Revista DIBUJANTES
Tapa de la reedición del primer número, de descarga gratuita
Está disponible para su descarga gratuita, la hoy mítica revista “Dibujantes”, de la que se publicaron más de veinte números durante la década del 50.
“Dibujantes” fue editada a partir de 1953 por el dibujante Osvaldo Laino. La revista, estaba dedicada a los dibujantes consagrados y emergentes de la época. Por ejemplo, entre los consagrados se contaban Divito, Ferro, Alberto Breccia y entre las “jóvenes promesas” se contaban varios que llegaron a ser reconocidos profesionales del medio, como Quino, Gustavo Trigo, Víctor Arias, Grondona White, entre muchos otros. Nació como una revista “informativa y de orientación”, cuyo fin era el de “ser una mano amiga que se tiende para ayudar al que se inicia, para facilitar al que surja”.
“Dibujantes” apareció durante la llamada “Edad de oro” de la historieta argentina. Cuando en el país existían una gran cantidad de publicaciones de historieta “seria” y de humor gráfico que en conjunto vendían millones de ejemplares, momento en que se estaban desarrollando obras que pasarían a ser los clásicos de la historieta nacional. Dentro de ese contexto de efervescencia, en la revista se publicaron reportajes a grandes autores y secciones técnicas cuya finalidad era la de brindar elementos para que se pudieran desarrollar nuevos profesionales.
El primer número, de descarga gratuita, además de presentar el contenido original a sido actualizado con una nota sobre el notable dibujante argentino Oswal.
Una revista recomendable desde todo punto de vista.
http://osvaldolaino.blogspot.com
Introducción de la reedición del primer número y todas las tapas de la revista, editadas en la década del 50.
Entrevista: Héctor Reinna (primera parte)
Un protagonista de la edad de oro de la historieta argentina
Héctor Reina mostrando dos de los personajes que dibujaba: "Cruz Calaveras " (en la que era el ayudante de Mottini, el autor) y "Don Nicola".
Hector Reinna nació hace 75 años en la ciudad de Rosario, donde regresó con los años y reside en la actualidad. Su historia tiene en común con gran parte de los dibujantes nacidos en el interior, que tuvo que mudarse a Buenos Aires para dar el gran paso. La fortuna le sonrió, y a fuerza de trabajo y talento, en los años 50 formó parte de la mítica revista de historietas “Patoruzito” y para la editorial de Torino, dibujó el mítico personaje “Don Nicola”. Hoy no son muchos los que saben, fuera del ambiente de la historieta, que la vieja “Patoruzito” fue la primera revista en los años 40 y 50 en publicar casi íntegramente material producido en el país. Revista que combinaba historietas de varios autores, de las “serias” y humorísticas, que produjo series que hoy son clásicos de la historieta nacional (Vito Nervio o Langostino, por ejemplo) y que vendía varios cientos de miles de ejemplares por mes.
Reinna fue uno de los protagonistas en que la historieta nacional brillaba por su popularidad.
En la siguiente entrevista realizada en la ciudad de Rosario, durante el festival “Dibujantes, narra sobre sus comienzo en los años 40, sobre su ingreso al mundo de la historieta en las grandes editoriales de Buenos Aires, cómo era ese mundo por dentro con sus protagonistas y numerosas y muy ricas anécdotas del ambiente.
A continuación la primera parte.
Héctor Reinna
Los comienzos
Nací en 1932, en Rosario, en un barrio que había sido siempre de prostíbulos y de conventillos. Por eso, ese clima se unía con todo lo que sea historietas.
Empecé a dibujar en diarios de acá (Rosario), que salían a la tarde. El laburo en el diario no era mucho basado en la calidad, sino la velocidad. Era un diario de tarde que ganaba la calle el que salía primero. El que salía con los goles, con las fotos de las carreras de caballos y la quiniela, era el que más se vendía. A nosotros nos exigían ciertos requisitos. Por ejemplo, para dibujar en veinte minutos nos daban la foto del gol, pero en la foto del gol no estaba la pelota. Nosotros teníamos pelotitas recortadas, las pintábamos. Los títulos grandes no eran mecánicos, por decir “campeón”, “ganó”, todo había que hacerlo a mano. Había que hacerlo todo en veinte minutos. Uno iba aprendiendo mucho. Estaba prohibido el tiralíneas, tenías que tirar una línea perfecta con el pincel y la regla. Así uno se va haciendo.
Tapa de la revista Patoruzito, de febrero de 1959.
Primeras historietas y la gran ciudad
Mi primera historieta fue para una revista deportiva, cuando yo era muy pibe, con dos personajes que siempre los extraño. Se llamaban “Batute y Batata”. Salía en una revista que se llamaba CAP. Te estoy hablando del año 48-50, aca en Rosario.
Con esas historietas me fui a buscar trabajo a Buenos Aires. Muy duro Buenos Aires, como siempre. Pero yo tuve la suerte de que una fuerte editorial de Buenos Aires, Perotti, hizo un concurso de cuatro libros ilustrados, uno para cada dibujante. Tuve que la suerte que para los cuatro libros los gané yo. Eso me vino bien, era muy pibe.
Eso me valió que cuando viene Fidel Castro al país, me convoca el diario Clarín para hacerle media página exclusiva de dibujos de humor a Fidel.
Cruz Calaveras, dibujada por Joao Mottini, y en la que participaba Reinna como ayudante. La historieta estaba ambientada en la Patagonia, en esta página en la localidad de Puerto Santa Cruz.
Por la puerta grande, editorial Dante Quinterno, ayudante de Joao Motinni
Con esas cosas bajo el brazo me fui a buscar laburo a la editorial Dante Quinterno (la editora de Patoruzú y la revista de historietas “serias” Patoruzito, por entonces una de las líderes del mercado de historietas nacional). Ahí estaba un gordo desaliñado, que le faltaba un botón en la camisa, de bigotes, barba. Me dice: “ah, vos hiciste estos dibujitos. Que linda manchita que tenés, me gustan mucho tus manchitas. ¿No querés ser mi ayudante?” Yo con tal de laburar. Y le pregunté:
- “¿y vos quién sos?
- “Soy Joao (Mottíni), el que hace las tapas”, me respondió.
Bueno, era mi ídolo.
- “Vivo en Villa Devoto, no querés empezar mañana?”
Bueno, voy a su estudio me dije. Él vivía en un departamento de pasillo, en una piecita. Había una escalera toda oxidada, un cuartito de tres por tres, una mesa grande de dibujo, una silla y un ropero todo viejo, roto. Entonces le digo
- “Maestro. Y el estudio?”
- “¿Qué estudio?”
- “Está bien, ¿y el archivo?
- “¿Qué archivo?”
Sólo tenía solo dos o tres revistas. El, como todos los genios, era muy mañero. Dibujaba tres o cuatro horas por día, no le interesaba el dinero. Así me empecé a relacionar con él.
En la editorial Dante Quinterno conocí a un dibujante italiano Bruno Premiani, que tiene un libro que está considerado el mejor sobre los caballos. El decía: “si, soy especialista en caballos, pero nadie mueve un caballo como Joao”.
Yo lo veía dibujar a Joao y le salía tan natural, hacia unos bocetos así nomás. No sabés como dibujaba tropillas de caballos bajo la luz de la luna, vistos de arriba. Lo que dominaba de una manera brutal era la anatomía. Cuando llegaban los originales de él a la editorial, se juntaban Breccia y todos para mirarlos. Breccia era un hombre que bocetaba mucho, él no (por Motín), era otra cosa.
Dibujo de Cruz Calaveras realizado por Reinna para esta entrevista.
Una vez me dice que me quede a almorzar y sacó una botella de vino, Era todo lo que había. Con Hugo Pratt se reunían y jugaban a ver quién tomaba más. Se bajaban tres, cuatro botellas de vino cada uno. Joao era muy bohemio.
Viste el curso de dibujo de la Escuela Panamericana de Arte? Bueno, a él le vinieron a pedir dibujos. El decía: “nooo, que les voy a dibujar”. Pero juntó tres o cuatro dibujos y los llevó. Vino y me dijo que le pagaron en la Escuela Panamericana de Arte, y le habían pagado con una escopeta. Le dije: “Joao, no te enojes”. Se enojó, pero después me dio la razón: “Tenés razón pibe, es una mierda”.
Enfrente de la editorial había un bodegón, salían a las cinco. Yo iba a las cuatro de la tarde a tomar café con leche, porque vivía en una pensión. Ahí sentías el respeto por Joao, la palabra de él era escuchada. Todos lo respetaban. A los demás los amontonaban.
Después se fue a Barsil, estuvo un año sin dibujar, se dedicó a la música, tocaba las maracas.
Dibujos de Joao Mottinia para el libro "Técnica de la historieta", de 1969, editado por la mítica Escuela Panamericana de Arte.
Los dibujantes de la editorial Dante Quinterno
Conocí muchos dibujantes. A Ferro (autor de Langostino) le gustaban mucho mis dibujitos. Conocí a los que dibujaban Patoruzú, a Isidoro. El que lo hacía a Patoruzú era Tulio Lovato. El tenía un profundo conocimiento de todo lo que fueran embarcaciones, le gustaba ese tema. Pero era un tipo que estaba harto de dibujar. Le tenía una bronca, lo detestaba a Isidoro. Bueno, eran quince años dibujándolo.
Después había un dibujante Jorge Lena, muy, muy capaz, y dos o tres dibujantes. Entre ellos había un mudito, que era el que hacía los fondos. Después estaba Federico, de apellido, que es el que hacía las letras, los textos. También estaban Wadell e Insúa, que hacían los argumentos. Wadel era un hombre grande, que era un formidable escritor. Era una mano derecha en la editorial.
A Pratt lo vi un día en la editorial Dante Quinterno, Pero cómo te puedo decir, ellos se sabían “grandes”. Qué pelota me iba a dar a mí, con veintipico de años. Con algunos la diferencia estaba muy marcado, con otros no.
Con Ferro no llegaba nadie a hablar con él, era muy difícil hablar con él. Después estaban Borisof, Castillo.
A la editorial se entraba a trabajar a la una de la tarde y se salía a las cinco y media. Había un lugar ancho como esto (da a entender una mesa larga) y ahí estaban los que pasaban a tinta Isodoro, Federico que hacía las letras y el mudito que hacía los decorados y limpiaba las páginas con témpera. Se hacían tira por tira, a lo norteamericano, no había página.
Después habían dibujantes que estaban todo el día. Ferro estaba en una oficina. Quinterno era el que inspeccionaba. Wadel e Insúa estaban en una habitación, en la que nunca entré. Ellos no eran estrellas.
En la editorial al que le tenían mucha bronca era a Divito, que era muy buen dibujante. Divito hacía una historieta que era maravillosa y que hoy casi nadie recuerda, que se llamaba Oscar Dientes de Leche. Un día se peló, se fue y sacó su revista Rico Tipo.
En la segunda parte de la entrevista, Reinna se refiere a:
Sobre dibujantes de la época de oro, dibujando al personaje Don Incola, “intercedan fusilamiento”, éxito de radioteatro e historieta, sobre dibujar historietas y la historieta, balance de una trayectoria.
Próximas entrevistas pendiente de publicarse: Sanyú, Germán Cáceres y Mulko.
2 comentarios:
Que buena nota, un verdadero disfrute el leer esas anécdotas.
Y los pormenores de la convivencia con Motinni, eso si que no tiene desperdicio.
Cuando el tipo le dice a Reinna que el estudio estaba en la pieza de la pensión, jajajaja, espectacular, que genio, sin archivos de imágenes, todo en la cabeza.
Muchas gracias por compartir esta joya amigo.
Le dejo un abrazo grande.
toto.
Maravilla ver y charlar con estas personas...
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