(Buenos Aires, 1.11.1932/27.11.2004)
Diego Aballay y Alberto Salinas (foto gentileza Aballay) |
Debutó como historietista el 19.8.1952 en la revista Superhombre con Capiango, un justiciero criollo que usa máscara y que lucha en
Salta a principios del siglo XIX contra la ocupación española, pues está a favor
de Güemes y sus guerrillas gauchas. Su verdadera personalidad es la del aristócrata y
estanciero Santiago Linares, un melómano refinado que simula simpatizar con los
realistas. Los guiones pertenecen a Edgardo Pareto (luego fue reemplazado por Luis
Lanús), y el personaje entraña casi un calco del famoso El Zorro, creado en 1919 por Johnston McCulley. El dibujo en blanco
y negro participa del estilo ilustración de su padre, José Luis Salinas, el prominente
artista de Cisco Kid, en la que Alberto
colaboró. Ya en Capiango su plumeado
es superlativo y magistrales las aplicaciones de pincel que destacan la figura
del héroe, vestido totalmente de negro. Abundan escenas nocturnas de composición
impecable y notable calidad plástica –con impactantes siluetas-. El dibujante
comienza a exhibir magníficas tomas en picada (que empleará en Dago, su obra cumbre), y el primor
estético de su línea. Su representación de caballos asombra, sobre todo cuando
está galopando el Moro. El guión de Pareto no abusa de los textos, pero expone
los pensamientos y planes del protagonista, que no deja de emitir comentarios
humorísticos acerca de sus hazañas. Salinas la dibujó hasta 1953, cuando fue
reemplazado por su primo, Carlos Vogt, otro grande. Toni Torres comentó que “si
bien no deja de ser una copia de Don Diego de La Vega (El Zorro), nuestro personaje se nos hace bastante argentino,
rodeado de gauchos y tomando mate”.
Capiango, en revista Superhombre, 1953. |
Antes Salinas había trabajado en publicidad (realizó una tira llamada Las aventuras de Odolito). En 1953 empieza
a colaborar con la editorial Columba (crea Safari
argentino, con guión propio) y con Fleetway Publications, de Gran Bretaña. Para
Europa gestó la historieta Kit Carson,
que fue reproducida luego en revistas argentinas. En 1961 dibujó para la
editorial italiana Eurostudio las historietas de molde histórico Spartaco, La batalla de Lepanto, La
silla de Malta y Rurik el vikingo. Entre 1966 y 1969 dibuja Thierry la Fronde , una adaptación de una serie
televisiva francesa. En los años setenta grafica Moira la esclava de Roma, publicada por la revista portuguesa Jurnal de Cuto, y para la editorial
Record (Argentina) con textos de Alfredo Julio Grassi, El continente negro, Hombres
de la Legión ,
Los voortrekkers y Los vikingos.
Página de Safari Argentino, en Pif Paf |
Siempre en blanco y negro, Los vikingos exterioriza un salto
impresionante en el estilo de Alberto Salinas: mayor seguridad en el trazo,
nivel de composición audaz y ritmo arrollador en las luchas cuerpo a cuerpo y en
los movimientos de los personajes. Recurre a la línea curva para diseñar los
cuadritos y muchos de éstos se ensamblan entre sí. Las indumentarias y armas de
los vikingos están plasmadas con un soberbio despliegue gráfico. Hay un plano
general de una flota de naves frente a Constantinopla de extrema belleza. El
guión de Grassi se adapta con solvencia a los códigos del relato de aventuras,
que incluye un inevitable romance entre Eric, el vikingo, y Odyle, la hija de
su enemigo. En algunas páginas de acción y dramatismo de Hombres de la Legión ,
Salinas elimina los marcos de las viñetas. Como siempre, su gráfica se exhibe
meticulosa y refinada en los detalles. Acude a una amplia gama de manchas y
rayas para representar el ropaje y el entorno de los personajes. La escritura de
Grassi propone una visión amarga de la Legión Extranjera : “pensó en la
dorada leyenda y en la sucia realidad que entreveía”.
Página de Rurik el vikingo, en El Tony |
A partir del 23 de junio de 1981 comienza a dibujar Dago en Nippur Mágnum Todo Color Nº 1, con textos de Robin Wood, que llegó
a salir hasta el 2000, en que aparecen los últimos ejemplares de la Editorial Columba ,
y cuyo cierre definitivo se produce el año siguiente. Dago fue un suceso internacional ya que la editorial Eura la
publicó en Italia, y su éxito perdura hasta la actualidad, con el arte de
Carlos Gómez, que acompaña con suma maestría a Wood. Éste también formó equipo
con Alberto Salinas en Drácula –una
derivación (spin off) de Dago-, Chaco, Los Borgia y La hermandad filibustera (que se conoce,
además, como Morgan el pirata).
Página de Dago |
La historia de Dago se inicia
en el siglo XVI en la
República de Venecia, que estaba en guerra con los turcos, y
narra la venganza de César Renzi, el único sobreviviente de una aristocrática
familia que fue brutalmente asesinada porque descubrió el complot que tramaban varios
miembros de la nobleza con el Sultán del Imperio Otomano. A César Renzi lo apuñalan
con una daga y lo arrojan a los canales de la ciudad, pero lo rescata un grupo
de piratas y lo convierte en esclavo. A partir de allí, se transforma en Dago
debido al arma con que fue herido, y se lanza a intensas aventuras tanto dentro
del ámbito islámico como del europeo, y llega a codearse con el rey Francisco I
de Francia. (Notable el trabajo que concretó Ariel Avilez reseñando el
argumento de esta serie).
Publicidad de Dago, ilustrada por Salinas. |
Dago
es un prodigio de narración aventurera. Robin Wood siempre alardeó de su
condición de infatigable lector. Por lógica debe haber abrevado en los grandes
clásicos del género, como Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Rafael Sabatini, la Baronesa de Orczy, Julio
Verne, Karl May, Gustavo Aimard, Maine Reid, Zane Grey, James Fenimore Cooper,
Jack London, Rider Haggard y la lista sería interminable. Por supuesto, que deben
añadirse las versiones cinematográficas de las obras de estos escritores.
Algunas de estas influencias determinan que el relato contenga un clima de exotismo,
varios elementos folletinescos y un giro romántico, como en el capítulo donde
una hermosa joven se desfigura el rostro por amor.
Página de Drácula |
Tal vez una clave significativa se encuentre en Salgari, dado que
varias de sus novelas versan sobre el ansia de reparación que experimenta un
héroe por el asesinato de un familiar y el patológico amor que siente hacia la
bella hija de su mortal enemigo (Honorata de Wan Guld en el Corsario Negro, y Mariana en Sandokán). Pero el modelo por antonomasia
lo aporta, sin duda, El conde de
Montecristo, de Alejandro Dumas, en el que Edmundo Dantes, adoptando el
nombre del citado conde, materializa una fanática venganza contra quienes lo
encarcelaron injustamente. Además, a lo largo de la saga de Dago suele haber odios irreparables
entre padres e hijos que sólo concluyen con la muerte cruel de uno de ellos.
Dago piensa como un escéptico, pese a no despreciar ningún placer terrenal ni los romances con mujeres,
pero su anhelo de represalia es ilimitado: “Tú no crees en nada ni en nadie
¿eh, Dago? En las venas, en lugar de sangre, tienes veneno”, le espeta un jenízaro.
Página de Dago |
De allí que en los textos explicativos y en los diálogos de Dago impera una prosa literaria (“El mar
azul se cierra sobre la patética isla humana que se disuelve en sangre y
nieve…”/ “Y los marinos evocaron en las inmensas tormentas y el blanco vuelo de
las gaviotas la visión de un rostro de mujer en algún muelle lejano…”/ “La
noche fue helada y lenta y se arrastró con una larga viscosidad de serpiente…”).
Por ello se disparan reflexiones sobre la condición humana: un personaje
abyecto no duda en proclamar que “No me hables de justicia, renegado. Soy un
hombre adulto y sé que la justicia es un caballo de muchas monturas”. En cada
capítulo aparece una nueva figura que suele contar su peculiar historia, cuyo
desenlace ocurre al final, de modo que aquél funciona como si fuera
autoconclusivo. Y a muchos tipos queribles les llega la muerte, de manera que ésta
se arroga el derecho de constituirse en una protagonista adicional.
Alberto Salinas demuestra que el cuerpo humano carece de secretos para
su oficio. El físico musculoso de Dago evoca las mejores expresiones del
clasicismo grecorromano, y resplandece majestuoso con el atuendo que le vale el
título de “El jenízaro negro”. Su cara es angulosa, de rasgos marcados y cejas
espesas que acentúan su firmeza de carácter. La línea se torna primorosa al
referir la vestimenta de los personajes, o sea los diversos uniformes, las lujuriosas
prendas que lucen las cautivas del harén y los atavíos de los visires, y revela
una ardua labor de documentación de su parte. Los escenarios son superlativos,
se trate de ciudades, palacios o humildes viviendas. Con la representación de
bellas mujeres alcanza la exquisitez, y pese a los ornatos de su grafismo, no
duda en mostrar cabezas decapitadas clavadas en picotas. Los desfiladeros y las
montañas rocosas lo exhiben como un virtuoso y su planificación es insuperable.
Página de Dago |
Tanto Alberto Salinas como Robin Wood han captado con inteligencia el
montaje de los textos y viñetas de los episodios para que cierren con inusual
unidad. Y ambos utilizan sólo las onomatopeyas y líneas cinéticas necesarias,
sin abusar de ellas.
El último trabajo de Salinas fue Los
signos oscuros, con guión de Ricardo Ferrari, y los años finales de su vida
los dedicó a la pintura. En 1997 recibió el premio Yellow Kid, que terminó de consagrarlo como uno de los más sobresalientes
dibujantes de este arte.
Germán Cáceres
Bibliografía
-Avilez, Ariel, “Dago”, en http://robinwoodcomics.org.
-Cáceres, Germán, La aventura en América. La palabra mágica,
Buenos Aires, 1999.
-Gociol, Judith, y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia. Ediciones de la Flor , Buenos Aires, 2000.
-http://comic-historietas.blogspot.com.ar: “Alberto Salinas. Una del
´Oeste´”.
-http://es.wilkipedia.org:
“Alberto Salinas”.
-http://rebroteorganizandoeventos.blogspot.com.ar: “Pequeña biografía
de grandes historietistas: Alberto Salinas”
-https://luisalberto941.wordpress.com.: “TOP-COMICS/ Thierry la Fronde por Alberto Salinas”.
-http://universalmedios.com.ar: “Alberto César Salinas”.
-Martinez, Carlos R., “Salinas, Alberto”, en http://milpluminesargentinos.wordpress.com.
-Telloli, Paolo, “Alberto Salinas”, en http://www.jorgevila.com.ar.
-Torres, Toni, “Capiango, el tigre de la quebrada”, en la publicación
homónima, Buenos Aires, 2010.
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