de Robin Wood (guión)–Lucho Olivera (dibujos)
(Planeta DeAgostini, Barcelona, 2018, 90 páginas)
Es sumamente
auspicioso que se reedite la saga completa de Nippur de Lagash, una de las más notables historietas argentinas. Resulta
imprescindible rescatar de un posible olvido estas colosales obras maestras a
la que deben tener acceso las generaciones más jóvenes. Se trata de publicaciones
lujosamente impresas en papel ilustración y con tapa dura a color. El proyecto
editorial ha decidido que sus páginas saldrán en blanco y negro o en colores de
acuerdo a las tiradas originales. Su precio por ejemplar es bastante accesible.
Si bien Robin
Wood y Lucho Olivera fueron los creadores del personaje, en la extensa serie
intervinieron talentos como los guionistas Ricardo Ferrari, Armando Fernández,
Manuel Morini y Nésto Barron, y dibujantes de la talla de Sergio Mulko, Ricardo
Villagrán, Gómez Sierra, Jorge Zaffino, Carlos Leopardi, Eduardo Barreto,
Walther Taborda, Daniel Müller y Sergio Ibañez, entre otros.
En Historia para Lagash (revista D´Artagnan, mayo de 1967), se inicia el
ciclo. Como en los otros cuatro episodios presentados en este Volumen 1 de la
colección, Robin Wood escribe textos extensos con una prosa excelente. Y
compone un guión vigoroso y de interesantes alternativas, narrado en la primera
persona de Nippur.
El estilo de Lucho
Olivera se compone de líneas sencillas, relevante sentido de la síntesis,
soltura en el trazo y un profundo conocimiento de la anatomía humana. Adquiere
un intenso brillo visual en las cruentas luchas cuerpo a cuerpo entre guerreros
que utilizan espadas, hachas y cuchillos. En el último tramo, el artista
recurre con idoneidad al negro pleno tanto en las caras como en las siluetas.
El héroe da una
definición de sí mismo en esta primera entrega: “No tengo rey, ni ciudad, ni
techo, ni fuego. Soy nadie de ningún lugar. Me iré a recorrer el país de los
grandes ríos y quizá las tierras del papiro hasta sanarme el dolor.”
En Nofretamón (revista D´Artagnan, agosto de 1967) el grafismo de Lucho Olivera adquiere
matices de tono gris, destacándose cuando dibuja espléndidos caballos negros. Y
luce una de sus tantas virtudes: las figuras esbeltas de sublimes mujeres.
La escritura de
Robin Wood acentúa su carácter elegante, en el cual apela a radiantes imágenes
y cuyo sentido hiperbólico se vuelve poético. Otra característica que adquiere
la historieta es la aparición de una situación romántica.
Hay una
magnífica e impactante viñeta de una página que muestra un plano general lejano
de la construcción de una pirámide:”Miles de hombres se arrastraban como hormigas,
luchando con enormes bloques de piedra (…) y, por fin, muriendo alrededor de la
tumba real.”
El dibujante se
luce con las aplicaciones de pincel en Las
lanzas y la arena (revista D´Artagnan,
octubre de 1967).
En los
enfrentamientos bélicos, Robin Wood se ocupa de que Nippur no tenga compasión con
sus enemigos.
A medida que transcurren
los episodios, los autores crecen en calidad y oficio, como, por ejemplo, Minotauro (revista D`Artagnan, enero de 1968). Robin Wood recrea estupendamente el
famoso mito, y la gráfica que utiliza Lucho Olivero con sus múltiples recursos
alcanza un refinado preciosismo.
El mirlo voló primero (revista D`Artagnan,
febrero de 1968) es el último capítulo de este libro y, como es habitual en la
serie, las aventuras violentas y las beldades femeninas son los imanes que
atraen al lector.
Continuamente la
historieta cambia de planos recurriendo a los más aptos para apoyar el clima y
el ritmo de la narración. Cuando la escena los necesita, Olivera trabaja con
fondos blancos dejando de lado su destreza para diseñar ambientaciones. Resultan
impresionantes los batallas entre combatientes montados a acaballo.
Disfrutar de los
prodigios que presenta la colección es un deleite imperdible para los amantes
de este venerado noveno arte.
Germán Cáceres
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