germán Cáceres

(La Duendes editora, Comodoro Rivadavia, 2016, 110 páginas)

Nota: las imágenes son muestras de las páginas del libro



Este libro está integrado por una compilación de trabajos de Alfredo Grondona White (Rosario, 1938 – Buenos Aires, 2015) publicados en las revistas Humor, Súperhumor, El Péndulo, Humi y Berp (Uruguay). Junto con Andrés Cascioli y Tomás Sanz fue el fundador de Humor Registrado –de la cual creó su logotipo –.



El libro se inicia con un emotivo prólogo de Alejandro Aguado –que además coloreó las tapas – y una entrevista subida al blog de La Duendes en febrero de 2010. También hay homenajes de sus colegas de Humor (Meiji, Lar, Tomás Sanz, Julio Parissi, Tabaré, Jorge Barale y Daniel Pancú) y de El Toto, Fer Calvi y Diego Parés. Se debe destacar el aporte que prestó la Licenciada en Artes (UBA) Natividad Marón para el capítulo «El detrás de escena», en el cual se muestra el esforzado trabajo previo que emprendió el maestro (no le gustaba que lo llamaran así) en su obra. 


La temática de Grondona White es el costumbrismo, la vida cotidiana –su capacidad de observación es digna de un entomólogo –, como la gente que arroja papeles en la calle, boletos de colectivo, prospectos, cajitas y demás objetos («La calle está sucia»). Sus viñetas están siempre acompañadas de textos explicativos (algunos funcionan como refranes), es decir el chiste está dado por la conjunción de éstos con los dibujos, en los que importa la línea siempre sencilla  – como si tomara espontáneamente apuntes –, y a la vez ocurrente y graciosa.


Su humorismo destila ingenuidad, pero ésta puede ser aprovechada para entender la década de los ochenta y ver que algunas situaciones  –más allá de los cambios tecnológicos y de costumbres – se siguen repitiendo. Demuestra poseer una impresionante experiencia sobre la sabiduría popular al abordar hobbies como el aeromodelismo, la filatelia, los cursos por correspondencia y la vida matrimonial («Los metejones archivados»).


Las secuencias de historietas son cortas: rara vez pasan de una o dos páginas. A veces utiliza lo que él llama contraataques («Las madres quejonas», «Los viejos babosos»), en los cuales un primer cuadrito presenta una provocación de un personaje y el segundo la correspondiente respuesta del agredido. Lo valioso es que el primer cuadrito es por sí mismo un logrado chiste.


Los bespi (o sea pibes al revés) es una historieta protagonizada por chicos que salió en las revistas Humi y Súperhumor. Registra el costado risueño y disparatado de los juegos que ellos inventan burlándose de la realidad. Detrás de este enfoque humorístico se vislumbran los sinsabores que padecen los padres y la evocación de la frase “no es fácil criar hijos”.


Alfredo Grondona White es un libro imprescindible para todo entusiasta del humor gráfico.



Germán Cáceres  







miércoles, 7 de septiembre de 2016

LEYENDAS EN HISTORIETAS, por Germán Cáceres

LEYENDAS EN HISTORIETAS
Guión: Edgar Antonio Piñeiro / Dibujos: Eugenio Led –Jorge Emiliano Patino

(Gobierno Provincial de Corrientes, 60 páginas)



Es de celebrar y aplaudir la idea y producción de María del Pilar Salas para acercar al público infantil leyendas autóctonas en formato de historieta. Dado el poder de atracción que posee la imagen, esos lectores se pondrán en contacto rápidamente con estos mágicos mitos a través de un lenguaje que se enriquece día a día con las innovaciones de los historietistas contemporáneos.


Los guiones de Edgar Antonio Piñeiro son lineales para la mejor comprensión del texto, pero utilizan legítimos y valiosos recursos propios del género, como la moderna y original planificación. Además, enfoca los trabajos de Led a través de una anécdota que da cuenta de la leyenda, en cambio en los de Patino la desarrolla tal cual es.


Eugenio Led ilustró “El pombero”, “Kaa Pora” y “Karai Octubre”. Su gráfica apela a la síntesis y a siluetas recortadas en blanco y en negro. La coloración tenue embellece las viñetas.


Jorge Emiliano Patino (“El picaflor”, “El irupe” y “La yerba mate”) muestra su predilección por los colores vivos y se luce en los planos generales. Sus dibujos –como los de Led – son excelentes pero sencillos, aptos para los chicos.


La publicación ofrece al final un glosario rico y sumamente ilustrativo.
Es de esperar que este tipo de iniciativas se repitan en todo el país.





Germán Cáceres

viernes, 19 de agosto de 2016

Entrevista a SEBASTIÁN DUFOUR, por Germán Cáceres

Nació en 1971, en la Ciudad de Buenos Aires.
Es ilustrador y artista plástico.
Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”.
Ha publicado sus trabajos en varias revistas, entre ellas Noticias, Fierro, Rolling Stone, Cinemanía, Def, Gourmet y Orsai. Es colaborador permanente del diario La Nación. Durante años también lo fue de Perfil.

Sábat y Dufour

Ilustró libros, entre ellos: El niño envuelto, El escarabajo de oroLa carta robada, Dibujo argentino, Ilustración Argentina, Grafías, Samurai, El tango es puro cuento, Juan de este mundo, Luna con duendes, Política ATP, El país de los miedos perdidos.
Tuvo a su cargo las tapas de los libros La gran extranjera, de Michel Foucault; La economía de las desigualdades y La crisis del capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty; La riqueza escondida de las naciones, de Gabriel Zucman; El diálogo, de Graciela Fernández Meijide y Héctor Ricardo Leis, y Te amaré locamente, de Jorge Fernández Díaz.
Realizó numerosas exposiciones.
Algunas de sus múltiples distinciones fueron: 1er. Premio Dibujo, Concurso “El retiro”, CGP CBA (1999); Premio Diario Perfil 2009/2010 a la Mejor Ilustración; Mención especial en el Concurso de Pintura “Homenaje a Picasso” y Mención especial del jurado APTHGRA “Pintura al aire libre”, ambos de 2012; Premio ADEPA diario La Nación, Categoría Caricaturas e ilustraciones” (2013); 2º Premio Concurso de Pintura al aire libre “120 años de la Avda. de Mayo”(2014); 1er. Premio Concurso Nacional de Dibujo en homenaje al centenario del nacimiento de Aníbal Troilo y de Julio Cortázar (Centro Cultural Recoleta) (2015).




GERMÁN CÁCERES: Sebastián, en tus ilustraciones se observa un importante sentido pictórico que debe provenir de haber estudiado en Bellas Artes. ¿De qué manera funciona esta formación académica en tu trabajo?
  
SEBASTIÁN DUFOUR: Estudié en la Pueyrredón un par de años, no pude terminar la carrera. Pero ese tiempo funcionó como estímulo para interesarme por la pintura ya sea viendo libros, visitando muestras o pintando en caballete.
Sin dudas, esa información plástica se fue incorporando en mi manera de trabajar.



G. C.: En una biografía sobre tu obra que apareció en Internet leí que profesás una gran admiración por Picasso y por Giacometti. Sería interesante que expliques tu visión de la producción de estos dos grandes artistas del siglo XX.

S. D.: Me interesan particularmente porque son grandes dibujantes, más allá de su pintura o escultura. Sólo sé que ver sus obras, leer sus biografías o incluso ver fotos relacionadas a ellos me estimula a producir. De Picasso me atrae su continua búsqueda de la forma enmarcada en los temas clásicos -retratos, figuras, paisajes, bodegones, etc.- Y de Giacometti, por el contrario, aprecio la repetición de un concepto tanto en lo formal como en lo temático.


G. C.: En tus ilustraciones observo una atmósfera surrealista, cercana al espíritu de René Magritte. Por ejemplo, en una de ellas una hermosa y gigantesca boca de mujer –de dientes y labios espléndidos – está sostenida por varios hombrecitos muy pequeños. En otra, un novio diminuto se encuentra sentado en la mitad de una torta de casamiento, la cual está coronada por el vestido de la novia, del que sólo se ve una parte.  ¿Estás de acuerdo con esta apreciación o se trata de una percepción personal mía?

S. D.: Es una interesante apreciación y estoy de acuerdo, si bien no tengo muy presente a Magritte a la hora de trabajar. Pero es un artista que me encanta y al que siento cercano, cosa que no me pasa con casi ningún otro surrealista.




G. C.: Siguiendo con la pintura, un dibujo tuyo de bailarinas de ballet remite a los famosos cuadros de Degas. También hay uno que representa una noche con una especie de sol en lugar de luna, en el cual para mí sobrevuela la atmósfera de “La noche estrellada”, de Van Gogh. ¿Cuál es tu punto de vista acerca de estos dos eminentes representantes del impresionismo?

S. D.: Degas me fascina, es maravilloso. Me llama la atención la referencia a Van Gogh ya que no pensaba en él al hacer ese dibujo, pero bienvenido sea si en algo te lo recuerda. Recién pude disfrutar de sus obras cuando las tuve delante, en Ámsterdam. Me impresionó la calidad y cantidad de obras que logró en tan poco tiempo.


G. C.: Ya que sos un enamorado de la ilustración y de la pintura, ¿qué opinión te merecen tendencias como las intervenciones, las performances, las instalaciones y las distintas variedades del arte conceptual?


S. D.: Digamos que no estoy cerrado a visitar muestras sobre nuevas tendencias aunque me cueste un poco digerirlas. Será por la influencia de mi pareja Rossana, que tiene una idea más abierta del arte y ha realizado algunas performances bastante copadas.
Como enamorado de la ilustración y la pintura me quedo con el tablero y el caballete.
Lo más cercano al arte en vivo que experimento es cuando pinto o dibujo frente a la mirada de espectadores.                       


G. C.: ¿A cuáles ilustradores admirás? Me imagino que a clásicos como Gustave
Doré o como, más cercanamente, Charles Dana Gibson y James Montgomery Flagg. ¿Pero quienes son para vos los máximos exponentes contemporáneos de este arte?

S. D.: Conozco más de ilustradores contemporáneos como Norman Rockwell, Mort Drucker, Al Hirschfeld, Alberto Breccia, Carlos Nine, y las ilustraciones de los pintores como Daumier y Alphonse Mucha.



G. C.: ¿Cómo experimentás tu trabajo de ilustrador de libros, sobre todo de los destinados a los jóvenes?

S. D.: Siempre es un desafío ilustrar, ver de que manera contar algo y que sea original e interesante tanto para jóvenes o adultos. Pero el mayor esfuerzo me surge a la hora de ilustrar para niños pequeños en donde la fantasía es lo más importante. Aparecen  planteos diferentes a lo que es habitual para mí. Como mi estilo tiende a ser realista, me resulta difícil dar con el lenguaje plástico adecuado.


G. C.: ¿Y respecto a las tapas de libros?

S. D.: Busco una imagen potente y clara a la vez. Finalmente gana mi estilo pictórico por sobre lo lineal.




G. C.: Me entero por la web que colaboraste en varios estudios de animación. ¿Qué tal tu paso por este ámbito?

S. D.: Generalmente me llaman de algún estudio de animación porque les interesa mi soltura al dibujar, cierto aire “plástico” que puedo aportarles en contraste con lo frío que puede resultar trabajar solamente con lo digital. Así que hago lo mío y no me meto mucho en la animación en sí o en el 3D, sólo agrego mi toque en el mejor de los casos.


G. C.: ¿Tuviste oportunidad de ver algún filme de Hayao Miyasaki o de Bill Plympton?

S. D.: Si, claro. Ambos son geniales. Hace unos cuantos años hice unas ilustraciones para un libro infantil La princesa y la Luna que nunca se editó -al menos hasta ahora-. Me doy cuenta recién con tu pregunta que allí, en los personajes, hay algo de Miyasaki.




G. C.: En la composición y distribución que planteás se observa una melancolía que –en mi opinión – parece ser de origen literario. Por lo menos tal sensación se desprende de una ilustración sobre la novela Si te vieras con mis ojos, del chileno Carlos Franz. En ella se observa un paisaje de ensueño en blanco y negro con ornatos en gris. Hay palmeras y en la orilla del río una pareja elegantemente vestida. Más allá se divisan montañas. ¿Compartís esta impresión?

S. D.: Agradezco la observación. El haber colaborado durante tantos años en el Suplemento literario ADN de La Nación hizo que me relacione más con la literatura, que me acerque a los escritores a través del dibujo, sumado a la lectura que uno hace de por sí.


G. C.: También se puede señalar un costado metafísico en tus figuraciones borrosas, casi fantasmales y con personas estilizadas a la manera de Giacometti. Así, en una de ellas un chico está corriendo en una llanura desierta, al parecer dirigiéndose hacia un vacío absoluto. De paso advierto que aparecen muchos pibes en tus obras, como esa maravilla que representa a un niño que juega a la pelota frente a una casa en Devoto.

S. D.: La niñez aparece bastante en lo que hago, me lo han hecho notar varias veces.
¿Será por que recuerdo mi infancia con muchísima alegría? Jugar a la pelota y dibujar es estupendo y lo haría toda la vida, aunque ahora estoy un poco alejado de las canchas.
¿Cómo representar lo eterno de un recuerdo? Sin darme cuenta, las imágenes desdibujadas, fuera de foco ó sugeridas que ilustro, conectan más directamente con lo emocional, lo espiritual, lo universal.



G. C.: Es innegable que en tu grafismo se advierte una tendencia preciosista, así como un enfoque moderno que busca la originalidad. En un retrato de Kafka sólo asoma una mínima parte de la cara mientras un pincel la está dibujando. Acompañando una nota publicada por La Nación, se distinguen –predominando el tono rosa – el plano medio de una chica sensual y cerca de ella a un muchacho que duerme cubierto por una sábana. Estos detalles parecen formar parte de tu estética. ¿Es así?

S. D.: Sí, tengo la tendencia a buscar lo simple, a no complicar las cosas gráficamente hablando, pero a la vez me gusta que se aprecien volúmenes, texturas, luces, sombras, etc. Me interesa que el dibujo dé la apariencia de haber surgido fácilmente, casi sin esfuerzo. Para que esto suceda muchas veces repito el trabajo -puedo estar horas tratando de solucionar esa complejidad-. Busco un resultado que tienda a resultar natural, como la caligrafía japonesa.




G. C.: Tango cruzado, con guión de Max Aguirre, es la única historieta que hiciste. Sin embargo, revela, además de un sentido innovador, un sólido conocimiento técnico sobre la composición de página y el manejo de los planos. Asimismo, hay audaces perspectivas inclinadas y onomatopeyas de variados diseños. Responde al clima nocturno y fantasmagórico de tus ilustraciones. ¿Te sentiste cómodo en el género? ¿Pensás volver a él?

S. D.: Gracias a la propuesta de Max de hacer esta historieta, me acerqué al género. Dibujando Tango Cruzado fui ganando entusiasmo y descubriendo que salían cosas interesantes en cada página. Fuimos, a través de los capítulos, ampliando las viñetas y disminuyendo el texto; así, el relato ganó en lo visual.  
Los historietistas tienen un oficio y ritmo de trabajo que no sé si está dentro de lo que prefiero. De todos modos, alguna historieta cada tanto haría ¿por qué no?


G. C.: ¿Aparte de seguir con las ilustraciones, tenés algún otro proyecto?


S. D.: Los proyectos van surgiendo para mi sorpresa sobre la marcha, y si se dan las condiciones necesarias uno se suma. En lo personal simplemente dibujo, ilustro y, de tanto en tanto, me animo a la pintura a mayor escala. Eso es todo.