miércoles, 27 de octubre de 2010

Entrevista: El Tomi (primera parte)

El Tomi es uno de aquellos autores que se lo identifica con sólo ver uno de sus dibujos. Se cuenta entre los principales protagonistas de la historieta argentina desde los años 80, autor de series que hoy forman parte de los clásicos nacionales, como Polenta con pajaritos, Tangozando, El desmitificador argentino, Dibujitos avivados, entre otras.
Esta es la primera parte de la entrevista.


El Tomi

Lugar de nacimiento, edad, lugar de residencia
Nací en Rosario, tengo cincuenta y cinco años y vivo en Barcelona.

Cómo fueron los comienzos y ¿por qué la historieta?
La maestra de la escuela primaria me decía continuamente que mi papá no me tenía que hacer los dibujos en el cuaderno de clases, esta recomendación podría haber frustrado a cualquier alumnito almidonado pero no a mí, que lejos de tratar de explicarle que los hacía yo mismo, me quedaba mirándola impávido desde mi innata introspección, uno de mis mecanismo de defensa favoritos, mientras trataba de descifrar si aquella mujer tenía algún problema psicológico o si me los estaba queriendo provocar a mí. Así fueron mis comienzos aunque considero que esta anécdota no debería distar demasiado de las de todos los niños dibujantes de aquella generación, en la cual no puede decirse que existiera el mismo apoyo logístico y espiritual que, a pesar de no ser todo lo exuberante que debiera, existe hoy. También es probable que por esta razón me haya acostumbrado a recomendar que cada vez que uno se siente a dibujar en su rinconcito, con su papel y su lápiz, debe repetirse a sí mismo y en vos baja para que nadie lo escuche y lo acuse de pedantería, que es el mejor dibujante del mundo, así hasta creérselo por completo. (sigue)


Página de cuentos del bajo vientre

El porqué de la elección de la historieta no es mas complejo de explicar (es probable que debiera haber dicho que es tan difícil de explicar como lo anterior). Mi abuelo guardaba en el lavadero de su vieja casona montones de enmohecidas Caras y Caretas con las célebres caricaturas de José María Cao y así mismo en un armario, mi padre, tal vez heredando esa manía, archivaba una colección de suplementos de un diario tamaño sábana donde ví las primeras historietas, entre las cuales, si mal no recuerdo, estaban las del Príncipe Valiente de Foster. Si amasáramos estos datos ya veríamos lo difícil que resultaría sustraerse al impacto visual que causan, pero si le sumamos la aparición de un vecinito del barrio con pilas de revistas de Tarzán, el flash emocional quedará completamente desbordado, aún sin tener en cuenta que con esos pocos añitos uno todavía es plenamente consciente de su inmortalidad.



El gran despegue, al menos para el lector específico de historietas, se dio en la vieja Fierro ¿Cómo surgió la oportunidad y cómo fue publicar allí?
Si bien es cierto que para el lector específico de historietas es probable que mi gran despegue se haya dado en la revista Fierro, sin el mas mínimo ánimo de desmerecer a ninguna revista, ni fue tan así ni creo en los grandes despegues. Mis primeros trabajos en un medio gráfico con serias pretensiones de tal fueron publicados en la revista Risario, creada en Rosario por un grupo de maravillosos amigos y quien suscribe, pero si hablamos de un medio gráfico de mayúscula tirada e incalculable alcance debo nombrar en primer lugar a El Víbora de Barcelona, donde hacía ya un tiempo que estaba publicando la primera versión de“El desmitificador” cuando apareció la Fierro. Por aquel entonces vivía en Madrid y la oportunidad surgió de la mano de mi amigo Manuel, quien entre los guiones que escribía me envió una adaptación que había hecho de Boquitas pintadas de Puig para que la dibujara, esa fue una de las primeras publicaciones en la Fierro de los ochenta.
Publicar, no digo en la Fierro, publicar nomás, es una sensación que tiene que ver con la libertad de expresión, con el reconocimiento de nuestro trabajo, con nuestra satisfacción intelectual y con el orgulloso deleite de saborear que la línea propia quedará archivada en las hemerotecas, por lo menos hasta que se incendien.




Su gráfica, además de muy personal, es sumamente expresiva, tanto por los dibujos como por los recursos gráficos. ¿Cómo arribó a ese estilo?
Aclarando en primer lugar que, personalmente, no creo haber llegado a ningún estilo, sí es verdad que muchas veces me han preguntado cómo he llegado a tenerlo. Podría decir que no hago mas que seguir inconscientemente un impulso interior desde que tengo uso de razón, y aunque estudié tres años de magisterio de Artes Visuales salí de allí con todo lo mismo con lo que entré y sin el título. Si tendría que contestar esta pregunta a la fuerza repetiría por enésima vez algo que ya contesté muchas veces, no recuerdo un solo día de mi vida en el que no haya hecho un dibujo.


Polenta con pajaritos

Otro aspecto muy característico de su gráfica son los sombreados. ¿Cómo es básicamente la técnica?
En un principio, cuando empecé a utilizar los lápices de grafito muy blando, mínimo el 6b, descubrí que pasándole los dedos por encima se borroneaban con facilidad, de allí en mas intenté dominar el borrón mas que cuidarme de no desparramarlo, presionar con la yema del dedo en una dirección determinada, controlar el degradé. Ya después descubrí el difumino, ese mágico rollito de papel que permite conseguir infinidad de grises con mas minuciosidad y asepsia que con los dedos. Cuando por fin decidí incursionar en la atmósfera de los lápices sanguina y los pasteles la técnica cobró un vuelo inusitado en el cual mucho tuvo que ver el saber aprovechar hasta la propia grasa de la piel e incluso el saber limpiar la yema de los dedos pasándolos por la lengua en lugar de por un trapo húmedo, ya que gracias a la lubricidad de la saliva se desliza mejor sobre el papel.



Página de Tangozando

Con el nuevo siglo les agregó color, ¿cómo lo trabaja?
Tratándose de historietas, además de las tintas, las aguadas y el grafito, siempre trabajé el color, muchos originales de Polenta con pajaritos sin ir mas lejos, están hechos en color pero han sido publicados en grises. Empecé a aplicar el color mayormente con pastel, al que le fui agregando témperas y lápices de colores. El nuevo siglo lo que aportó fueron cantidades estratosféricas de tecnología, y debo reconocer que a pesar de haber estado dentro de una agencia de publicidad europea en el nacimiento mismo de la informática, lejos de darle uso inmediato renegué durante años de ella argumentando que meter los dedos en el teclado de una computadora era lo mismo que meterlos en una cierra eléctrica. Después, como es obvio, las máquinas me ganaron por cansancio.



La próxima semana, la segunda parte.

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