martes, 31 de julio de 2012

LA AVENTURA CONTINÚA, por Germán Cáceres


Consulté por teléfono a Oscar González,  presidente de la Comisión de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, sobre qué tema debía abordar, porque yo tenía ganas de encarar una aproximación a la aventura. Y me dijo que quedaba en completa libertad.
Claro, lo ideal sería charlar de las historietas de aventuras, citando títulos, argumentos y a sus dibujantes y guionistas. Pero en este 3er. Festival de la Historieta se hará un homenaje al recientemente fallecido Carlos Trillo, que brindó incontables joyas al género, y estarán presentes nada menos que los consagrados Robin Wood, Ray Collins, Lito Fernández y Domingo Mandrafina, de modo que la historieta y sus héroes serán comentados en forma estupenda.

Savarese, de Wood - Mandrafina 

Por eso creo que mi mejor aporte es aprovechar el título del Festival, “La aventura continúa”, e intentar acercarme a esta maravilla.
Antes de seguir se torna imprescindible recordar que nos encontramos en la sala “Caloi”, ese grande que sostuvo que “La historieta está para hacer más felices a los pueblos”.

Empezaré afirmando que hoy la narración de aventuras propiamente dicha es la que se encasilla dentro de la noción de género, la destinada al entretenimiento y que proviene de la industria cultural: un ejemplo sería el personaje Indiana Jones. De este modo, no serían aventuras los milenarios poemas de la India El Ramayana y el Mahâbhârata, salvo en la versión historietística que bajo el título de A la conquista de Jastinapur realizaron Leonardo Wadel y Emilio Cortinas.


La narrativa aventurera nace con el romanticismo, con su repudio a las exigencias sociales que coartaban la libertad del individuo, con su exaltación de la antigüedad y las zonas remotas, el culto del heroísmo, de las inmensidades oceánicas y la fascinación experimentada por los ámbitos exóticos. Esta perspectiva por desgracia hay que enlazarla con la expansión del imperialismo que tuvo lugar en el siglo XIX. Tal vez la mejor muestra del relato aventurero –y colonialista- sea la que forjó Rider Haggard con su personaje Allan Quatermain. En Las minas del rey Salomón, la búsqueda de míticas riquezas enfrenta al cazador y a su grupo con el pueblo perdido de Kukuanaland. Se debe recordar que detrás de la figura glorificada del explorador intrépido hay un rastreador de regiones econonómicamente ventajosas, cuya acción precede a una intervención militar. De paso, informo que nuestro extraordinario dibujante José Luis Salinas aportó antológicas historietas con adaptaciones de las novelas de Haggard.
Pero también hay producciones de diferente signo ideológico. Así, en la versión de El Eternauta que plasmaron Oesterheld y Alberto Breccia, las grandes potencias negocian con el invasor extraterrestre la entrega de Latinoamérica a cambio de no ser atacadas.

El Eternauta, versión Oesterheld - Alberto Breccia, en revista Totem, España, 1979.

Una irresistible fruición produce la lectura del Alejandro Dumas de Los tres mosqueteros, cuya continuación prosiguió en Veinte años después y El vizconde de Bragelonne. El autor francés fue un precursor de la literatura de consumo, pues tenía un taller de escritores, que le permitió concretar varios centenares de novelas.
Es muy común que clásicos personajes de aventura literarios se transplanten al cine, a la televisión y a las historietas. Este cambio de soporte admite también otra lectura: el Tarzán que interpretó Johnny Weissmuller tiene poco que ver con el de Edgar Rice Burroughs, como tampoco con los recreados por lo excelsos dibujantes Harold Foster y Burne Hogart. Y dentro de una misma historieta, el original Batman, de Bob Kane, está bastante distanciado del Dark Knight, de Frank Miller, y el Killing Joke, del binomio Alan Moore y Briand Bolland.
Una característica del género es que suele comenzar con un viaje que aleja al héroe de su medio, pero a veces esa travesía es la misma aventura. Sin embargo, ocurre que con el turismo el viaje se ha tornado realidad, y la persona es capaz de vivir su propia aventura porque puede acceder a insólitos y paradisíacos países y conocer a extrañas razas. Y están los video juegos cada vez más perfeccionados y cercanos a la realidad. Por tanto, ya no sería tan importante leer libros o historietas ni ver filmes de aventuras. ¿Será el fin de este tipo de relatos?

Corto Maltés en las Helvéticas, de Hugo Pratt

Rotundamente no, porque esos paisajes oníricos de los video juegos están poblados por el tipo de héroe que habita en los múltiples filmes, novelas e historietas. Es que forma parte de un imaginario colectivo que se ha grabado en forma indeleble en la humanidad. A través de las narraciones de aventuras el individuo puede evadirse de la aplastante rutina cotidiana que debe soportar. Es su posibilidad de soñar y proyectarse hacia un futuro y una vidas más plenos. Además, el sortilegio que emana de ellas es único e irreemplazable, incita a la fantasía, enriquece la sensibilidad y estimula la vida interior. Para terminar, nada más oportuno que recurrir a las palabras de Hugo Pratt, el genial creador de Corto Maltés: “La aventura forma parte del patrimonio humano (...) La veo como un fluir dorado, y a mi trabajo como la posibilidad de espaciar, de hacer ida y vuelta, de viajar y a acceder a un universo mágico”. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

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