jueves, 26 de julio de 2012

Entrevista: OSCAR EDGARDO VÁZQUEZ LUCIO (SIULNAS)


Siulnas, comenzó su labor como dibujante en 1947 y desde entonces ha desarrollado una enorme obra en medios gráficos claves de Argentina. A la par, ha desarrollado una muy importante labor de editor y autor de valiosísimo libros que rescatan a autores y personajes de la historieta y el humor gráfico nacional. Siulnas conoce el ambiente desde adentro, por ser protagonista del mismo, algo que le brinda una enorme riqueza a su labor de rescate. En la actualidad se encuentra abocado a la realización del libro  Diccionario enciclopédico ilustrado del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina”.



Edad, lugar de nacimiento, de residencia
Nací en la Capital Federal, el 7 de setiembre de 1932, trasladándome en 1956 a la localidad bonaerense de Morón.

Siulnas

Desde cuándo el gusto por el dibujo, el humor y las historietas?
Decía mi madre que hice mi primer dibujo a los 2 años de edad; al parecer era una pava de cuyo pico salía una línea, que expliqué entonces, era el vapor.
Me formé mirando, antes que leyendo (aún no sabía hacerlo) los personajes de Walt Disney y los de Dante Quinterno (mis preferidos de entonces); los primeros, a través del suplemento de historietas de los miércoles, del diario “Crítica”, los segundos, desde el primer número (noviembre 1936) de la revista “Patoruzú”.
Ya a los once años, realicé a puro plumín (inclusive los textos en letra de imprenta), y pinceladas de color con acuarela, una revista mensual de ejemplar único por edición, con ediciones especiales de más páginas a Fin de Año, que mantuve durante tres años, haciendo circular el ejemplar de cada mes durante treinta días entre familiares y amigos. Aún faltaba mucho para que surgieran las fotocopiadoras, y los mimeógrafos y su técnica no estaban a mi alcance. Conservo todos los ejemplares menos uno que un día llevé a la escuela primaria donde cursaba, y un compañero no individualizado se llevó como recuerdo.


¿Cuándo y dónde comenzó a publicar?
Como muchos de mis colegas, publiqué mi primer dibujo en las páginas reservadas a los lectores; en mi caso, en la revista “Ra-Ta-Plan”. Como profesional –aunque de entrada, sin cobrar- en la revista “Cascabel”, la primera y la única que acogió de buen grado mi estilo de dibujo “modernísimo” para esa época, que después no tuvo cabida en otras revistas aunque sí elogiosos comentarios en la sección de Arte de los diarios, ante cada nueva exposición mía. Un crítico definió a mis dibujos como “geometría humanizada o humanidad geometrizada”; además me basaba en la composición de cada uno de ellos, en el principio del construtivismo. En la última parte de mi libro “Todo en rayas” (1985) rescato parte de esos dibujos que sólo pudieron ser apreciados en exposiciones, pues la necesidad de publicar, me alejó de esa modalidad, 5 años antes de que apareciera “Tía Vicenta”, la primera en dar cabida a estilos muy modernos, cuando yo ya me había resignado a ser un dibujante de corte tradicional.


Desde 1947 en adelante colaboró con publicaciones claves del país, ya sean de humor como de interés general. ¿Qué nos podría contar acerca de tan rica experiencia profesional?
Prescindiendo de la geometría y del constructivismo, me mantuve en lo demás, en una línea moderna, sin poder hacerlo en todos los casos; por ello en un comienzo se alternaron en mis colaboraciones, las firmadas por Vázquez Lucio (las más tradicionales) y las más modernas (firmadas por Siulnas). Tal vez esa ductilidad obligada ha sido la que me posibilitó después hacer algunos trabajos especiales como los que me fueron encomendados en la revista “Tía Vicenta”, cuando entre 1961 y 1962, se propusieron “disfrazarse” de otras revistas: parodié entonces el estilo de varios de mis colegas: Kalí (Raúl Alonso) en mi versión de la tapa de “Claudia”; Lino Palacio, en la de la tapa de “Billiken”; A. Fedini, en la de la tapa de “Enciclopedia Estudiantil”: todos los historietistas de la contratapa de La Razónsegún mi versión, etc. También en algunos casos, parodié el estilo redaccional, como en “Selecciones del Readers Digest”.
La primera propuesta que llevé a “Tía Vicenta” a partir de su Nº 3, fue la adaptación de los juegos de mesa a la sátira política, pero hubo muchas propuestas acordes con la amplitud de temas que posibilitaba la revista de Landrú.
Anteriormente, entre mis primeros trabajos debo mencionar las caricaturas deportivas que hacía en la revista La Cancha y la sección fija “Y viven su vida”, en el diario “Crítica”.
En cuanto a personajes de historieta, el primero fue Cristalino, en el diario “El Laborista”; le siguió Magolín, en la revista “Tío Vivo”, y Videojito, en la revista “Canal TV”. Otro personaje que tuvo mucho éxito, aunque ya en una revista empresarial, fue Siulnas maneja, con dos protagonistas: el autor de la historieta y su vehículo humanizado: un Citroën 2CV, en la revista “Mundo Citroën”.  En el “Rico Tipo”, de Divito (1959) abordé preferentemente el humor escrito, dejando las páginas de humor sin palabras, para la revista “Dr. Merengue”..
Realicé tapas y adaptaciones en historieta semicómica de grandes novelas, en “Mundo Infantil”; humor gráfico automovilístico en “Parabrisas”, e ilustraciones modernas con reminiscencias de la etapa del humor geométrico y constructivista (pero menos humorístico) en la revista “El Hogar”.


Colaboré con bastante libertad temática en la revista La Hipotenusa, y llegué a hacerlo en los tres primeros números de “Satiricón”, cuando la propuesta temática no era aún tan “agresiva” (esto corre por mi cuenta, en relación al estilo de humor que siempre cultivé)
También hubo otras publicaciones, hasta que llegué a la revista propia: “Humorón”, que empecé como algo eminentemente localista del lugar donde habito, y se fue extendiendo, primero a la Capital Federal, después al interior del país, y finalmente a los vecinos países de Uruguay y Paraguay. Allí se popularizó especialmente, mi personaje El super Don José, cuyo protagonista era el dueño de una librería comercial que de paso, se publicitaba subliminalmente.
Sin contar con una estructura editorial, competía en pie de igualdad, con las editoriales en los quioscos, pero sobrevino el “rodrigazo”, frenando por razones económicas, mi expansión –lo liquidado por los distribuidores, de lo recaudado por la venta del número anterior, debía invertirlo íntegramente en el pago (constantemente incrementado) del número a retirar de la imprenta. A partir de ahí, la situación no mejoró, sino que se repitió: yo siempre digo: después del “rodrigazo”, vino el “mondellinazo”, después el “cafierazo”, y por último el “martínezdehozaso”, así que en enero de 1978, decidí discontinuar la publicación, sintiendo que moría el humorista editor.


Desde hace muchos años que una parte de su actividad la dedica al rescate histórico de autores y obra de colegas, como el que realizó en los años 70 con la revista Humorón. Ese trabajo luego fue compilado en libros, ¿es asi? Cómo fue la experiencia?
La “muerte” del humorista editor, trajo consigo el nacimiento del humorista historiador. Hoy a la distancia, descubro que es lo mejor que podía haberme pasado a mí y a la profesión. En aquel momento comencé a escribir un libro, más como catarsis que con propósitos literarios; lo titulé “Mis memorias, antes que me olvide”; los originales de texto tipiados, junto con todas las ilustraciones escaneadas, esperaron en vano un editor y permanecen inéditos. Pero gracias a ese libro inédito, hoy soy historiador del humor.
Porque “Mis memorias antes que me olvide” me posibilitó llegar a la conclusión de que lo importante de ese libro, no era yo, sino toda la gente que había conocido a lo largo de mi carrera profesional. Y empezaron las notas rememorando a algunos de mis colegas, que se fueron publicando en “Todo es Historia”, “Pájaro de Fuego” y otros medios… impulsándome la aceptación de este tipo de notas, a investigar todo lo que desconocía del humor en la Argentina, más allá de mi entorno. Así pude llegar a la “Historia del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina en dos tomos (1801-1939 y 1940-1985) publicados por Eudeba entre 1985 y 1987.
En una de las presentaciones de entonces, prometí que mi siguiente aporte sería un “Diccionario enciclopédico ilustrado del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina –lo que estoy llevando adelante ahora a todo ritmo-; claro que no esperaba tardar tanto tiempo en cumplir aquella promesa (hoy siento un poco de vergüenza viendo la fecha de algunas respuestas a mi primera convocatoria con ese fin), pero una cosa es investigar becado, como les ocurre a investigadores de algunos otros países, y otra, investigar robando todo el tiempo posible a otras tareas profesionales que tiene que hacer un jubilado para poder incrementar mínimamente sus ingresos. 


¿Por qué el interés en rescatar obras del pasado y presente, y a sus autores?
Son muchas las causas: en la inauguración de la sede propia del Museo de la Caricatura Severo Vaccaro en diciembre de 1981, Lino Palacio dijo: “Hacer sonreir es una obra de amor, y creo que nosotros al hacer lo que hacemos, estamos dando a la gente que nos rodea, unos momentos de sosiego, de paz, de tranquilidad…”. ´Durante la segunda guerra mundial, antes de interiorizarse de las cruentas noticias de lo que pasaba en Europa, los lectores de La Razón iban a su contratapa a leer las historietas…
¿Quién ha prescindido de la lectura de historietas cómicas en la infancia? ¿Quién, un poco más adulto, no ha reído leyendo “Patoruzú”, “Rico Tipo”, “Tía Vicenta”, o tantas otras revistas de humor? ¿Quién ha soslayado las historietas publicadas en los diarios?
¿Los de mi generación, hubiéramos llegado a ser humoristas sin el aporte de los que nos precedieron? ¿Hubieran llegado ellos sin ese mismo aporte anterior?
Pero no sólo es cuestión de hacer reír: las caricaturas de la época de “El Mosquito”, “Don Quijote”, “Caras y Caretas”, y muchas otras publicaciones de menor duración o trascendencia, indirectamente nos hacen un llamado de atención para que veamos que nuestra Historia no es tan literal como nos la enseñaron en la Escuela en base a versiones interesadas en demostrar que todo lo bueno estaba del lado de quienes la escribieron, y todo lo malo, del otro lado.
Sin duda, los humoristas de todos los tiempos merecen un reconocimiento. Yo sólo espero no incurrir en ninguna omisión involuntaria por no haber detectado un nombre, una publicación, o no haber contado con quien me lo pudiera señalar (el autor, ya retirado de la actividad; un familiar, amigo o colega si ese autor ya no existe; descendientes –hijos, sobrinos, nietos, biznietos- de autores desaparecidos mucho tiempo atrás). Por ello estoy permanentemente atento a lo que pueda llegar a mis correos electrónicos siulnas2004@yahoo.com.ar y vazluc@hotmail.com


 ¿Qué recepción ha tenido de sus libros?
La recepción ha sido inmejorable, y hasta el día de hoy se me consulta cómo y dónde conseguirlos. Lamentablemente, la respuesta de quienes sucedieron a Gregorich en la dirección de Eudeba, dejó mucho que desear, y la obra no se reeditó. Gregorich había apreciado desde un comienzo la trascendencia de mi obra, y así lo había hecho saber a quienes trabajaban cerca de él; el día que fui a la imprenta que trabajaba para Eudeba, a revisar pruebas de páginas, el Jefe de Taller se apersonó para saludarme y felicitarme; lo miré con cierta sorpresa, y me aclaró que Gregorich le había comentado que mi libro era la obra más importante que encaraba Eudeba, con el retorno de la democracia.


En la actualidad está realizando un “Diccionario Enciclopédico del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina”. ¿En qué etapa se encuentra el libro, estima cuántas páginas tendrá?
Es difícil calcular páginas cuando, si bien tengo ya registrados a casi todos -(utilizaré el “casi” hasta el día antes de enviar la obra a la imprenta, aunque aspirando a que sea “todos”)-, los autores (dibujantes y redactores); personajes y secciones fijas, y publicaciones humorísticas (a las de papel, ahora se suman los blogs) e instituciones  ligadas a la actividad, la mayor o menor obtención de datos complementarios en cada caso, puede originar variantes.
Como prueba piloto tengo ya completada y diagramada en su totalidad, la letra A, y la misma abarca 72 páginas. Tampoco puedo tomar esto como base para multiplicar por la totalidad de las letras del alfabeto, pues no en todas hay la misma cantidad de vocablos.





¿A las nuevas generaciones les interesa conocer el pasado de nuestra historieta y humor gráfico?
Creo que ese aspecto negativo se dio en alguna generación anterior; por el contrario, en los últimos tiempos he visto resurgir en los más jóvenes, aquel interés y entusiasmo que caracterizaba a los de mi generación en los encuentros con los veteranos de entonces.
Quienes en los últimos años se esforzaron por dar al Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, todo el protagonismo por el que yo luché como Asesor y Coordinador general (un diario a nivel nacional me había señalado entonces como director, lo cual, aprovecho a aclarar ahora, era inexacto), entre 1981 y 1983, fueron todos gente joven.


 ¿Cómo ve el panorama actual de la historieta y el humor en el país?
Estamos en un período de transición en lo que se refiere a los medios para manifestarse; Internet representa sin duda una gran revolución tecnológica, pero los blogs no han marcado el certificado de defunción de las revistas impresas en papel. Es cierto que hoy son impensables revistas como “Rico Tipo” y “Patoruzú” –“Tía Vicenta” ya no había podido llegar a  tanto- con tirajes semanales de 250.000 hasta 300.000 ejemplares; pero muchas propuestas en blogs y páginas web, tienen su complemento en papel, por lo que las revistas siguen vigentes.


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