Esta
revista apareció en octubre de 1974 y sólo duró cuatro números. Se había
propuesto organizarse como una especie de cooperativa de trabajo y renovar la
historieta nacional.
Jorge
Morhain, que colaboró en la publicación, comenta:
“Enrique
Meier (preso por estos días en España por un conflicto familiar, con más de 80
años encima) consiguió una punta en Julio Korn para publicar una revista de
historietas. Sólo que él decidió hacerla a su modo. Desde el punto de vista del
creador: una cooperativa. Estuvimos planeando muchas cosas juntos, y una de
ellas fue el nombre. Quería algo autóctono, telúrico. Quería un tipo de letra
particular, que marcara lo autóctono, lo antiguo. Estamos hablando de una época
con la diezmilésima parte de la información al alcance de la mano que hay hoy
en día. Me fui a la Biblioteca Nacional (de la calle México). Entré
al fichero de incunables, y lo primero que encontré (y esto es rigurosamente
cierto, ni miento ni fabulo) fue una ficha a nombre de Abdul-Al Azred, de un
libro llamado Necronomicón.
Emocionado, volví ante el referencista. Pero reboté, porque el señor no sabía
de qué estaba hablando. Y yo había ido a buscar un título para la revista, no
el libro secreto de Lovecraft. De modo que pedí algunos libros de lenguas y de
textos antiguos, dejando para otra vez aquel hallazgo. No se molesten: la ficha
desapareció. Así nació el título Turay,
hermano. Y para seguir con la onda americanista desarrollé el personaje Manuscritos Apócrifos de la Conquista , episodios
muy, muy documentados, sobre posibles alternativas a los relatos oficiales de la Conquista de América. El
primer episodio salió en el número 1, con dibujos de Lito Fernández, y el
segundo con dibujos de Mandrafina. En el número 3 también hice un par de
historias de ciencia ficción que ilustró Macagno. Al llegar al cuarto número
Korn cerró la revista, para gran frustración de todos. No sólo nunca cobramos,
sino que se rompió el mejor, más serio y digno emprendimiento de hacer algo
nuestro, por nosotros.”
Conceptos
parecidos sobre el proyecto vertió Juan Dalfiume en la entrevista que le
realizó La Duendes
–tanto en su blog como en su libro ¡Bairoletto!-: “Turay iba a ser una especie de cooperativa, pero cuando se empezó a
hablar de derechos de reproducción, devolución de originales, unido a las
escasa venta inicial de la revista hizo que la Editorial Julio
Korn termina con todo.”
Su
forma era apaisada y su director Enrique Meier declaró en la página editorial del
Nº 1 que “Turay es el nombre con que los incas se llamaban entre sí. Designa la
más alta cualidad de hombre: su capacidad para ver en los demás, en todas
partes, hermanos, amigos, compañeros. (…) porque nuestra historieta está hecha
por latinoamericanos (…) porque la experiencia que te proponemos recorrer
quiere ser tan viviente que a la postre, lector, te sentirás como un verdadero
hermano de aventuras.”
A
continuación, se opinará sobre la revista a partir del material publicado:
-John Juan es un western que salió en todos los números. Lo guionó Eugenio Mandrini
y los dibujos fueron de Dalfiume. En el Nº 1 impacta su gráfica por el fuerte
contraste entre negros y blancos plenos, que son enriquecidos mediante grises
que a veces ocupan la totalidad del fondo. Se inicia con una pelea espectacular
a trompadas en la que el artista no duda en recurrir a una variedad de planos y
de encuadres. Todas las escenas de acción son subrayadas por onomatopeyas. Los textos y globos de Mandrini son
literarios, pero favorecen la narración (“No sé si esta lluvia, como dicen,
limpia. Pero es necesaria como sol o estrellas encima de uno…)
En
el segundo número se le agrega el color de Rubén Marchionne, en el cual el ocre
es preponderante. El dibujo repite su creativo montaje de planos como en la
historieta anterior, mientras que el guión plantea una historia sobre la
traición y la amistad.
En
el tercero, el trazo firme del dibujante muestra resonancias del gran Milton
Canniff, mientras que Mandrini apunta a valorar la gráfica porque emplea muchos
cuadros sin globos y pocos textos explicativos.
Las
historietas de Turay se caracterizan
por presentar una viñeta de página entera al final de cada episodio. En esta
oportunidad, la imagen resulta espectacular con una toma en contrapicada de un
muerto y, como fondo, cerca del horizonte, se destacan las espaldas de dos cowboys que se alejan.
En
el Nº 4 Marchionne recurre a una coloración llamativa y Dalfiume a sus fuertes
escenas de acción para ilustrar una historia narrada por los textos superiores
de Mandrini, siempre literarios y funcionales: “Elizabeth, Elizabeth (…) Y
tener en la casa a la paz como una lámpara encendida. Y acabar definitivamente
con todas las angustias y neblinas de esta vida”.
-Historias de la Tierra
Bárbara trae textos de Euman (Eugenio Mandrini) y arte de
Horacio Merel. En su primer episodio, “El Bestia” (“…un apodo que le calza como
cajón a un muerto…”) el protagonista se conduce como un matón implacable. Los
dibujos son rudos y transmiten el clima de bravuconadas y de duelos a cuchillo.
En
el capítulo “Un cachorro que hará historia” del segundo número, el guión expone
–con una gráfica acertada- el paseo que da por el desierto un experimentado
soldado de fortín acompañado de un muchacho al que aporta sabios consejos de
supervivencia. El final revela que el joven es el mismísimo José Hernández.
En
“El toreadero”, del Nº 3, Jordan aplica colores vivos a una crónica sangrienta
de desafíos entre aborígenes, en uno de los cuales interviene un milico de
frontera que obtiene su liberación. Un texto inferior sentencia: “Soldado
rotoso: usted no tiene gloria. Su vida es una lágrima rota, y su futuro tiene
triste color de ratón.”
En
“Frío para un fantasma” (Nº 4), Merel se luce con la ilustración de la última
viñeta.
-La cantina de soldado desconocido tiene
gráfica de Néstor Olivera y guión de Carlos Albiac. “Paz falsificada” salió en
el Nº 1 y ostenta una ficción creativa que conduce con fluidez al lector de un
cuadrito a otro. El artista realiza un virtuoso uso del grisado. Bellas las
escenas nocturnas de Londres con planos generales, los edificios completamente
negros y la inclusión de algunas zonas blancas para sugerir la luz de la luna.
Néstor
Olivera prueba su talento en la última viñeta de “Plegaria para dos capitanes”
(Nº 2): el primer plano de la cara de un negro, cuyo dramatismo surge de la
aplicación conjunta de pincel y de pluma.
Por
su parte, “La mano del destino” (Nº 3) recrea una atmósfera melancólica cargada
de nostalgia.
En
el cuarto número, “Como todas las mañanas”, los ingeniosos textos se complementan
con las imágenes de las secuencias de acción.
-Astronáutica es una sección de ciencia a
cargo de Enrique Meier. La primera nota trata sobre la posible “Evolución del
hombre” a partir de la conquista espacial. La segunda, “El salto al espacio”,
sigue con el mismo tema y opina que esta
era se inauguró con el lanzamiento del “Sputnik” el 4/10/1957. En el Nº 3 se
reflexiona sobre la desmesura de las “Distancias en el cosmos” y, por último,
en el cuarto, se aborda un espinoso asunto: “¿Materia y antimateria?”
-También
en los cuatro números aparece una sección de cuentos a cargo de Eugenio
Mandrini. “El viaje imposible” (Nº 1) se adscribe a la literatura fantástica y transmite
suspenso. La ilustración corresponde a
Domingo Mandrafina, como también la del Nº 2, “La única verdad es la ficción”,
que es un relato de anticipación de sentido circular. En los Nos. 3 y 4, los dibujos son de Alberto
Macagno y refieren, respectivamente, el misterioso mundo de las imágenes (“El
habitante de los espejos”), mientras que un clima sobrenatural surge de “La
muralla”.
-Quién es quién se propone informar sobre
la carrera de los artistas que colaboran en la revista. Sólo se llegó a exponer
acerca de Ángel Alberto Fernández (Nº 1), Juan Dalfiume (Nº 2) y Horacio Merel
(Nº 3).
-Humor, una página a cargo de Pedro Vilar,
aparece en los Nos. 1, 2 y 4, con un dibujo a pluma de trazo claro y sencillo.
-Los Manuscritos Apócrifos de la Conquista están
guionados por Jorge Morhain y dibujados por Ángel Alberto Fernández. “Bernal
Ordoñez Vivar: Viaje a las Indias” (Nº 1) se refiere a la primera expedición de
Colón descrita por un tripulante de la Santa
María en su diario, en el cual asevera que el Almirante le
confesó que ya había realizado ese itinerario en 1477 enviado por el Príncipe
Enrique, de Portugal. El texto de Morhain posee como méritos su claridad
narrativa y el estar basado en teorías de historiadores. El grafismo de
Fernández se luce sobre todo en la viñeta final con las tres carabelas al fondo
y, más acá del horizonte, el territorio americano representado como si formara
parte del paraíso. Excelente el color de Rubén Marchionne.
En
el Nº 2, “Tradición oral del chasqui sagrado”, la gráfica está a cargo de
Mandrafina. Los textos superiores e inferiores de Morhain aportan magia a este
relato supuestamente apócrifo. Las ilustraciones son magníficas.
-Las artes marciales -una historieta
alabada desde la página editorial- recién aparece en el Nº 3 y asume una orientación.0
didáctica destinada a mostrar los golpes y lances de este sistema de lucha que
consiste en usar “la fuerza del adversario para vencerlo” (…) “contra un
enemigo de talla física, equipo o número superior.” El guión pertenece a Sergio
Almendro y el dibujo a Eduardo Campdepadrós (cinturón negro de karate).
-Supervivencia (unitaria) apareció en el Nº 1 con textos de
Morhain y dibujos de Suchio (Alberto Macagno). El guionista desarrolló una
misteriosa y compleja aventura de ciencia ficción en la que un vampiro
telepático amenaza a una enorme nave intergaláctica. Solvente la gráfica de
Suchio, especialmente en el diseño de cosmonaves y de edificios futuristas.
-Pralape, también unitaria (Nº 2), con
guión de A. J. Diax y arte de Mandrafina, se basa en un hecho real: el
periodista Ed Samson declaró que sufrió una pesadilla en la que se producía una
erupción del volcán Pralape y se la consideró una premonición porque al día
siguiente de publicarse la primicia en el diario Globe, de Boston, el suceso ocurrió. Esta es la ficción onírica que
entrega tan hábilmente Diax, pero se sabe que en realidad fue una maniobra
periodística. Brilla el arte de Mandrafina, que obtiene un ritmo
cinematográfico.
-Marty Cobb debe morir (Nº4) lleva guión
de Guillermo Saccomanno y dibujos de Ramón Gil. Los textos en segunda persona
están dirigidos al protagonista, Marty Cobb. El artista utilizó para este thriller de final amargo un dibujo que
aúna síntesis con angulaciones audaces.
-Catarsis (Nº 3), con textos de Morhain y
arte de Suchio (Aberto Macagno), es una compleja e ingeniosa historia sobre el
no tiempo y una nueva dimensión. Muy imaginativos los dibujos.
Según
Juan Dalfiume, las tapas de los Nos 2 y 4, con escenas de John Juan, las ilustró él; la del Nº 1, que expone un tema
espacial, Enrique Meier; y la del Nº 3, acerca de una circunstancia de Historias de la Tierra Bárbara , Horacio
Merel.
Pese
a su corta duración y a las décadas transcurridas, Turay fue una revista que merece ser leída por los entusiastas del
género, ya que encontrarán trabajos de suma calidad y, además, podrán valorar este
encomiable intento de editar historietas argentinas.
Germán Cáceres