(Buenos Aires, libro artesanal, 2021, 256 páginas)
A manera de introducción hay una frase de Hugo Pratt: “Yo
tengo un antiguo pacto con el futuro, porque trato de alcanzar ciertas cosas
que sé que no tendré jamás.”
Este libro tan bien escrito está inundado de datos sobre el
artista. No creo que Pratt haya sabido tanto sobre su propia vida y obra como este ensayista que realizó a partir de
2004 una investigación ciclópea.
Pratt nació el 14/6/1927en Playa del Lido entre Ravena y
Rímini – aunque él se consideraba veneciano–y falleció en Grandvaux, Suiza, el
20/8/1995. Se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y, además, reconoció a dos
naturales.
Pravia es sumamente minucioso al detallar los pormenores de
la vida de Pratt. Opina que “…se ha definido como un autodidacta dotado por la
naturaleza, con un permanente interés innato por el dibujo y dueño de un
universo propio surgido de su imaginación…”
El libro se da el lujo no solo de enumerar la obra completa
de Pratt, sino de aquellos historietistas que fueron sus amigos y de sus
compañeros de trabajo. Admiraba a dibujantes de la talla de Milton Caniff, Alex
Raymond, Noel Sickles. Alex Toth y Will Eisner. Además, el volumen menciona innumerables
historietas y revistas.
Pratt siempre demostró una vocación aventurera que no puede
dejar de evocar a otro grande: Robin Wood.
Hugo
Pratt el tano cuenta con muchas
fotos y dibujos suyos y también de otros sobresalientes maestros del grafismo.
Pratt siempre ha manifestado que no quería tener casa
propia porque no podía estarse quieto en un mismo sitio: fue un trotamundos
insaciable Y así, el texto intenta captar todos los aspectos de su
personalidad: gestos, manías, las salidas con amigos, sus mujeres y,
especialmente, sus comilonas. Se lo percibe excéntrico, vital, anárquico.
Fue uno de los tantos integrantes del equipo artístico que
se aglutinó alrededor de la figura de Oesterheld –al que consideraba el más grande guionista
de historietas– cuya casa “…fue un verdadero semillero de arte”.
Sobre la evolución del estilo de Pratt a partir de El Sargento Kirk –el guión pertenecía a
Oesterheld– en el cual exhibía excelentes primeros planos y usaba pincel en las
manchas, Pravia señala que más adelante adopta una figuración que lo llevaría
al “…más puro concepto cinematográfico de narración”. También indica que
“…trabajaba en sus originales al doble del tamaño de publicación.” El mismo
artista se definió como “un escritor que dibuja y un dibujante que escribe.”
Se señala a la recordada Escuela Panamericana de Arte,
fundada por los hermanos Enrique y David Lipszyc y en la que ejerció Pratt como
profesor. También nombra a otros
maestros que ejercieron la docencia allí.
En cierta forma, con sus abundantes datos, mientras habla
de Pratt comenta una parte importante de la historia de este noveno arte. Por
ejemplo, la Editorial Frontera y sus famosas revistas Frontera y Hora Cero.
Allí nació uno de sus tantos hitos: Ticonderoga
Flint, con guión de Oesterheld. El mismo dúo dio origen a Ernie Pike, un cronista que relata los
sufrimientos y desastres que origina la guerra.
Pravia enuncia que Ann
y Dan (1959) fue la primera historieta que realizó en forma integral Hugo
Pratt, asistido por Gisela Dester en dos episodios.
En 1967 Pratt
escribe y dibuja La Balada del Mar Salado,
en la que aparece su personaje más logrado y que le dio fama internacional: Corto Maltés. Éste recibió el Yellow Kid
en el Festival de Lucca de 1970 y fue premiado en el Festival de Angouleme en
1976. La lista completa de distinciones que obtuvo es inagotable. Según el
guión de Pratt, el Corto Maltés nació un10 de julio de 1887 en Malta, hijo de
una gitana sevillana y un marinero inglés. El héroe se sumerge en aventuras de
todo tipo, lindantes con la fábula: es un bohemio, un soñador que viaja a los
lugares más insólitos del planeta.
Al final del libro hay un artículo de apenas cuatro páginas
–«Orígenes de la Literatura Dibujada»– donde se resume con un poder de síntesis
poco común la historia de este género en la Argentina.
Hugo
Pratt el tano es un libro excelente
e imprescindible: debe figurar en la biblioteca de todo amante de la
historieta. Juan Sasturain enfatizó: “Qué envídia. Muy pocas veces un libro nos
produce una sensación así. Gracias por eso.”
Aldo Pravia (Buenos Aires, 1947) trabajó como dibujante
publicitario. Desde muy chico fue un fanático de las historietas y cursó un año
en la Escuela Panamericana de Arte. Asimismo, estudio dibujo y pintura con
distintos maestros. Escribió artículos, colaboraciones y producciones de cine y
TV. para Argentina e Italia.
Germán
Cáceres