jueves, 8 de diciembre de 2011

Entrevista: Leopoldo Durañona

ESCAPE EN TREN

Por Germán Cáceres

Nació en 1938, en Buenos Aires, Argentina. Cursó estudios de dibujo y pintura en la Academia Superior de Bellas Artes y de estética y dibujo en la Facultad de Arquitectura (UBA).

Dibujó historietas para las editoriales Columba, Frontera y la Fleetway Publishers de Londres. Colaboró en las revistas Para Ti, Billiken, Maribel y Semana Ilustrada, y en las editoriales Codex, Abril y Atlántida. Hizo trabajos de publicidad para importantes agencias y canales de televisión.

En 1974/5 realiza en EE:UU. historietas para la DC Comics y la Warren.




En 1981/2 trabaja en México e ilustra “Episodios mexicanos” y varios volúmenes de la colección México, Historia de un Pueblo. Es invitado por la Secretaría de Educación de la Presidencia para participar como jurado en el “Encuentro Internacional de la Historieta”.

Nuevamente en EE:UU. ilustra numerosos libros y realiza storyboards de filmes publicitarios. Ha creado personajes y diseños para películas de dibujos animados de Hanna Barbera. En la actualidad trabaja en el departamento de animación de la Marvel Productions Ltd., en Los Ángeles.

(Entrevista celebrada en Buenos Aires).



Ilustración de Raza de Escorpiones, de Durañona, como tapa de Hora Cero (edición de los años 90)

Germán Cáceres: Leopoldo, estás radicado en los EE.UU. desde hace unos diez años y en la Argentina hay poca información sobre tu obra. Se sabe que dibujaste series de terror en las revistas Creepy, Eerie y Vampirella. Lamentablemente nos han llegado pocas historietas tuyas en este período: en El Péndulo apareció una sobre la Guerra del Paraguay y en Fierro, Los ángeles caídos, ambas con guión de Saccomanno.

Leopoldo Durañona: Esos trabajos que acabás de mencionar los había concretado con anterioridad en la Argentina. La Guerra del Paraguay sólo puede interesar aquí, pero Los ángeles caídos me los llevé a los EE.UU. y los vendí a la Warren. El primer trabajo lo conseguí a la semana de arribar y fue para una revista de terror que editaba la DC. Llegué a los EE.UU. de paso hacia Europa, pero siguiendo un consejo de un amigo presenté mis dibujos a la Marvel, donde en la misma puerta de entrada me dijeron que no necesitaban nuevos historietistas. Luego los mostré en DC y tuve suerte, pues gustaron a todos, de los muchachos que me recibieron hasta los directores de arte.



Página de Raza de escorpiones

G.C.; ¿Te sentiste cómodo en el género de terror?

L.D.: Sí, por supuesto, es el tema principal que yo traté en la Argentina. En realidad, en los EE:UU. me sentí cómodo en materia de historietas al estar al margen de lo que produce masivamente: el superhéroe. Estoy incapacitada para encarar este tipo de historietas porque no me gustan y no las entiendo. No me explico la razón de su éxito, el por qué se las lee: el superhéroe no ofrece ninguna emoción o suspenso, pues no puede sufrir ni lastimarse y terminará ganando. ¿Para qué perder el tiempo leyendo sus hazañas?: con mirar el primer y el último cuadrito sería suficiente. Me interesa la historia humana, con personajes sufrientes, en la que se ignora si al final ellos podrán sobrevivir a la aventura.

G.C.: Para Humberto Eco el sortilegio de la historieta y de la novela policial tradicional reside en los mensajes redundantes que transmiten, en el placer que halla el lector al saber que no se topará con ninguna sorpresa, que los personajes actuarán de una sola manera y no de otra. Siguiendo esta línea interpretativa, el superhéroe encarnaría entonces la redundancia pura, ya que de antemano se conoce todo lo que va a ocurrir: de allí la razón de su repercusión.

L.D.: Puede ser. Otra característica de los EE:UU. a la que no pude adaptarme y que he logrado soslayar es la de trabajar con ayudantes. Yo soy muy individualista, quiero ver sólo mi mano en el dibujo y que tanto los aciertos como los errores sean de mi absoluta responsabilidad. En cambio, en EE.UU uno dibuja a lápiz, otro lo entinta y un tercero le pone el color.


Página de Raza de escorpiones

G.C.: Art Spiegelman, el director de la revista norteamericana Raw, coincide con tu punto de vista. Rechaza la tarea corporativa, industrial, cuya división de trabajo sumerge al artista en el anonimato ya que cualquier dibujante puede ser reemplazado por otro.

L.D.: Bueno, artista es un “gran decir” para EE.UU., en donde la historieta es el último “orejón del tarro”. Según los directores, uno no decide dibujar historietas, sino que se dedica a ellas porque no sabe hacer otra cosa.

G.C.: ¡Qué raro! Porque EE.UU. es la cuna del género y uno de los países que produce y distribuye mayor cantidad de historietas.

L.D: Yo creí que iba a la cuna de la historieta y lo es, pero para mí también es la muerte de la historieta.

G.C.: Y sin embargo ha dado grandes creadores como Foster, Raymond, Caniff...

L.D.: Ellos trabajaron para periódicos y ése es otro nivel. En los EE.UU está todo tan estratificado que el historietista de las daily-strips goza de una consideración superior que el de los comic-books.


Página de unitario publicada en Címoc, España.

G.C.: Pero esa visión de la historieta, ¿no será propia de California? Digo esto porque vivís y trabajás en Los Ángeles. ¿En Nueva York sucede lo mismo?

L.D.: Mi opinión comprende a Nueva York, donde trabajé y residí varios años. Aclaro que esta óptica sobre el fenómeno de la historieta en los EE.UU. es personal y corresponde a la experiencia que yo viví allí.

G.C.: Pero a pesar de estas circunstancias, ¿pudiste abordar favorablemente tu labor de dibujante de historietas?

L.D.: En lo que yo realicé me sentí a gusto. Después de trabajar dos años para la DC colaboré en la Warren por cinco años en las revistas que mencionaste. La editora Louise Jones estaba en muy buenas relaciones conmigo y le agradaba mi producción; además, pude experimentar nuevas técnicas, especialmente empleando fotografías.

G.C.: ¿Sólo hiciste historietas de terror en EE. UU:?

L.D.: En la Warren emprendí toda clase de historietas: policiales, de guerra, históricas, de terror.



G.C.: Retomando el tema de que en los EE.UU no se considera a la historieta un arte, para vos ¿lo es?

L.D.: Para mí es un arte muy importante porque nos puede comunicar. Pero ha sido mal aprovechado; por ejemplo no se lo ha utilizado suficientemente en el aspecto educativo.

C.G.: ¿Cómo se ve la historieta en Europa?

L.D.: Allá el historietista está valorado, tanto que cuando llega a los EE:UU un Moebius, se lo reconoce y admira: ocurre que ellos también están mirando hacia Europa. Como verás, no deja de ser un hecho curioso.

G.C.: ¿Qué país europeo está más evolucionado en materia de historietas?

L.D.: Por lo que yo sé Francia, pero estimo que en toda Europa en general la historieta ofrece productos más atrayentes y está dirigida a otros niveles.

G.C.: ¿Quiénes serían para vos los grandes artistas de la historieta?

L.D.: No quisiera hacer nombres: yo encarnaría una especie de extracto de todo lo que he visto y me ha gustado. Si algo resulta relevante se absorbe e incorpora, aunque provenga de un dibujante desconocido.

G.C.: Se dice que sos discípulo de Alberto Breccia; ¿es así?

L.D.: Sí, me considero un discípulo de Alberto Breccia. No obstante, como la mayoría de los dibujantes de historietas soy autodidacta. Yo he dibujado desde pequeño y aprendí solo muchas cosas, pero la influencia de Alberto resultó fundamental en un momento de mi vida.

G.C.: ¿Fuiste su ayudante?

L.D.: No, asistí a un curso especial dictado por Alberto, al cual concurrieron otros dibujantes que ahora son profesionales muy valiosos. Allí nos dimos fuerzas unos a otros a través de una competencia estimulante, de un cierta envidia “sana” que nos hacía dar lo mejor de nosotros para superar los trabajos de los demás compañeros.

El dibujante de historietas es un solitario, y en mi caso particular me esfuerzo por agradar a mis amigos y seres queridos: no puedo dibujar para rostros en blanco cuya identidad desconozco.



G.C.: ¿Qué proyector tenés actualmente?

L.D.: Estoy trabajando en el departamento de animación de la Marvel, en Los Ángeles. Diseño personajes y los artefactos que ellos necesitan, como ser espacionaves, extraños mundos y salas de computación. Como te habrás dado cuenta, prevalece la ciencia-ficción. Mis ilustraciones son utilizadas en presentación de nuevos filmes.

Aunque he vivido bien de este trabajo en los últimos cinco años, pues económicamente es muy conveniente, estoy tratando de dejarlo porque mis aportes no se aprecian, desaparecen en cuanto entran en la cadena de producción y son tomados por los animadores. Esto me molesta bastante porque me formé viendo mis dibujos publicados en revistas y libros. Por eso quiero volver a las historietas y tengo los ojos puesto en Europa, sobre todo en Francia, donde creo que están los editores mejor organizados. Sé que es un proyecto muy difícil y a la vez fascinante: en Europa nadie me necesita, abunda una gran cantidad de artistas y hay una intensa competencia. Es un enorme desafío.

G.C.: ¿Qué historieta pensás realizar para Europa?

L.D.: No cuento con una idea definida, pero la intención es hacer una historieta de aventuras de formulación simple y clara, como “las de antes”. Es decir todo lo contrario a las historietas complicadas e intelectuales de hoy en día.

G.C.: ¿Un retorno a la llamada “edad de oro” de la historieta?

L.D.: Sí, en cuanto ello comporta no concebir historietas para elegidos.



G.C.: Entiendo que cierto tipo de historieta al sofisticarse demasiado se aisló del público.

L.D.: Sí, esa historieta se ha marginado sola, enredando al lector y obligándolo a desentrañar ilustraciones y textos. Es un material pesado, que exige atención y esfuerzo. En esta etapa de mi vida pienso que el hombre no puede arreglar el mundo ni se va a arreglar a sí mismo, de modo que estoy al margen de estas inquietudes políticas e intelectuales. Para mí la historieta debe ser un entretenimiento que permita transcurrir fluidamente por sus páginas, una evasión como el cine y la televisión. Me interesa plasmar algo masivo, que guste a más gente que a menos.

G. C.: La potencia de la historieta proviene de su simplicidad e inocencia. Si se la complica con intelectualismo creo que se desvirtúa la poesía que lleva implícita en su sencillez.

L.D.: En cierto sentido estoy hablando contra mí mismo, porque soy un dibujante que ha esgrimido nuevas técnicas recargando las historietas con efectos.

G.C.: ¿Cuál es el motivo de tu actual estada de un mes en la Argentina? ¿Viniste a visitar familiares y amigos? ¿O responde a cuestiones de trabajo?

L.D.: Vine ingenuamente a pasar las vacaciones y descansar. Pero tuve tantos encuentros que viví acelerado y con muchas dificultades de horario. ¡Pienso poder descansar cuando vuelva a Los Ángeles!

Ahora bien, como el proyecto de historieta del cual te hablé me demandará un tiempo largo y no generaré ingresos, tal vez me convenga llevarlo a cabo aquí y no en Los Ángeles por razones estrictamente económicas.



G.C.: Claro, vivir en Los Ángeles es mucho más caro.

L.D.: También lo aprovecharé en un sentido afectivo, aunque esto me atemoriza. En EE:UU me he vuelto algo huraño y he vivido una vida de trabajo, no de sociabilidad, lo que me ha permitido ser más productivo.

G.C.: Pero si llegaras a regresar por un año, ¿no es factible que hagas alguna historieta de ambiente nacional?

L.D.: Es posible, pero no tengo nada en firme.

G.C.: ¿Qué pensás de la historieta argentina?

L.D.: Hoy la historieta argentina no existe. Los grandes dibujantes se han ido. Curiosamente, uno se entera que hay un prestigioso dibujante argentino que vive en España y produce algún material para la Argentina. Un artista como Alberto Breccia vive acá y vende sus historietas en Europa, las cuales no son compradas en el país. Existe sí, la editorial Columba, de quien se han reído los dibujantes y guionistas de avanzada, y la subestimaron, pero, sin embargo, la editorial Columba ha enterrado a las demás revistas de historietas y ahí continúa.

G.C.: Hay revistas porteñas que publican historietas de argentinos residentes en Europa. Para vos, ese material ¿sería nacional?

L.D. : No, es historieta europea pues está dirigida principalmente a ese público. Debo agregar que un problema muy serio aquí es la distribución. Era grave cuando me fui y ahora veo que continúa igual. La maneja una mafia que puede tomar una revista y hundirla en el segundo número porque a ellos no les conviene que surja o porque alguien les paga para que lo hagan.

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G.C.: ¿Por qué te radicaste en EE:UU si ya tenías un nombre y un lugar en el mercado argentino?

L.D.: Son muchos los motivos. ¿Querés que te los digas todos?

G.C.: Adelante.

L.D.: Lo principal es que deliraba en sueños y en la realidad con que había un tren en algún lado que se estaba yendo y yo no lo podía alcanzar. En EE:UU. alcancé ese tren. Pero esto es algo psicológico, una cosa demasiado personal quizá.

G.C.: Sí, es muy íntima, pero el símbolo se entiende.

L.D.: Puedo decir también que el país me echó. No podía aceptar que un teléfono no funcionara y encima hubiese que pagarlo; sentía que me estaban metiendo la mano en bolsillo y robándome el dinero. La corrupción y cosas como ésa me echaron.

Otro motivo es que yo estaba trabajando muy bien para muchas revistas y agencias de publicidad, y pensé qué sucedería dentro de diez años ¿seguiría haciendo lo mismo? Necesitaba algo nuevo y diferente. Por eso también me fui. Además, la situación política me echó.

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G.C.: ¿Militabas en algún partido?

L.D.: Militaba desde el tablero de dibujo, pensaba, tener una opinión era entonces peligroso, aunque no se agarrara un arma. De todas maneras, cuando me fui del país nunca imaginé lo que se iba a desencadenar. No puedo negar que tuve mucha suerte.

G.C.: ¿Pensás volver a la Argentina en forma definitiva?

L.D.: Es muy difícil contestar tu pregunta. Sería aconsejable que todo aquel que desee irse del país por muchos años supiera a qué se expone. Va a ser una persona sin hogar, sin patria y sin un lugar donde volver. Así es como me siento: desde que me fui no puedo decir vuelvo a casa. Yo no tengo casa, soy como un gitano, me da igual vivir en cualquier lado. Uno siempre es un extraño, un extranjero.

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G.C.: ¿Ese tren que una vez alcanzaste en EE:UU., no estará esperándote en tu país?

L.D.: ¿No será en Francia? O quizás tengas razón; el tren que me llevará a Francia puede ser lo que tome aquí, realizando el proyecto en la Argentina.

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De Charlando con Superman, de Germán Cáceres (Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1988, 224 páginas).

4 comentarios:

Julio Carreras dijo...

Gracias por este reportaje. Admiré y admiro a Durañona desde mi infancia (como dibujante). Pese a ello, no me agrada lo que dice respecto de que "el país lo echó". Cuando nos vamos, es porque no comprendemos que el verdadero desafío para cualquier argentino es quedarse, para mejorar la Patria donde nos ha tocado nacer.

Deborah Vidret dijo...

muy bueno

Deborah Vidret dijo...

muy apropiado y enriquecedor

Unknown dijo...

hola, por su estilo, su personalidad y toda su creatividad Leo tiene por todo lo alto un lugar en el mundo de la historita, cómo se podría hacer contacto con él ? algun correo, gracias por leer zuccrin@gmail.com Juan Armando