martes, 22 de enero de 2013

Entrevista a Leonardo A. Wadel, por Germán Cáceres


A LA CONQUISTA DE LA AVENTURA



Según Alberto Brecciaestá injustamente olvidado y (...) fue aquí el inventor de la profesión de guionista”. Como el mismo Wadel declara, hizo su debut en 1936 con Kharu, el hombre misterioso. Más tarde vinieron A la conquista de Jastinapur, Paul de Bernis, Vito Nervio, Turbion, Duval y Gordon.
Tadujo libros de la serie Sexton Blake y  -para la revista Patoruzito- Flash Gordon, Rip Kirby, Capitán Marvel, Cisco Kid.
Adaptó numerosas obras de la literatura universal, entre ellas El Libro de la Selva, con dibujos de José Luis Salinas.
Fue director de las revistas Rojinegro, Fabián Leyes y El Huinca, estas dos últimas con historietas de temas nacionales.


Germán Cáceres: No puedo dejar de emocionarme al recordar A la conquista de Jastinapur, una de las historietas que más me atrapó cuando era chico.
Leonardo Wadel: Jastinapur deriva del sánscrito y es el nombre de una ciudad. Me inspiré en las famosas epopeyas hindúes el Mahabharata y el Ramayana. Ésta relata “Las hazañas de Rama”, que lucha contra una especie de demonio para liberar a su esposa. Rama protagoniza prodigiosas aventuras, en una de las cuales lo ayuda un ejército de monos. El Mahabharata –que significa “Relato de la gran guerra de los Bharata”·- es extensísima: si uno deseara leerla tardaría una vida, pues tiene unos cien mil dísticos. Narra las guerras que libran por el trono de Hastinapura dos familias descendiente de Bharata: los pandavas y los kauravas. De estas dos obras extraje las fabulosas acciones que ocurren en la historieta. El episodio en que los héroes se juegan un reino a los dados esta tomado del tramo del Mahabharata en que un personaje pierde así su fortuna y sus dominios, y es condenado al exilio. Me pareció un buen recurso para que los héroes corriesen aventuras por el mundo. Al cabo de tres años los hice regresar.

En revista Patoruzito, 1946

G.C.: ¿Cómo se llamaban los héroes?
L.W.: Asoka era el más joven y ágil y Kairaba el más fornido. En los relatos de aventuras esta combinación ha repercutido favorablemente entre los lectores. Un alto empleado de una importante editorial de historietas me confesó que la mayor parte de la producción se basaba en A la conquista de Jastinapur. Además, hay que reconocer que el dibujo de Emilio Cortinas fue extraordinario. Era un miniaturista que trabajaba con amor.

G.C.: Usted se nutrió del Ramayana y del Mahabharata en cuanto al asunto, pero ¿qué modelo utilizó para la estructura de la historieta?
L.W.: Yo me había adaptado al público. Procuré darle vigor y fuerza a los textos y los novelicé.

En revista Chaupinela, 1974

G.C.: Claro, porque era una historieta sin globos.
L.W.: Respecto al estilo de escritura no recibí ninguna influencia. Todo fue mío.

G.C.: Usted además se ocupó del folletín cuando dirigió la mítica revista Rojinegro.
L.W.: Y traduje unos cien episodios de Sexton Blake, de la editorial Tor. Incluso escribí algunos a su pedido porque al iniciarse la Segunda Guerra Mundial dejaron de enviarlos.

En revista El Huinca, década del 70.

G.C.: También me marcó de pibe su famosa Vito Nervio, con dibujos de Alberto Breccia.
L.W.: Fue una sensación entre los lectores. Salió durante quince años, más o menos desde 1946 hasta 1960. Se habló de llevarla al cine y a la radio. Pero estos proyectos no se concretaron.

G.C.: ¿Se documentó para guionar Vito Nervio?
L.W.: Siempre me documenté a fondo; por ejemplo, un episodio de Vito Nervio lo extraje de la revista Worldwide, que abundaba en detalles sobre un ferrocarril real que cruzaba la selva de Siam, y era atacado por elefantes salvajes, tigres y panteras. Esta aventura de enorme éxito reflejó mi punto de vista como guionista: “utile e dolce”, como decían los antiguos romanos. En lo posible traté de que mis trabajos fuesen provechosos y agradables a la vez. O sea, no quería escribir aventuritas banales; en Jastinapur el lector aprendió mucho de la India, así como conoció cosas de Siam en esta peripecia de Vito Nervio.

En revista `Patoruzito, 1959.

G.C.: Una historieta que gustó mucho fue Duval y Gordon, con gráfica de Enrique Vieytes.
L.W.: La escribí para la revista Pimpinela de Editorial Codex, y con una orientación completamente popular.

G.C.: ¿Qué otra historieta desea mencionar?
L.W.: Una de las cosas que me brindó mayores satisfacciones fue la dirección de las revistas Fabián Leyes y El Huinca, con historietas que relataron la campaña del desierto. Allí escribí innumerables guiones, y hubo trabajos magníficos, como los dibujos de Enrique Rapela. La conquista del desierto tuvo la misma grandeza y monumentalidad del Far-West. Tribus enteras fueron asesinadas y se cometieron cualquier clase de horrores, pero al margen de tanta monstruosidad e injusticia abundaron actos heroicos que pienso volcar en un libro que llamaría Cuentos del Sur o Cuentos de fortines.

En revista Patoruzito, 1961.

G.C.: ¿Recuerda algún suceso?
L.W.: Sí, el de un fortín de la provincia de Buenos Aires, que, al quedar sin soldados, fue defendido por un grupo compuesto de inválidos, enfermos y prostitutas.

G.C.: ¿Nunca abordó el cuento o la novela?
L.W.: Mi único libro fue En el umbral del gran enigma, sobre cuestiones vinculadas con el esoterismo, una de mis chifladuras.

En revista Pàtoruzito, 1959.

G.C.: ¿Qué piensa de la historieta como arte, usted que la vivió tan de cerca?
L.W.: Creo que últimamente a los historietistas se les han subido los humos a la cabeza. A toda costa pretenden considerar la historieta un arte. No sé si lo es. Puede serlo por el dibujo o por el guión. Para mí se trata de un simple entretenimiento.


De El dibujo de aventuras, de Germán Cáceres (Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996, 200 páginas).

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