jueves, 5 de enero de 2012

Entrevista: Oswal (segunda parte)

DE SÓNOMAN HASTA HOY

Por Germán Cáceres



Oswal y José Massaroli

Osvaldo Walter Viola (Oswal) contrarió el deseo de su padre de que fuera contador. En lugar de entrar a la Facultad de Ciencias Económicas comenzó a estudiar dibujo en escuelas por correspondencia. Su principal interés se centró en el dibujo animado. En los años cincuenta estuvo con ese pionero de la animación que fue Burone Bruché; después –a mediados de la década del sesenta- se asoció a los estudios de Guillermo Divito. Tuvo a su cargo algunos episodios de Ernie Pike y otras historietas de Hora Cero y Frontera. En Correo de la Tarde realizó una tira diaria y fue responsable de la página dominical (en realidad, era 1/6 de páginas). Pero su verdadera carrera historietística se inicia en 1965, al pedirle García Ferré que adaptara David Copperfield y Robinson Crusoe. En 1974 concibe Mascarín para la revista Chaupinela. Publica varias colaboraciones en “Humor Negro” de Satiricón. Desde 1982 su producción se edita en España. De ella se destacan Mark Kane, Big Rag, Buenos Aires, las putas y el loco y Consummatum est.



Página de Sonomán, en Anteojito, 1994.

G.C.: Es decir antes buscabas un dibujo que fuese narración.

O.: Sigo pensando igual. Sucede que a su vez me incita el dibujo en sí, pero siempre que incorporo elementos lo hago en función narrativa. Aquí no hay tu tía. Te comunico que Yaqui se llama Patricio McGough y guiona historietas circunstancialmente. Es ante todo es escritor y poeta. Le publican sus libros con el nombre de Patricio Peñaloza; escribe, además, letras de música popular.



Página de Consummatum Est, con guión de Yaqui, en Címoc, España.

G.C.: ¿Estás dibujando alguna otra historieta para Europa?

O.: Hice Marc Kane, con guión de Linton Howard, y Buenos Aires, las putas y el loco, con textos de Ricardo Barreiro, que se publicó en la revista Hora Cero. Buenos Aires... es una de las mejores historias de Ricardo, en la que sale de lo tradicional en él y obtiene una verdadera obra negra.



Página de Galac Master, con guión de Oesterheld, en Skorpio.

G.C: ¿Y en la actualidad?

O.: Continúo dibujando una nueva etapa de Sónoman y estoy realizando una segunda serie de Pieter Thijsz, que trata sobre un pintor del siglo XVI.

G.C.: ¿Qué pasó por tu afición por los dibujos animados?

O.: Está abandonada por la falta de posibilidades. Me gustaba la animación porque unía el cine y el dibujo. Por supuesto, sólo se realizaba dibujo animado comercial. El sueño era tener un estudio productor de largometrajes que sirviesen a la diversión. El dibujo animado es el clásico trabajo en colaboración donde muchos aportan para ejecutar una obra. Lo que me apasionaba no era sentarme a dibujar, sino coordinar el equipo. Por eso me asocié a Divito. Lo excitante es organizar los esfuerzos de gran cantidad de gente. Pensá que hay una banda de sonido y otra de imagen. Luego, a partir de los años sesenta paso a la historieta, donde uno se retira y vive a solas, casi en una cueva.



Unitario publicado en revista Cóctel.

G.C.: Cuando mencionás la falta de posibilidades, ¿te referís a la crisis económica que sufre el país?

O.: Me estoy refiriendo al país de esa época. Si vos tenías un estudio chico y querías agrandarte no lo podías hacer porque necesitabas mucho capital para dar el salto. O sea ibas creciendo en los trabajos pero si había uno que no lo cobrabas, te sacudía hasta exterminarte.



Dos páginas de Sonomán publicadas en revista Humi, 1983.

G.C.: ¿Cómo incidió el cine en tus trabajos?

O.: El cine participó en la historieta en idéntica medida que la literatura y el teatro. Son medios expresivos que aportan lo suyo. La historieta es un género que a su vez ha enriquecido a todos esos medios. Así, en el pop art se pintaba cuadros en base a técnicas de la historieta.

G.C.: Dado que el cine es narración visual, ¿no será más importante que la literatura para la historieta?

O.: Se puede dar a una página el sentido de una pantalla, como propone Hugo Pratt que la divide en cuatro tiras con tres cuadros (a veces de dos cuadros hace uno). Está como respetando el tamaño de una pantalla: interesa lo que sucede adentro. Esta postura me parece hermosa, pero también es posible romper la página en función narrativa. La historieta debe sugerir aquello que el cine posee, como el movimiento: se hace creer que los personajes se mueven, pero ellos están dibujados y fijos. El cine tiene sonido: la historieta sugiere que lo hay. Es todo una ilusión, una magia, un hechizo del que carece el cine. Sin duda, éste ofrece sus propios encantos; no estoy queriendo decir que la historieta sea superior.



Página de Buenos Aires, las putas y El Loco, con guión de Ricardo Barreiro, en Címoc, España.

G.C.: O sea que hay que explotar lo específico de cada arte. ¿Vas mucho al cine?

O.: Voy poco al cine así como casi no leo historietas. Estoy pasando por un período en lo que lo primordial es concretar mi obra y entonces no estoy mirando las obras de otros.

G.C.: A la fotonovela la liquidó la televisión, con más precisión la telenovela. ¿Le sucederá lo mismo a la historieta?

O.: Cuando la historieta tenía gran divulgación masiva, se la hacía de manera que impactara a mucha gente. En el presente el historietista ha tomado conciencia de ser un autor, que debe saber lo que dice porque es un modificador social. Le está ocurriendo lo que al escritor: he visto en Europa que historieta se va volcando hacia minorías, en el sentido de que se edita en libros: en definitiva, va a publicar aquel que represente su época y llegue al lector. La historieta no va a morir.


Página de Consummatum Est, con guión de Yaqui.

G.C.: Hay preguntas de rutina: ¿ qué historietistas admirás?

O.: Si menciono a algunos tengo miedo de ofender dejando aparte a gente notable. A mí me ha afectado mucho el humor de principios de siglo, por ejemplo Feininger en los EE.UU.

Después me pareció increíble Elzie Segar con Popeye, fantástico Herriman, e interrumpo aunque hay más. Me estimularon asimismo los ilustradores de nuestro país de ese tiempo, artistas maravillosos como Cao, o Sirio algo más acá. Y es obvio que Pratt, Breccia, y para qué seguir.



Página de Big Rag.

G.C.: Lo que estás diciendo, ¿vale para los guionistas?

O.: Sí. Un guionista que me conmovió fue Elliot Caplin –el hermano de Al Capp-, autor de la historieta llamada aquí Doctor Boves, que luego escribió El corazón de Julieta. Después fueron apareciendo numerosos guionistas pero te vuelvo a repetir que al nombrar sos injusto porque olvidás. En el país hubo y hay muy buenos. Además, es gente que lee y piensa, por eso me agrada. Se me han quejado por decir que lo primordial es el guión. En realidad, afirmo que la historieta es literatura, y que el historietista es en sí un escritor.

De El dibujo de aventuras, de Germán Cáceres (Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996, 200 páginas).

2 comentarios:

SergioKa dijo...

Osvaldo Viola, Oswal, es un artista muy apreciado en el exigente mercado europeo, un gran maestro y una excelente persona, que luce la modestia de los realmente grandes. Ojalá los jóvenes que hoy se acercan al medio historieta, no dejen de prestarle atención a la filosofía con que encara esta actividad, y a sus inteligentes consejos.

dakota73 dijo...

Sergio,con mucho placer coincido contigo,lo digo como admirador de quien fuera mi profesor de historieta,un recuerdo imborrable.