DE SÓNOMAN HASTA HOY
Por Germán Cáceres
Oswal, Alcatena, Diego Aballay y Fer Gris
Osvaldo Walter Viola (Oswal) contrarió el deseo de su padre de que fuera contador. En lugar de entrar a la Facultad de Ciencias Económicas comenzó a estudiar dibujo en escuelas por correspondencia. Su principal interés se centró en el dibujo animado. En los años cincuenta estuvo con ese pionero de la animación que fue Burone Bruché; después –a mediados de la década del sesenta- se asoció a los estudios de Guillermo Divito. Tuvo a su cargo algunos episodios de Ernie Pike y otras historietas de Hora Cero y Frontera. En Correo de la Tarde realizó una tira diaria y fue responsable de la página dominical (en realidad, era 1/6 de páginas). Pero su verdadera carrera historietística se inicia en 1965, al pedirle García Ferré que adaptara David Copperfield y Robinson Crusoe.
En 1974 concibe Mascarín para la revista Chaupinela. Publica varias colaboraciones en “Humor Negro” de Satiricón. Desde 1982 su producción se edita en España. De ella se destacan Mark Kane, Big Rag, Buenos Aires, las putas y el loco y Consummatum est.
Página de Galac Master, con guión de Oesterheld, en revista Skorpio, 1981.
Germán Cáceres: Te estoy entrevistando en un aula, y el otro día que te llamé por teléfono para convenir este encuentro, estabas por dar clase. ¿Tu actividad docente es tan importante como la de historietista?
Oswal: Diría que es la misma. Ejerceré la docencia mientras sea creativa. Si todos los años me repitiera en las lecciones, entiendo que abandonaría las tareas. Otra de las razones por las que enseño es encontrarme con alumnos que están en las viejas posiciones mías, cuando era un aficionado que buscaba llegar. Con el profesionalismo es posible que progresés en lo técnico, pero te va ganando la frialdad. Hay cosas que de joven plasmabas en forma espontánea, y eran bellísimas, y no se vuelven a repetir. Estos chicos me recuerdan esa época e inclusive me dan cosas. Es decir no sólo les doy yo a ellos, sino que ellos me dan a mí.
Página de Consummatum Est, con guión de Yaqui, en Címoc, España.
G.C.: Esa retroalimentación me recuerda a John Dewey, que decía que la vida debe entrar en el aula.
O.: Y no te imaginás el placer que te brinda y cómo te mantiene al día. Además, al transmitir tus experiencias fijás el conocimiento. En la práctica se hacen muchas cosas sin saber muy bien por qué. En el momento de enseñarlas hay que saberlas, y de ese modo encontrás la causa: eso te permite evolucionar.
Página de Buenos Aires, las putas y el loco, con guión de Ricardo Barreiro, en Címoc, España.
G.C.: Por otras charlas nuestras sé que te apasiona la literatura.
O.: La historieta está íntimamente ligada con la literatura, lo único que practica es reemplazar cierta cantidad de palabras por imágenes, pero en el fondo está narrando, contando una historia. Por lo tanto, son los grandes de la literatura los que nos enseñan en qué orden debemos ofrecer las cosas, cómo presentar un personaje, cómo definir un epílogo o describir un paisaje. Si dibujo un escenario, en mi interior lo estoy pensando como si fuera un escritor. A veces me dicen que mi condición es ser narrador.
Página de Big Rag, con guión de Albiac, en revista Cóctel.
G.C.: ¿Por qué no escribís ahora guiones?
O.: He escrito mis propios guiones –por ejemplo, Sónoman y Mascarín-, y pienso volver a hacerlo: me lo ha impedido la cantidad de trabajo. Hoy día tengo muchas historias que quiero sacar, y en la primera de cambio lo hago. Pero no debemos confundirnos: si sos narrador o escritor y combinás con un guionista, es difícil que aceptés que una editorial te dé un texto de Fulano o de Mengano para dibujar. No porque sean buenos o malos, sino porque no hay coincidencias.
Sonomán en Anteojito, 1994.
G.C.: Art Spiegelman me dijo en una entrevista que el dibujante tiene que escribir sus guiones. Al citarle a Muñoz-Sampayo me contestó que ambos pensaban como si fueran uno.
O.: Cuando tomo el guión de una persona es porque la estimo y admiro lo que relata, y puedo agregarle cosas sin alterar su mensaje.
Página de unitario publicado en la revista Cóctel, 1991.
G.C.: Dame más ejemplos.
O.: Estoy dibujando Consummatum est, una serie que ha caminado muy bien en Europa y de la me están pidiendo elaborar un libro a color. Y trabajo con Yaqui, que es fundamentalmente un gran amigo, el de las charlas de café. No sólo hablamos de historietas: nos une la poesía, la literatura, la filosofía. Para colmo, Yaqui también dibuja. El argumento lo escribe él, pero el guión lo preparo yo. Y de esa puesta en cuadro surgen cambios que comentamos. Aunque hay un principio y un fin en cada uno, estamos metidos el uno en el otro.
Página de Consummatum Est, con guión de Yaqui, en Címoc, España.
G.C.: ¿Qué autores influyeron en tu obra?
O.: Pese a que de joven yo no era Sartre, el café fue muy valioso: charlando con amigos me nutrí de títulos y de autores, y no había límites. Pero a medida que pasan los años me va sucediendo lo que decía Borges: te quedás con pocos libros que releés. Porque no hay que extenderse, sino profundizar. Por eso retomo autores. Por supuesto, uno de ellos es Borges. También me interesan Herbert Marcuse y la psicología a partir de Freud, por lo que me metí en las nuevas corrientes. El mundo de García Márquez me lo abrió Yaqui. Como ves, la amistad enriquece, amplía tu panorama. Se pueden vivir tantas vidas como amigos se tienen. Te diría que provengo de un Charles Dickens, por eso en cuanto me dieron a elegir una adaptación no dudé en David Copperfield. Me encantaba su imagen y su enfoque de los personajes, intuía que utilizaba planos. Me hablaba de Fulano y éste era un primer plano; describía un ambiente, y se convertía en un plano general. Cuentistas como O´Henry me sugirieron la posibilidad de la trama breve con desenlaces sorpresivos. En Mascarín empleé la técnica del cuento: en dos páginas solucionaba como cuarenta cuadros. La gente me decía: “¡Qué lástima que los dibujos no salgan más grandes!”. Yo contestaba: “¿Para qué? Si lo que tiene que lograr la imagen es narrar”. Nunca me importó el dibujo por el dibujo en ese entonces, pero luego sí quise ahondar en el arte plástico.
Continúa la próxima semana