Manuel Morini, más conocido como Gustavo Amézaga, es uno de los grandes guionistas de historietas en actividad. Discípulo de Robin Wood en editorial Columba, desarrolló series propias como la renombrada Crazy Jack, o asumió la realización de los guiones de personajes emblemáticos, como Nippur o Dago. Esta última serie, nacida en editorial Columba con textos de Robin Wood, se publica en la actualidad en Italia con notable repercusión.
La siguiente entrevista fue realizada por Diego Aballay
Diego Aballay y Manuel Morini
Manuel, tu nombre artístico es Gustavo Amézaga, ¿por qué?
Antes que nada digo que ya no lo uso más. Fue mas bien una imposición. Para Antonio Presa, Jefe de Arte de Columba, Manuel Morini tenía un qué se yo que no le gustaba. Todavía, en los años 80 quedaban viejos mozos, o dueños de barsuchos, o encargados de edificios de origen español, en general gallegos sin instrucción. Solían parodiarlos en TV. Incluso, de chico, algunos me llamaban “gaita”, sin advertir mi apellido italiano. A mi me chupaba un huevo. Además siempre tuve admiración por la tenazidad de mi abuelo inmigrante, en honor al cual llevo su nombre, y su seudónimo. Vino a la Argentina solo, a los veinte años, con una mano atrás y otra delante, y murió rentado por tres propiedades.
Creo que todos los guionistas usaban seudónimos, hasta Robin Wood que tiene nombre de seudónimo los tenía. Mateo Fussari, Noel McLeod, Roberto Monti y otros. Eugenio Zapietro firmaba como Ray Collins o Pietro Zanga, para poner un par de ejemplos. Por otro lado, Antonio Presa, siendo hijo de inmigrantes españoles, sentía cierta aversión por ese pueblo que habría que rebuscarla en su niñez, pero ya no está para contarlo. Decía que que de diez españoles, nueve usaban la cabeza para embestir. Como me negaba a usar un seudónimo anglosajón terminé eligiendo mi segundo nombre y mi segundo apellido. Otra vez, el de mi abuelo. Sin conocer esta razón, Julio Alvarez (alias Roque Guinart) me decía que era un pelotudo, que yo también tenía nombre de seudónimo, Manuel Morini, MM, Dare Devil, Martin Myster, Dyland Dog, etc. Ese fue el origen de Gustavo Amézaga. Este, el fin.
Página de la serie Dago, en este caso con guión de Morini
¿Dónde naciste? ¿dónde te criaste?
En realidad nunca tuve bien claro en dónde nací. Me refiero a la clínica. Se que fue en Capital, pero mi viejo, que aún vive, no tiene la menor idea. Y cuando le preguntaba a mi vieja, se embarullaba con las calles.
Eso sí, me crié en provincia. Florida, Partido de Vicente Lopez. Un lindo lugar.
¿Cómo llega la historieta a tu vida? ¿a qué edad aproximadamente y con qué lecturas?
Empecé a leer a un gaucho que ahora no recuerdo el nombre, pero que dibujaba Ricardo Villagrán en Selecciones Estudiantiles de Codex, luego llegaron a casa algunos números de D’Artagnan con los primeros episodios de Nippur de Lagash que, a los 9 años me volaron la cabeza. A los 13 quedé completamente estropeado con El Regreso de Osiris, tira diaria de ciencia ficción, guionada y dibujada por Alberto Contreras, artista injustamente poco recordado. A los 15, yo tenía un bloque en un progama infantil de canal 7 en el que hablaba de ovnis y allí tuve la fortuna de conocer a Alberto y hasta tramar con él algún proyecto. Me daba bola porque también era investigador del fenómeno.
Ilustración para tapa de Alfredo de La María, con el personaje Crazy Jack
¿Cuándo empezaste a escribir historias? ¿recordás tus primeros guiones para historieta?
Escribí mi primer relato a los 9 años en una libreta. En la primaria tenía un personaje gore llamado “Muerte Segura”. Hacía mis propias pseudo películas para el Cine Graf, un juguete que ahora no voy a eplicar cómo era, dibujando cada cuadro en tiras de papel de calcar. Y sí, recuerdo mi primer guión publicado: Aves de Presa. Un policial. En ese título, después reconocí que aludía a mí y a Antonio Presa, mi mentor. Yo era su pollo.
¿Cómo llegaste a Columba? ¿Podés contarnos un poco cómo era todo por ese entonces? Había mucho trabajo, ¿no?
Violeta y Veronica, dos de las tres hijas de Carlos Vogt eran compañeras mías en el Florida Tenis y las torturé para que me presentaran a su viejo. Le llevé un guión y él se lo dejó a Antonio Presa. Presa leía solo la primera página de los guiones y ya sabía si funcionaba o no. Leyó el mío y me llamó. Hay pasta, pero le falta, me dijo, véngase una vez a la semana que le voy a enseñar cómo se hace. Columba era la Meca de la Historieta Argentina. Decime uno que no haya pasado por ahí. Era el sueño hecho realidad, conocer a los grandes, charlar con ellos, arrancarles información. Había mucho laburo, se pagaba bien. Con decirte que un piojo como yo, a los 23 años, no solo no les pedía un mango a mis viejos, sino que vivía solo en un amplio departamento de Barrio Norte, tenía un Peugeot casi 0KM, y me pasé dos meses en Europa viajando desde Madrid hasta casi llegar a el Círculo Polar Artico en territorio sueco, pasando por las Baleares, Ibiza, París, Copenague, etc. Mi Disneylandia privada soñada de niño.
Página de Crazy Jack
Hablanos de Crazy Jack... Y de Rubén Meriggi, obvio... ¿qué edad tenían, eran muy jóvenes los dos?
20 años, más o menos. Los dos veníamos del cyberpunk. Pero eso no era la línea columba. La metimos con paciencia y saliva. Ya olía a viejito, pero para Columba era una novedad tal que otros nos siguieron con el género. Abrimos una puerta. Hasta hubo una banda de rock llamada así. Nos legó una hueste de fans pendejos que ahora crecieron. Y qué te puedo decir de Ruben, es mi hermano astral. Hicimos hace poco la primera parte de Demonikon que ya se editó y vamos a ver cuando hacemos la 2ª. Depende de él.
¿Cómo fue conocer a Robin Wood, y trabajar con él? ¿Qué le sumó a tu trabajo? Él te tiene muchísimo aprecio..
Fue conocer al ídolo, el que me legó la emoción y esa estructura dramática que conoce en profundidad. Al principio no me dio mucha bola, yo era un empleaducho más de Columba. Después comencé a asistirlo en los guiones. Escribía un Savarese o un Nippur, se lo enviaba, el lo leía, lo dejaba de lado y escribía uno nuevo. Cuando llegaban, era el primero en leerlo para descubrir sus modificaciones, que eran muchas. Estudié guión con varios, Aída Bortnik entre otros, pero las lecciones de Robin fueron las fundamentales, sin ofender. Después, en un acto de generosidad, nos convoca a Ricardo Ferrari y a mí para seguir con el Dago Mensual en Italia. El dice que no lo hizo por amistad, sino por profesionalidad, no sé. ¿Pero qué querés que te diga? Por supuesto que pretendo seguir creciendo, pero esa es una bisagra en mi vida como guionista de comics. Escribo Dago. ¡Dago! Y sí, yo también aprecio a Robin, más que eso, lo quiero como a un hermano mayor sabio. Es el tipo que me tiró la posta. Cuando viene a Buenos Aires siempre encontramos un momento de paz y nos vamos a comer juntos para charlar sin que nadie moleste.
Hiciste Stalker y Khryse con Falugi, un grande Alfredo, ¿con este segundo personaje, Khryse, ganaste un premio? ¿cómo fue eso?
Stalker estaba bueno, pero duró poco. Khrysé fue más importante para Alfredo, para mi y para los lectores. A veces la ponía en situaciones tan límite que llegaban las cartas de seguidores preocupados por su salud. Robin te puede decir lo que es laburar con Falugi, como decís, un grande. Además de afectuoso, generoso como ser humano. Las minas lindas es lo que mejor hace, pero en Khrysé hizo de todo y estupendamente. Como profesional, muy versatil y de dibujo extremadamente atractivo. El premio fue compartido con él. El mi blog cuento por qué no fui a recibirlo.
Contás en tu blog, que trabajar guiones para Nippur era como cabalgar con el caballo del comisario, ¿te pasó algo parecido con Dago? Recuerdo excelentes guiones tuyos para Dago...
Tal cual. Conté lo de Nippur para una generación de cierta edad que no digo por pudor. Pero Dago es hoy, ahora. El es mi pura sangre nuevo. Yo, apenas el jockey. Los caballos se venden por millones. Los jockeys, no. Respecto a los guiones, también corro con cierta ventaja porque el brainstorming donde se creó Dago, se hizo entre Presa y Robin en mi oficina, delante mío. Yo, chito, pero escuchando atentamente.
¿Qué crees que pasó, que en un momento desaparecieron las editoriales argentinas? Vos estabas en Columba, ¿cómo viviste ese momento tan triste para todos los lectores de historitas tipo Tony, D´Artagnan? ¿qué fue pasando?
Nunca reflexioné profundamente sobre la idea. Habría que tener en cuenta la cultura social, que es diferente en cada país, las nuevas tecnologías, los videogames, el cable, el 3D, la dificulad para la lectura, los precios de las revistas, y algo más que se me escapa. Los paradigmas argentinos no son los mismos que los franceses, japoneses o americanos. Asistí a la demolición de Columba por parte de extraños a ella que iban sucediéndose en los sillones gerenciales. Todos viniveron a liquidar alguna de sus subsidiarias para llevarse su tajada y después tomárselas, mientras parientes de la familia poco idóneos en el tema se distraían jugando a ser editores. Nadie dijo nada hasta que el último apagó la luz.
¿Crees que está lentamente resurgiendo la historieta argentina? ¿notás que están pasando cosas?
No lo sé con precisión. Lo que está claro es que van surgiendo nuevas camadas de dibujantes que se van ubicando en el extranjero. No tanto de guionistas. Sí, de novelistas influenciados por el comic como Leonardo Oyola, por ejemplo. ¿Para qué escribir un guión si nadie acá te lo va a publicar? El camino de una novela es igual de arbitrario, pero al menos hay editores, concursos y, de última, autogestión.
Estás trabajando como docente en la escuela Sótano Blanco, ¿nos contás un poco qué estás haciendo allí? ¿cómo ves a los que quieren escribir?
Es una de las cosas más lindas que me pasó en el último año. No tengo muchos alumnos todavía. Lo achaco a lo que dije antes. Pero van bien. Veo devolución. Los muchachos trabajan, están empeñados en aprender. La escuela es maravillosa. Una explosión de creatividad.
Después de tanto camino andado, ¿qué es escribir? ¿por qué escribías hace años y por qué escribís hoy?
Guarda, que todavía falta mucho camino. La respuesta es compleja pero voy a tratar de resumirla. Escribir es como laburar de prestidigitador o ser el narrador de una tribu neolítica. Por unos instantes te apoderás del público, manipulás sus emociones, podés hacerlos reir, llorar, reflexionar. Siempre escribí por la misma razón. Para despertar la atención de alguien, de uno solo aunque sea, parar abrile una puerta hacia un mundo imaginario que tal vez el no sea capaz de construir, pero sí de agradecerte que lo hayas hecho por él.
¿Cuál es para vos la importancia de la historieta como género narrativo? ¿creés que suma algo al lenguaje? ¿Por qué?
Eso podés leerlo en “Apocalípticos e Integrados” de Umberto Eco. Desde los años 60 la historieta fue revalorizada por los semiólogos, empezó a ocupar un lugar en las manifestaciones culturales. No solo suma al lenguaje sino que es uno por sí misma.
En el ambiente tanguero, dicen que el que toca (instrumentos musicales) no baila... ¿El que escribe historietas, no lee historietas?
No. No es así. Leo historietas, de hecho leí muchísimas en mi vida. Por ejemplo, la obra completa de Robin, que vastísima. Leo a los ingleses, los americanos, los francobelgas y algún manga. Pero también me gusta la narrativa, el cine, la TV. No se puede hacerlo todo. Hay que seleccionar. Trato de hacerlo con cuidado para comerme la frutilla sin tener que raspar el fondo.
Vamos caminando, hablando boludeces y de pronto, ¡la lámpara mágica! Pero esta lámpara sólo concede deseos relacionados con la historieta... ¿qué le pedirías al genio?
Mirá, con la historieta se me han cumplido varios. Debo tener en verdad algún genio que a veces me escucha. Hoy por hoy, con que siga así, me conformo.
Gracias, Manuel...
Un placer….
Exposición de pinturas, ilustraciones e historietas de Enrique Breccia
Entre el 3 y el 30 de junio se desarrollará en el Museo Muncipal de Arte Juan Carlos Castagnino (Avda. Colón 1189) de la ciudad de Mar del Plata, Argentina, la muestra de pinturas, ilustraciones e historietas Enrique Breccia - Todo. En ella se podrán apreciar trabajos de diferentes etapas de este artista, uno de los máximos exponentes de la ilustración, mundialmente reconocido. En esta oportunidad se exhibirán más de sesenta obras pertenecientes a diferentes etapas de su fecunda carrera, además de trabajos inéditos.
Enrique Breccia nació en 1945 y trabaja profesionalmente en el ámbito de la historieta desde hace más de 40 años. Paralelamente, desarrolla actividades en el campo de la plástica, con exposiciones de sus cuadros en prestigiosas galerías a ambos lados del Atlántico. A lo largo de su carrera trabajó para editoriales de todo el mundo, en los géneros más variados (del sainete costumbrista a los superhéroes de Marvel Comics) y con guionistas importantísimos como Héctor Oesterheld, Carlos Trillo, Ricardo Barreiro, Felipe Hernández Cava, Xavier Dorison, Keith Giffen o Andy Diggle.
Breccia, en opinión de Andrés Accorsi, “lleva el dibujo en la sangre, o tal vez la tinta china sea su sangre. Domina el lenguaje de la historieta con la naturalidad y la soltura con la que se domina la lengua materna, pero su relación con el dibujo es tan fuerte que supera los confines de ese medio. En la ilustración y en la plástica vemos a otro Breccia, que dibuja tan bien como el Breccia historietista, pero que adopta otro registro, porque entiende que el medio es otro y las posibilidades que se le abren también. Puede ser épico o costumbrista, heroico o grotesco, violento o humorístico, puede sorprender con escenas de enorme espectacularidad o con pequeñas viñetas en las que sólo vemos el primer plano de un pie. Maneja como pocos los espacios de la viñeta, la página o el lienzo y ofrece una miríada de elementos o apenas un par de líneas que esbozan un paisaje desierto, según le siente mejor a la historia que quiere contar. Puede dibujar con claridad en viñetas con mucho negro, darle mucho contenido a enormes áreas de blanco, o simplemente optar por el color y dejarnos boquiabiertos con su forma de trabajar los contornos, con su paleta vibrante y original, o con los climas que logra crear mediante el uso (o en realidad, el control molecular) de las distintas técnicas.”
La exposición ENRIQUE BRECCIA - TODO cuenta con curaduría de Claudio Daniel Herrera, dibujante y especialista en la obra de este artista, y ha sido organizada por Fundación OSDE, con el acompañamiento de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Gral. Pueyrredon. La inauguración tendrá lugar en el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino (Avda. Colón 1189, Mar del Plata, Argentina) el jueves 3 de junio, a las 19:30 horas.
1 comentario:
En mi primera visita a tu blog no puedo menos que felicitarte, fantàstico blog. Me llevarà tiempo recorrerlo y disfrutarlo, pero lo harè e irè dejando comentarios por ahi...
Ah, quedas linkeado, saludos.
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