jueves, 23 de abril de 2009

Escribir guiones – dibujar guiones

Guionistas y dibujantes profesionales, de renombre, se refieren al "guión": cruce con literatura y cine, el oficio de escribir y dibujar, la relación entre guionistas y dibujantes.

A través de Oceanía. Guión: Carlos Albiac, dibujos: Lito Fernñandez. Skorpio Extra.

Carlos Albiac
- ¿Volcaste a la historieta tu experiencia en cine y en televisión?
- Siempre pensé en imágenes. De chico era el que dibujaba bien en el colegio. En las indicaciones para los dibujantes (eso que va entre paréntesis en los guiones), hago un trabajo escenográfico. No creo en la documentación, a la que considero una mentira.
- ¿Querés valorar la ficción narrativamente?
- Exacto. Fijate en los cuadritos de Tardi: no hay fondos, sino que forman parte de lo dramático, de lo que está sucediendo. Casi no uso textos superiores. Cuando los empleo me parece que estoy cayendo en la literatura. En el guión pueden haber frases hermosas, pero en cuanto incursiones en lo literario, te fuiste al otro lado.
- ¿Tu guión es de hierro, como los proponía Pudovkin para el cine?
- Al contrario, como prácticamente carece de superiores, el dibujante goza de amplia libertad. Más que poner indicaciones, charlo con el artista sobre lo que pienso acerca de los personajes, pero por supuesto él puede efectuar cambios.
(…)
- El humor es una de las constantes de la literatura de este siglo. Además de lo que escribís entre paréntesis en el guión ¿vos conversás personalmente con los dibujantes?
- Con algunos si, por ejemplo Oswal, del que soy amigo. A veces llama por teléfono y me dice que ciertas cosas no le gustan. Cada uno cuenta con una concepción ética que se conecta con su idea del mundo. No hablo de la ideología, que está comprendida dentro de esa visión que hace andar a los personajes. Cuando alguien que escribe ficción comenta que su personaje empieza a caminar solo, es que se sacó un fantasma de adentro. Comencé a escribir historietas con el guionista Alvares Cao, el que me dio tres consejos de los cuales olvidé dos, supongo porque deben estar interiorizadas.
- ¿Cuál es el tercero?
- El lector de historietas nunca vuelve atrás. El asunto necesita mostrar claridad (que no es simpleza). Si exhibe un barroquismo innecesario, donde irrumpen personajes que no juegan realmente en la trama, se malogra. Yo primero barrunto un embrión de una idea, y luego le busco razones. Y ahí voy para atrás, indagando por qué y desinteresándome de la pura peripecia. Uno llega a plantear situaciones límite.
(Fierro 71 –primera época-, junio 1990)
Carlos Albiac, además de trabajar en cine, es autor de varias series de la historieta nacional: Alamo Jim y Perdido Joe (con dibujos de Casalla), Aventuras de Oceanía (Skorpio Extra) y Doctor Fogg con Lito Fernández (Fierro), Lord Jim con dibujos de Lalia, Los aventureros con dibujos de García Seijas, etc.

Carlos Sampayo
- En 1972 te vas a vivir a Europa. ¿Habías escrito alguna historieta hasta ese momento?
- No, trabajaba en publicidad, ése era mi medio de vida. No era mi vocación, sino un recurso para vivir. Pero sospeché que no era lo mío ni siquiera como un medio de vida. Es un trabajo muy absorbente. Apenas me fui a Europa traté de establecer otro trabajo. A partir del encuentro con José (Muñoz) descubro que la historieta es un medio donde podía expresarme.
- Hasta ese momento no te había interesado…
- Ni siquiera sospechaba que había una historieta para adultos. Recuerdo una Bienal que organizó Oscar Masotta (la Bienal Internacional de historieta, que se hizo en el Instituto Di Tella en 1968) y que a mí me parecía una extravagancia. Oscar Steimberg, que es mi amigo, había hecho un trabajo sobre Patoruzú y también era para mí una extravagancia. Recuerdo haber visto una exposición de Guido Crepax, que me pareció una impostación de páginas, “demasiado cinematográfico” pensé, “para eso está el cine”. Esa era mi mirada sobre la historieta, hasta que José me facilitó ese espacio. Al principio se juntaron mi impericia con mi necesidad de expresión y de trabajo (…)
- La figura del guionista suele ser ambigua, poco reconocida, casi invisible. ¿Cómo te encontrás en ese lugar?
- A nivel público la diferencia con el dibujante es enorme. El reconocimiento del público es totalmente inferior. Es un sistema ingrato. Pero reconozco el valor de mi trabajo. Yo sé el peso que tiene mi trabajo.
(Pablo De Santis, “Carlos Sampayo en Buenos Aires. Un oficio Secreto, en Fierro 94 –primera época- junio 1992)
Carlos Sampayo
es ampliamente conocido por formar una dupla con el dibujante José Muñoz, con el que crearon el hoy clásico Alack Sinner; un policial del género negro.


Leonardo Wadel
- (…) También me marcó de pibe su famosa Vito Nervio, con dibujos de Alberto Breccia
- Fue una sensación. Salió durante quince años, más o menos desde 1946 hasta 1960. Hasta se habó de llevarla al cine y a la radio. Pero estos proyectos no se concretaron.
- ¿Se documentó para guionar Vito Nervio?
- Siempre me documenté a fondo. Por ejemplo, un episodio de Vito Nervio lo extraje de la revista «Worldwide», que abundaba en detalles sobre un ferrocarril real que cruzaba la selva de Siam, y que era atacado por elefantes salvajes, tigres y panteras. Esta aventura de enorme éxito reflejó mi punto de vista como guionista: «utile e dolce», como decían los antiguos romanos. En lo posible traté que mis trabajos fuesen útiles y agradables a la vez. O sea, no quería escribir aventuritas banales; en Jastinapur el lector aprendió mucho de la India, así como conoció cosas de Siam en esta peripecia de Vito Nervio.
(Entrevista de Germán Cáceres. “Leonardo Wadel, el primer guionista profesional de la Argentina”, en Fierro 85 –primera época- septiembre 1991).
Según Alberto Breccia, Wadell fue el inventor en Argentina de la profesión de guionista.


Leonardo Wadel en 1991.

Oswal
- Esta reatroalimentación me recuerda a John Dewey, que decía que la vida debe entrar en el aula. Además, por otras charlas nuestras sé que te apasiona la literatura.
- La historieta está íntimamente ligada con la literatura, lo único que practica es reemplazar cierta cantidad de palabras por imágenes, pero en el fondo está narrando, contando una historia. Por tanto, son los grandes de la literatura los que nos enseñan en qué orden debemos ofrecer las cosas, cómo presentar un personaje, cómo definir un epílogo o describir un paisaje. Si dibujo un escenario, en mi interior lo estoy pensando como si fuera un escritor. A veces me dicen que mi condición es ser narrador.
- ¿Por qué no escribís guiones ahora?
- He escrito mis propios guiones, por ejemplo Sonomán y Mascarín, y pienso volver a hacerlo: me lo ha impedido la cantidad de trabajo. Hoy día tengo muchas historias que quiero sacar, y en la primera de cambio lo hago. Pero no debemos confundirnos: si sos narrador o escritor y te combinás con un guionista, es difícil que aceptes que una editorial te de un texto de fulano o de mengano para dibujar. No porque sean buenos o malos, sino porque no hay coincidencias.
- Art Spiegelman me dijo en una entrevista que el dibujante tiene que escribir sus guiones. Al citarle a Muñoz-Sampayo, me contestó que ambos piensan como si fueran uno.
- Cuando tomo el guión de una persona es porque la estimo y admiro lo que relata, y puedo agregar cosas sin alterar su mensaje.
(Entrevista de Germán Cáceres. “Oswal. De Sonomán hasta hoy”, en Fierro 70 –primera época-, mayo 1990)

Oswal, refiriéndose a varios guionistas
- Trabajaste con muy buenos guionistas, como Oesterheld, Trillo, Howard, Albiac, Grassi, Barreriro, Yaqui y otros. ¿Qué podés decirme de ellos?
- Para hablar de alguien debo conocerlo muy bien, y eso sólo puedo decirlo en el caso de Albiac y Yaqui. De Oesterheld recuerdo que me asombraba la facilidad que tenía para escribir sus guiones. Muchas veces hallaba a su secretaria, en la época de «Hora Cero», pasando a máquina lo que él había grabado y que oía a través de auriculares. Una vez que caminábamos con Héctor por Florida, de pronto recordó que debía entregar un guión. Subió a una oficina de gente conocida, pidió prestada una máquina y en pocos minutos lo escribió. Luego seguimos caminando y conversando.
De Trillo, creo que tiene una imaginación fervorosa; alguna vez le he dicho que de tener yo una empresa lo emplearía como creativo que me brindara ideas, que luego pasaría a otros guionistas para su desarrollo.
Howard tiene el concepto de lo que debe ser una historieta y buen diálogo.
Albiac es inigualado en su capacidad de imagen; ilustrar sus guiones brinda un placer inimaginable porque él tiene la condición de inspirar al dibujante: sus palabras no cierran la cosa, sino que impulsan a sumar ideas a las de él. Para mí, él es de primer nivel en el consenso mundial.
Con Grassi trabajé poco y nada.
Barreiro es profesional ciento por ciento, y sus tramas son bien trabajadas porque domina los tiempos que maneja. Posee gran fantasía y es detallista. Te repito que fue un gran placer dibujar su obra «Buenos Aires Las Putas y el loco» En general no trabajé con otros guionistas salvo muy poco con Abulí en España. Me asombró el profesionalismo que poseen sus guiones, así como su capacidad creativa; es uno de los grandes.
(Entrevista realizada por Francisco Legaristi, en Trix 8, noviembre 1989, Tucumán)




Ricardo Barreiro
- El cine que ves, ¿influye en tus guiones?
Sólo en las estructuras. Hay un fenómeno de retroalimentación. Vemos que el cine emplea no sólo los argumentos, sino los recursos de la historieta. En Allien, los trajes espaciales los diseñó Moebius y el make up lo realizó Gigier. Y viceversa. Recuerdo que cuando se conocieron las primeras películas de Sam Pecknipah con muertes en cámara lenta, los dibujantes empezaron a simular ese efecto mediante un desfazaje de cuadros. Lucho Olivera utilizó ese procedimiento.
- ¿Considerás a algún guionista como maestro de tu generación?
- Oesterheld es el maestro de todos los guionistas argentinos, de los que lo aceptan como maestro y de los que no lo aceptaron. Robin Wood tiene talento, pero disiento ideológicamente con sus héroes invulnerables que están por encima de la acción.
- ¿Y cuál sería tu historieta preferida?
- Si duda, El Eternauta, de Solano López –Oesterheld. Pero hay una historieta medio rara que me encanta: Flash Gordon, pero no la de Alex Raimond, sino la dibujada por Dan Barrym, de cuyos guiones fue responsable un prodigioso escritor de ciencia ficción, Harry Harrison, un tipo progresista. Las historias eran imaginativas y los dibujos de las naves muy funcionales. Habría que rescatar esta época de Flash Gordon.
- Ricardo, para redondear tu concepción del guión ¿vos serías un manipulador de estructuras más que de palabras?
- No soy un buen escritor y sufro con esta limitación. Más bien me siento un narrador. Me identifico con el tipo que aparece contando junto al fuego en Historias Asombrosas, de Spielberg.
- Algunos agoreros anuncian la desaparición de la historieta ¿Coincidís con este pronóstico?
Para nada. La historieta tiene una gran ventaja como la de poder dar marcha atrás y, además, elegir tu propio tiempo de lectura. En el cine, el tiempo lo impone el director. Y el libro carece de la riqueza visual de la historieta. Fijate otra cosa: hay argumentos que sería imposible plasmar en la pantalla por los costos de producción. Es más, como en el cine se mueven intereses económicos demasiado importantes, las restricciones ideológicas son más férreas y la libertad creadora es menor que en la historieta.
(Entrevista de Germán Cáceres. “Ricardo Barreiro. Ciborgs en Parque Chas”. Fierro 63 –primera época- 1989)
Ricardo Barreiro
es autor de obras claves de la historieta nacional: Ciudad, Warr III, As de Pique, Estrella Negra (todas con dibujos de Juan Jiménez), Bárbara, Nueva York Año Cero (dibujos de Juan Zanotto), Slot Barr (dibujos de Solano López), Parque Chas I y II (dibujos de Eduardo Risso), El Hombre Subterráneo (dibujos de Ignacio Noé), entre otras.



Juan Gimenez
¿Preferís trabajar solo o con guionista?
- Me gusta cambiar. Sin querer, al hacer uno la propia historia se la termina haciendo a medida. Con guionistas se hacen cosas que provocan nuevas situaciones.
- Además de la posibilidad de discutir la historia y enriquecerla…
- Si, en esencia si, pero provoca otro tipo de cosas. Si hacés siempre el guión caés en la tentación de hacer siempre lo que más conocés.
- ¿Con cuál guionista trabajaste mejor?
- Trabajé con varios, la mayor cantidad del tiempo con Ricardo Barreiro. Hicimos un muy buen equipo y ahora, con la perspectiva del tiempo, me atrevería a decir que él, a través de sus guiones y yo a través de mis dibujos, impusimos ciertas normas en la historieta. Quizá suene un poco pretencioso, pero creo que ha habido una corriente en el cómic que nos ha seguido en cierta medida.
(Entrevista en Fierro 78, febrero 1991 –primera época-)




Juan Zanotto
- Trix: A lo largo de tu carrera te relacionaste con diversos guionistas ¿Alguno es especial?
- J.z.: No tengo guionista preferido, me gustan varios. Trato de cambiarlos luego de cada serie para no anquilosarme en un estilo y tener nuevas propuestas y desafíos.
Trix: ¿Qué opinás de Gianni Zanotto como guionista?
Jz.: Escribir un guión me apasiona. Es un poco encontrar la llave de esa caja de Pandora que uno lleva adentro y dejar salir toda esa fantasía de la que hablábamos al principio. Lo difícil luego es escribirlo.
(Entrevista de Francisco Legaristi a Juan Zanotto, en Trix 6 – sin fecha edición, 1988, aprox.-, Tucumán)


Nota: En este raconto de testimonios no entró Carlos Trillo porque poseemos una entrevista inédita realizada al mismo, que se subirá próximamente.

martes, 7 de abril de 2009

Recuerdos comiqueros: Skorpio

Ediciones Record y Skorpio
Panorama de una historia

Por Alejandro Aguado

En la década del ’70, la gran novedad de la historieta argentina vino de la mano de editorial Record. El nacimiento en 1974 de su revista Skorpio representó la apertura de un nuevo espacio donde se comenzaron a canalizar a grandes autores nacionales, con series y personajes que se transformarían en clásicos de la historieta. La propuesta amplió el panorama del mercado de las revistas de historietas para adultos, el que por entonces estaba por monopolizar editorial Columba (El Tony, Fantasía, D`Artagnan, etc). Atrás había quedado la llamada “época de oro de la historieta argentina”, y Skorpio trataba de recuperar algo de aquel espíritu, adoptando una visión revisionista por medio de la edición de álbumes compilatorios. Reeditaron en formato libro, bajo las series “de oro” y “coleccionistas” algunos en ediciones de lujo, obras de José Luis Salinas, Pratt, Breccia, Del Castillo, Solano López, etc. Se leían como si fueran trabajos nuevos, pese al tiempo transcurrido desde su publicación original.
En los ‘70 la historieta debía competir con la televisión, que se encontraba en pleno auge, y la proliferación en los quioscos de revistas, con publicaciones mexicanas de historietas, que presentaban material de sindicatos norteamericanos. Las nuevas opciones de entretenimiento, como era básicamente considerada la historieta por aquellos años, provocaron el cierre de dos colosos de la historieta nacional: Rico Tipo (1973) y Patoruzú –formato tabloide- (1977).

Aunque Record y Columba, tenían en común que respondían a un sistema industrializado de producción de historietas, temáticamente volcado hacia la aventura, se diferenciaban en varios puntos. Record nació ligada a una publicación italiana, donde se republicaba todo el material. Ello le permitía una solvencia económica que no la llevaba a depender únicamente de las ventas en Argentina. Dicho esquema, que mantuvo hasta su cierre en los años 90, fue el que lo sostuvo económicamente durante años.
La reventa del material en Europa, permitía que no se priorizara la cantidad por sobre la calidad, con lo cual los autores le podían dedicar más tiempo de elaboración a sus trabajos. Por su parte, Columba, para sostener su maquinaría productiva, apuntaba a la cantidad, a una constante y renovada presencia en los quioscos de revistas. Skorpio le permitía a su staff de colaboradores una mayor libertad creativa y trabajar con dibujos más personales, comparado con los rígidos esquemas utilizados en editorial Columba. Recuperó a grandes talentos que andaban dispersos, muchos en una etapa de madurez creativa: Juan Zanotto, Hugo Pratt, Arturo del Castillo, Roume, José Luis Salinas, Alberto y Enrique Breccia, Oesterheld, Solano López, Lito Fernández, Lucho Olivera, Ernesto García Seijas, Horacio Lalia, y varios guionistas que son los que aportaron las principales tramas: Eugenio Zappietro (Ray Collins), Carlos Albiac y Alfredo Grassi.




En poco tiempo, gracias a la buena repercusión entre lectores y las reventas de material en Italia, el proyecto editorial dio lugar a nuevos títulos: Tit Bits, Corto Maltés, Pif Paf y Skorpio Extra. Sin embargo, dichas publicaciones no lograron sostener una calidad homogénea, como Skorpio, la publicación madre. Gran parte del material que presentaban dichas revistas, tal vez a excepción de Skorpio Extra, era de lo que podría llamarse “de relleno”: una o dos series con guiones y dibujos elaborados, y material para completar 80 o 90 páginas, o bien con material extranjero de agencias. Hacia fines de la década del 70 se sumaron varios guionistas, como Carlos Trillo, Ricardo Barreiro y Guillermo Saccomanno, quienes realizaron algunas de las más recordadas series de la revista Skorpio. Para entonces en el staff se contaban los dibujantes Cacho Madrafina, Gustavo Trigo, Carlos Casalla, Juan Giménez, etc.


Trillo y Saccomano, a su vez, escribían “El club de la historieta”, una sección dedicada a la historieta argentina a lo largo del tiempo. Los textos posteriormente fueron recopilados en libro, con modificaciones, para dar lugar al libro “Historia de la Historieta”. Fue un trabajo precursor, en la hasta entonces muy escasa bibliografía referida a la historieta nacional.
Dicho espacio, a mediados de 1982 lo heredó el guionista Alfredo Grassi, al que sumó la sección “Asi los conozco”, esta última dedicada a repasar la trayectoria de autores del género. Por las páginas de Skorpio transitaron series como Corto Maltés, Precinto 56, Henga y Hor, Bárbara, As de Pique, Nekrodamus, Loco Sexton, El Eternauta, El Condenado, Alvar Mayor, El Peregrino de las Estrellas, etc





Cambios
Cuando apareció Fierro en 1984, Skorpio, que era la que por entonces publicaba parte de los trabajos de mayor calidad gráfica, quedó “vieja”. Skorpio aún giraba en torno a la fórmula de aventuras clásicas con la que se había iniciado 10 años atrás.
Fierro presentaba lo mejor del material extranjero de la época, rescataba historietas de autores nacionales que, por su temática y tratamiento gráfico no pasaban el filtro de la censura imperante durante la por entonces reciente Dictadura militar y se abría a nuevas propuestas estéticas, experimentales. Asimismo, Fierro abordaba temas “fuertes” de la historia nacional, lejana en el tiempo y reciente, y fomentaba el debate y participación de los lectores.
La diferencia entre ambas se evidenciaba a primera vista desde las ilustraciones de las tapas. Mientras Skorpio mantenía ilustraciones que eran colages coloreados con acuarela de alguna historieta del interior de la revista, Fierro sacudía con una estética impactante, de la mano del ilustrador Chichoni; hoy ícono de la estética “fierrera” de los 80.




Skorpio, en cierto modo empujado por los lectores que lo requerían a través del “correo de lectores”, se vio empujada a introducir cambios, a tratar de adaptarse a los nuevos tiempos. A fines de los 80 sumó una sección de noticias y notas sobre historieta y autores, a cargo de Diego Accorsi, al que posteriormente se sumaría Andrés Accorsi, durante al menos cuatro años.
Las tapas comenzaron a presentar una estética emparentada a Fierro, con la fórmula: máquinas, hierros y mujeres desprovistas de ropa. Eduardo Santellán, quien también realizaba tapas para Fierro, se transformó en el principal protagonista de las portadas de esta nueva etapa. En el plano de las historietas, se dio lugar a nuevos autores que ya contaban con cierta trayectoria, entre los que se destacaron Rubén Meriggi y un consagrado Enrique Alcatena, con un dibujo sumamente personal, por momentos cercano al barroco y de exuberante imaginario. En 1991 promovieron un concurso en busca de nuevos talentos, que no tuvo la fuerza ni el impacto del organizado por Fierro años antes. Los seleccionados fueron publicados en contadas veces. En el plano temático, la revista se mantuvo dentro de la aventura clásica. Realizó cambios de forma, sin moverse de su tradición.



Durante los años 1990-1991, la editorial protagonizó una especie de resurgimiento. Por un lado trató de competirle a Fierro publicando un nuevo título: El Tajo. A la nueva publicación la integraban series de autores que se habían abierto camino en Fierro, como los talentosos Pez, Ignacio Noe o Santellán, y algunos extranjeros ampliamente conocidos, como Moebius y Richard Corben. Pese a ello la propuesta no gozó de la aceptación de los lectores como para sostenerla en el tiempo y cerró en el número diez.


También se volvieron a publicar algunos números de la revista Tit Bits y editaron en formato álbumes algunas series previamente publicadas en la revista, ya sea como libros o en fascículos. Los llamaban “suplementos” y se rescataron grandes series: “Alvar Mayor”, de Trillo y Enrique Breccia, “Bárbara” de Zanotto y Barreiro, “Tagh” de Alfredo Grassi y Zanotto, “Yo ciborg” de Grassi y Lucho Olivera, “Henga y Hor” de Shnell – Navarro y Zanotto, “Nueva York año cero”, de Barreiro y Zanotto, “El Cimarrón” de Barreiro – Dose y de la dupla Barreiro-Alcatena los títulos ”El Mago”, “La fortaleza móvil” y “El mundo subterráneo”. También volvieron a reeditar en formato libro, ahora en blanco y negro, “El Eternauta II”.
Aquellos años también coincidieron con una abundante oferta de revistas nacionales de historietas. Además de Fierro y editorial Columba, se contaba Meridiana y sus revistas Puertitas, Puertitas Sexy y sus álbumes. Antes que ser competencia, Meridiana era un complemento, ya que el material que presentaba tenía poca relación con Fierro y Skorpio.



Hacia 1992 el resurgir de Record se apagó y sólo continuó publicando Skorpio. La revista no volvió a introducir grandes cambios, a excepción de publicar nuevamente en 1993 “El eternauta II”, ahora como parte de la publicación.
Una característica de Record respecto de su staff, fue que entre el primero los últimos números mantuvo de forma permanente a una serie de autores: Zanotto, Lalia, Enrique Breccia, Lucho Olivera y desde su incorporación, a Meriggi y Alcatena.
Al estar atada a la reventa de su material en Italia, Record quizás no pudo o no quiso introducir mayores cambios, ya que el mercado Europeo era el que le permitía sostenerse económicamente. Un cambio abrupto le hubiese supuesto perder el mercado exterior. Sumado a ello la entrada indiscriminada de publicaciones extranjeras en el mercado nacional y un profundo cambio, una fragmentación, en el gusto de los lectores de historietas, la revista se vio forzada a cerrar sus puertas en enero de 1996. Así concluían casi 22 años de historia.




Recuerdos y legado
Hoy el recuerdo de editorial Record y su emblemática Skorpio, se ve un tanto ensombrecido por factores que exceden al plano estricto de las historietas. Con el correr de los años se hizo pública la larga disputa entre la editorial y los herederos de Oesterheld y Solano López por los derechos sobre El Eternauta, lo que impidió durante años que el personaje fuera continuado. Como así también a los editores les permitió seguir obteniendo dividendos, por medio de reediciones del mayor clásico de la historieta nacional. También hoy es de conocimiento público que la editorial revendía en Europa gran parte del material sin pagar a sus autores. Es decir, les pagaba por publicar en sus revistas, en Argentina, pero no por lo que se publicaba en el exterior.
Pese a ello, Skorpio fue una gran revista que, con sus altibajos, presentó a grandes autores y obras que hoy forman patrimonio de la historieta nacional. Aunque su línea editorial se pueda creer extinta con el cierre de sus revistas, continúa viva en Italia, donde publican la mayoría de los autores que integraban su staff. Hoy es una línea gráfica casi invisibilizada en el país, pero que sigue viva.
Como fuente laboral, Skorpio resultó muy significativa, en particular para una serie de autores que formaron parte de su staff estable a lo largo de toda su historia. Del mismo modo, a varios autores les sirvió para dar sus primeros pasos o formarse un nombre como “profesionales”.

Fuentes:
revista Skorpio.
De Santis, Pablo. 1992. Historieta y política en los `80. Edic, Letra Buena, Bs. As.
De Santis Pablo. 1998. La historieta en la edad de la razón. Paidós, Bs. As.
Gociol, Judith; Rosemberg, Diego. 2003. La historieta argentina. Una historia. Ediciones de la Flor, Bs. As.
Sasturain, Juan. 1995. El domicilio de la aventura. Colihue, Bs. As.
Scolari, Carlos. 1999. Historietas para sobrevivientes. Comic y cultura de masas en los años 80. Colihue, Bs As.

viernes, 3 de abril de 2009

Nueva sección en HISTORIETA PATAGONICA

A partir del martes y sábado de la próxima semana en el blog grupal HISTORIETA PATAGONICA contaremos con una nueva sección, dedicada a Invitados permanentes. Autores como Marcelo Pont y las duplas Aleta Vidal-Hernán Carreras, Diego Aballay-Ricardo Ferrari, desarrollarán historietas de varias páginas y series. Son autores que publican a nivel nacional y en el extranjero, en revistas como Comiqueando, la vieja Fierro o la editorial Eura de Italia, por sólo citar unos ejemplos.