Antonio
(Toni) Alberto Torres nació el 13/7/1968 en el barrio porteño de Parque
Patricios. Estudió historietas con Alberto Salinas, Carlos Villagrán y Jorge
Zaffino. Fue ayudante de este último y trabajó para la Editorial Columba.
En 1995 junto a Gustavo Desimone lanzaron La
Negra. Al año siguiente, con gráfica de Mariano Navarro,
crearon Caballero Rojo (inspirado en
el luchador del programa de televisión Titanes
en el Ring) para la revista Comiqueando,
personaje que en 1998 les valió el premio al mejor guionista y al mejor
dibujante. La historieta fue publicada en Italia por la editorial Allagala. Más
tarde hizo Juan de Noche, también acompañado
por Mariano Navarro. Realizó Secundaria
de Superhéroes (Editorial Domus) con el dibujante Javier Solar. Formando
equipo con Mariano Navarro y Hernán Cabrera plasmó El Colo Galván y luego, con Sergio Mulko, El Eternauta. Actualmente escribe guiones para la revista Antología de Héroes argentinos y para la
serie Carlitos. Nuevamente con Mariano
Navarro y Hernán Cabrera guiona G-Woman
y G-Raider en el sitio de Internet Giantess Club. Intervino en la
organización de varias exposiciones de historietas. Escribe artículos sobre el
género en la revista Retro magia comics
y en el suplemento Viva del diario Clarín.
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Toni Torres en Club de Cómic |
Germán Cáceres: Toni, vamos a
empezar por lo que estás haciendo ahora: guiones para el sitio de Internet Giantess Club, dibujados por tus dos
compañeros de ruta: Mariano Navarro y Hernán Cabrera. ¿Estás de acuerdo en que
la historieta utilice el soporte informático como medio de difusión?
Toni Torres: Tiene que ver con
el presente, con el avance de la tecnología. Ya no hay como antes editoriales
que publicaban revistas de historietas. Salvo que se trate de un personaje muy
exitoso, con las tiradas actuales de libros y revistas a numerosos lectores les
sería imposible acceder a las historietas. El hecho del soporte Internet
permite una llegada más amplia. Mucha gente las lee directamente en pantalla,
ya sea bajando las revistas subidas –algunas son gratuitas- o yendo a los
sitios de historietas que no se editan en papel.
G.C.: Yo leo historietas por
Internet, pero me cuesta disfrutarlas.
T.T.: Por supuesto que yo
también gozo más leyendo historietas en papel, pero a veces no me queda más remedio
que recurrir a Internet porque las impresas no las consigo. Hay que pensar en
los costos: el papel es caro y en consecuencia el libro, problema que limita su
circulación.
G.C.: Tus historietas son
eróticas y se titulan G-Woman y G-Raider. Este género que tan fácilmente
se desliza hacia la pornografía, ¿puede considerarse artístico? Tiempo atrás se
condenaba ética y estéticamente a estas producciones. Pero ya en 1997, en la
película Juegos de placer (más
conocida como Boggie Nights), de Paul Thomas-Anderson, un director de cine
porno protagonizado por Burt Reynolds consideraba que su quehacer estaba dentro
del campo del arte. ¿Pensás lo mismo que el cineasta del filme?
T.T.: Sí, porque un dibujo
erótico de Frazzeta -o de Altuna- es una obra de arte.
G.C.: O de Milo Manara o de Guido
Crepax.
T.T.: También Solano López fue
un maestro dibujando porno. Creo que se puede hacer arte con cualquier
manifestación erótica por más zarpada que sea. Nosotros, si bien a G-Woman y G-Raider le damos un toque explícito, en ambas predomina la
aventura.
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Ilustración de Mariano Navarro y Hernán Cabrera |
G.C.: Te comento que Ninfómanía, del consagrado director Lars
Von Trier, abunda en sexo explícito y, sin embargo, mereció excelentes
comentarios.
T.T.: Giantess Club me convocó para que escribiera guiones con personajes
fijos. El objetivo del sitio es el fetichismo erótico con mujeres gigantes, y a
mí me resulta difícil abordarlas desde un punto de vista sexual. A G-Raider, que se puede transformar en
gigante, la hice mantener relaciones con dioses descomunales y asimismo con
personas normales cuando se achica. Después también se vinculó con dioses egipcios
antropomórficos y así terminó practicando sexo con animales. En cambio, G-Woman pertenece a un grupo
gubernamental de seres con poderes, y ella es capaz de convertirse en
gigante y asumir el lesbianismo con
mujeres enormes. Otra dificultad reside en que se trata de capítulos de diez
páginas que deben contener tres o cuatro escenas zarpadas, y no es fácil llevar
adelante un guión de estas características.
G.C.: Bueno, es como se dan las
cosas.
T.T.: Así es el trabajo.
G.C.: En compañía de Gustavo
Desimone, debutaste como autor en 1995 con La Negra,
que lleva el título de una revista emblemática (Símbolo Editorial), la cual
tuvo también un programa radial y es un ejemplo de periodismo alternativo.
Sería interesante que hablaras de la historieta y de tan importante
emprendimiento.
T.T: El tema de la radio y de la
revista no tuvo nada que ver con nosotros. Gustavo Desimone creó el personajes
de La Negra, que es un poco una copia femenina de Cazador, y me llamó para que lo guionara.
G.C.: Sos el dueño y uno de los
fundadores del Club del Comic de
Montevideo 255, C.A.B.A.
El local es un referente insoslayable de este arte celebrado como noveno. Hay
allí innumerables publicaciones, tanto nacionales como extranjeras. Se trata de
un material impresionante y, además, estás considerado un notable coleccionista
y una de las personas que en la
Argentina sabe más acerca del género. ¿No sería estupendo que
con este tesoro historietístico se realizara alguna película documental o se
creara un museo o un centro de documentación?
T.T.: Mi proyecto a futuro es
que cuando cumpla 55/60 años empezaré a ajustarme las tuercas: no me voy a ir
con mi colección de historietas dentro de un cajón. Mi idea es fundar un museo integrado
por material argentino. La historieta importante que se editó en el país la
tengo toda, y me atrevo a decir que un 60% del material publicado, algo de que carece
la Biblioteca
Nacional. Además, conservo originales y bastante merchandising.
Poco a poco fui conectándome con coleccionistas que me aconsejaron y dieron
pautas en esta tarea, como Tito Spataro, Francisco Mazza y el Turco Salomón.
G.C.: ¿Tenés idea del lugar?
T.T.: En su momento necesitaré
alguna ayuda estatal., porque va a ser necesario que el gobierno adquiera ese
museo.
G.C.: Y ahora abordaremos al Caballero Rojo. ¿Cómo se nació en vos tu
pasión por el catch?
T.T.: De chico, como la mayoría
de mi generación, veía Titanes en el Ring,
y me encantaba. Tanto que fui al Club GEBA, donde se enseñaba lucha libre y
grecorromana, que no tenían nada que ver con Titanes, pues éste era un espectáculo y, más allá de la habilidad y
preparación física de sus integrantes, estaba todo arreglado. Luego, a los 28
años entrené catch con Rubén Peucelle, el “Ancho”, y después conocí al “Caballero
Rojo”.
G.C.: Entiendo que fue un gran
honor que artistas ilustres como Francisco Solano López, Horacio Lalia, Eduardo Risso, Marcelo Frusín,
Enrique Alcatena, Alan Grant, Walter Taborda, Jok y Hernán Cabrera (que luego
sería colaborador tuyo) ilustraran los episodios de los antiguos caballeros.
T.T.: Que Solano López me haya
dibujado un guión fue tocar el cielo con las manos. Otro espaldarazo lo recibí
del gran guionista Carlos Albiac, que me dijo que no sabía cómo había podido
mezclar tan bien el género de superhéroes con la historieta argentina.
G.C.: ¡Alcanzaste la gloria!
T.T.: Idéntica emoción sentí con
Horacio Lalia y Quique Alcatena. Cuando la dibujó Solano López, le pregunté si
podía utilizar Evaristo y me dijo que
sí. Lo que siempre me interesó del Caballero
Rojo es entroncarlo con la historieta nacional. Para mí hay una línea
temporal en la que todos los personajes ocurren en una misma Argentina, en la
que estuvieron Gilgamesh, El Eternauta, Evaristo, el Cabo Savino,
el huinca Fabián Leyes, el Señor López. Toda nuestra historieta
funciona como si hubiera sido publicada por una sola editorial. Uno siente (por lo menos yo) a los personajes
como pertenecientes a un mismo universo, diferente al caso norteamericano que
se divide tajantemente entre las editoriales DC y Marvel.
G.C.: Uno de los tantos aciertos
de esta historieta es que refiere la leyenda que comienza en 1096, cuando Sir
Jacques de Lyon se erige como el Caballero
Rojo para salvar al mago Ormuz, y luego
ese título es heredado por los sucesivos descendientes –de este modo el
justiciero es inmortal y de identidad desconocida- hasta llegar a personas de carne y hueso como
la familia Reynoso: Aníbal, que asumió como el superhéroe durante diez años, es
el padre de Humberto, que rechazó esa misión y prefirió ser catcher (fue el “Caballero
Rojo” de Titanes en el Ring, que se
transmitió por Canal 9 entre 1962 y 1988), y lo debió remplazar su hijo Rafael,
el Nº 34 de la dinastía. ¿Cómo surgió esta idea tan novedosa de que una vieja
leyenda interactúe con la realidad actual?
T.T.: Yo quería que el Caballero Rojo proviniera de las
Cruzadas. Pero, ¿cómo
conseguir que
continuara hasta nuestros días? ¿Lo hacía inmortal? ¿Lo convertía en un viajero
del tiempo? Y entonces un amigo me recomendó seguir el ejemplo de El Fantasma,
de Lee Falk, y me apropié de esa idea. Además, no quise alejarme de la realidad
y entonces el “Caballero Rojo” de Titanes””
no ocupa el lugar del superhéroe y sí lo hace su hijo: no podía plantear que
luchase en el ring y luego se convirtiera en justiciero.
G.C.: ¿Publicaste todos tus
guiones?
T.T.: No. Uno desiste de
escribir un guión en cuanto sospecha que no se va a publicar, y entonces lo
deja registrado en un plot. Es para
evitar el desgaste personal. Por ejemplo, hay un episodio inédito en el cual,
durante la Revolución Francesa,
un Caballero Rojo que no está tan
convencido de los ideales de aquella se pelea con su hijo revolucionario.
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Texto escrito por Tonia Torres en el libro El Eternauta, el perro llamador y otras historias. |
G.C.: Caballero Rojo responde a la genealogía de los superhéroes sin
superpoderes, es de decir que su fuerza y su habilidad han sido frutos de un
titánico entrenamiento y del desarrollo de su inventiva. ¿O sea que te sentís
más identificado con personajes como Batman
que con los dotados Superman o El Hombre Araña?
T.T.: Uno se identifica más con
los personajes sin superpoderes, es problemático hacerlo con Superman, por eso tiene más éxito y
funciona mejor Batman. Yo quería
hacer del Caballero Rojo un
justiciero con facultades extraordinarias, por eso abandoné la idea de que fuera
inmortal y tomé el recurso de Lee Falk.
G.C.: Caballero Rojo presenta textos que se despliegan por toda la página
y largos diálogos que se exponen a través de globos encadenados. Este tipo de
escritura puede asociarse a la estética que Daniele Barbieri denominó
“teatralización del cómic”, o sea una suerte de interrelación con los monólogos
propios del drama para poder expresar las reflexiones y sentimientos de los
personajes. ¿Qué opinás?
.
T.T: Cuando escribo desarrollo
dos líneas de pensamiento. Una, lo que está hablando Caballero Rojo en ese circunstancia y otra que muchas veces se
halla escrita en una hoja de papel, que es un diario que lleva el personaje y
en el que cuenta lo que siente. Entonces pretendo que estos apuntes –que uso
más que los globitos- expliquen desde un ángulo íntimo lo que sucedió, mientras
el diálogo y la acción reflejan la realidad de ese momento. O sea, doy dos testimonios
sobre la misma situación.
G.C.: Ya que hablamos de
superhéroes, últimamente el cine produjo películas de elevados presupuestos sobre
varios de ellos y convocó a directores, actores y guionistas de prestigio. Por
este camino se obtuvieron títulos taquilleros muy valorados por la crítica
cinematográfica. ¿Consideras que estos filmes constituyen un aporte para la
historieta, pues de alguna manera mantienen vigente el género?
T.T.: En los últimos años han
aparecido películas de superhéroes bien hechas, porque hubo anteriores que
fueron desastrosas. Ayudó a que la gente recuerde más a estos personajes. No es
que haya provocado un mayor número de ventas de revistas, pero sí que los niños
los conozcan. Volvieron a través del cine al imaginario popular. Además,
emponderaron las historietas, porque no es lo mismo que aparezcan esos
personajes sólo en revistas o libros, a que también se realicen películas con
ellos. Además, algunos lectores volvieron al género.
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Página de El Eternauta, con guión de Torres y dibujos de Mulko, del libro El Eternauta, el perro llamador y otras historias. |
G.C.: Hay un libro importante de
Elian Aguilar, Cine superheroico, que
trata intensamente este tema. Y ahora te hago dos preguntas clásicas e
inevitables: primero, ¿cuáles son tus historietas preferidas?
T.T.: Difícil la pregunta. De
las argentinas me gustan El Eternauta,
Mort Cinder, Nippur de Lagash, Gilgamesh,
los trabajos de Robin Wood. De los superhéroes prefiero Starman, de James Robinson, que influyó tanto en la creación del Caballero Rojo, pues el padre del
personaje había sido su antecesor en los años cuarenta. Watchman es un modelo de cómo se debe escribir un cómic de
superhéroes. Está todo muy bien armado. Los protagonistas muestran distintas
psicologías, que están perfectamente definidas. Resulta trabajoso lograrlo,
porque si el guión no está bien escrito se le puede sacar la máscara a uno de
los personajes y ponérsela a otro y no se distinguen, es decir no se sabe quién
es quién. Aclaro que Crisis en las
Tierras Infinitas me voló la cabeza cuando era chico.
G.C.: Segundo: ¿cómo ves el
futuro de la historieta, tanto en su evolución estética como en sus soportes?
Un ejemplo contemporáneo sería Sin las
sombras de las torres, de Art Spiegelman, una especie de experiencia
autobiográfica distante de los clásicos relatos de aventuras.
T.T.: La historieta puede ser
inventada y reinventada una y mil veces. Está en boga en la Argentina la de tipo
autobiográfico, que más que nada presenta una anécdota. A mí me parece bárbara
esta innovación, de lo contrario nos hubiésemos quedado con las primeras
historietas que contenían un texto explicativo al pie. Claro, no muestran una
diagramación como las clásicas: me
parece que su ruptura del cuadro y del espacio es renovadora.
G.C.: Entonces dejaría de ser un
arte masivo porque estas historietas no son fáciles de leer ni de disfrutar.
T.T.: Al haber salido de los
kioscos –y no creo que vuelva a entrar- abandonó su carácter masivo, por lo
menos en nuestro país. Pensá que las editoriales argentinas hacen tiradas
pequeñas de los libros. Con este tipo de ediciones se encontró un camino nuevo que
logró que se publique mucho más que hace diez años. De manera que soy optimista
respecto al futuro del género.