jueves, 12 de julio de 2012

Viñetas de Celuloide - Constantine (2005)


Constantine (2005)
Cómo NO hacer adaptaciones de historieta al cine.
Parte 2

     Si bien en un principio las adaptaciones del mundo del comic al cine fueron esporádicas (setentas y ochentas, Superman y Batman, como ejemplos taquilleros), hoy día nos encontramos con que prácticamente la gran mayoría de los estrenos hollywoodenses que resultan éxitos de taquilla son adaptaciones. La trilogía de Batman de Nolan, la serie mutante de Marvel (X-Men y spin-offs), Transformers (dirigidos por un Michael Bay que debería suicidarse de acuerdo a la opinión general) y más recientemente, Vengadores (precedida, por supuesto, por películas de casi todos los integrantes del super grupo marvelita), todos estos previos ejemplos fueron o serán fuentes incombustibles de dinero para las productoras “made in comic”. Recordemos que no solo DC tiene sus propios estudios y la colaboración de Warner Brothers sino que además la fusión de Marvel con Disney solucionó la desventaja de la compañía mutante a la hora de producir películas basadas en sus franquicias. El futuro, según algunos, viene con capa y superpoderes.
 

     Ahora bien, el futuro viene con superpoderes, pero algunas películas levantan dudas. El fracaso de taquilla de Green Lantern (sobran razones) hace que la adaptación de Flash y la JLA se retrasen y rediscutan continuamente. La adaptación de Magneto termino convirtiendose en “X-Men Origins” por la falta de confianza en una película protagonizada por el mutante alemán. Según algunos, entonces, hay que aprender de los errores. Pero ¿de qué errores exactamente? ¿Qué se hizo mal? ¿Cómo? Constantine es el segundo ejemplo de adaptación del que vamos a hablar, luego de Wanted. No es una película horrible como pueden haber sido Gatubela o Elektra, adaptaciones que se hicieron sin cuidado ni respeto (por el personaje en que se basaban o por el público), sino una buena película, interesante, que lamentablemente destruye los puntos más importantes de la serie en la que se basa, resultando en algo completamente diferente. Una adaptación que significa algo en sí misma más allá de la inspiración.

     Esta película abreva de uno de los grandes éxitos de la línea Vertigo de DC: Hellblazer. La serie, que es la única que originalmente se continúa publicando hoy día 24 años después de su primera aparición cuando el subsello de DC no existía, narra las vivencias de John Constantine, personaje surgido en 1985 en las páginas de Swamp Thing como resultado del deseo del guionista Alan Moore y los artistas Stephen R. Bissette y John Totleben de dibujar un personaje semejante a Sting (?!). El logro del trío fan de The Police, es aún visible en la serie donde aparece este cazador de demonios / experto en lo oculto o sobrenatural / egoísta insoportable y desinteresado.

     El tono general de la serie (demasiado larga ya para comentar su historia en detalle) es sobrenatural, siempre virando hacia el costado demoníaco de todo tipo de creencias a lo largo del mundo. Constantine, experto en esto, se encarga de diversos asuntos ocultistas (a veces también lidiando con otros problemas personales del protagonista que poco tienen que ver con lo sobrenatural y más con su incapacidad para relacionarse con otros, ya sean amigos o familia) recurriendo a todo tipo de herramientas y conocimientos no reducidos a un solo cúmulo de creencias. A lo largo de todas sus aventuras, es acompañado por diversos amigos y/o familiares, quienes eventualmente desaparecen, mueren o se alejan, incapaces de mantener el ritmo de John o simplemente de comprenderlo. Tampoco es que a este le importe mucho, claro.

  
La Película.

     Pero pasemos a lo importante, que es la crítica y comparación entre comic y película. Basada principalmente en el arco argumental “Hábitos Peligrosos”, la película adapta muy libremente al personaje, su forma de ser y la naturaleza general de sus aventuras. Ya desde el principio, Constantine es un cazador de demonios que trabaja para las huestes divinas. No hay más cielo ni infierno que el cristiano y eso marca un gran choque con lo que es la mitología interna de la serie en papel, que mezcla todas las creencias del mundo, generando (como ocurre en Sandman) un universo donde conviven todo tipo de criaturas y demonios de distintas religiones. Una mención aparte merece la evidente influencia del cristianismo en casi todas las producciones en celuloide que tocan la palabra “demonio”. Aparentemente, si decimos “demonio” es OBVIO que hablamos de un demonio según el bestiario católico y no según los mitos griegos o hindúes, lo cual cambia la idea del bien y el mal radicalmente. Pero eso es discusión para otro momento. Esta es una película sobre el bien y el mal, negros o blancos, sin grises intermedios.


     La acción comienza de manera espectacular, con John (Keanu Reeves) realizando un exorcismo atado con alambre (con cables en realidad, pero la metáfora es efectiva). Este primer demonio exorcizado demuestra ciertas actitudes antes de desaparecer que hacen sospechar al protagonista que algo esta mal y empieza a investigar qué esta ocurriendo en la tenue linea que separa los mundos del infierno y la realidad. A partir de allí descubrimos que John esta prácticamente condenado a ir al infierno por sus acciones y sobre todo por un intento fallido de suicidio (momento en el que vislumbró el infierno) en su juventud. Nada puede redimirlo, no importa cuantos demonios destruya ni que tanto ayude a otro, pues sus actitudes están condicionadas por su egoísmo y su completa falta de empatía. Y para colmo de males, tiene un cáncer de pulmón que lo aproxima cada vez más a la muerte.

     El quiebre a esta situación sin salida viene con la aparición de una investigadora policial Angela Dodson (Rachel Weisz), quien le pide que la ayude a averiguar qué pasó con su hermana gemela, aparentemente suicida. La película girará entonces alrededor de la relación entre John y Angela que, en el final, le dará la clave necesaria para superar su soledad, su condenación y la invasión del mundo por parte del hijo del demonio (si, tal como lo escuchan).


     Ahora bien, cambiemos de tema. No nos vamos a meter más con la película o los actores en sí, para eso la pueden ver ustedes. Vamos a comentarles cuales son las diferencias entre adaptación y original que nos hace pensar que la respuesta del director a la pregunta “¿qué adaptaste exactamente?” sería “lo que se me cantó”.

     Primero, el personaje. Keanu Reeves, devenido en héroe de acción que lamentablemente no resalta sin anteojos negros que tapen sus ojos inexpresivos, resulta una elección fallida para interpretar a un personaje que se caracteriza por una gestualidad y una corporalidad avasallante, satírica, sombría y ácida. Más allá de que el personaje sea o no rubio originalmente, hay un algo que falta en su actuación que nos impide creerle. Constantine es un hijo de perra a conciencia al que no le importa casi nada y lo deja entrever en su cara, su cuerpo. Reeves es incapaz de hacer otro gesto irónico más que el alzar una ceja o sonreír a un costado y con eso perdemos un costado riquísimo a la hora de definir un carácter.

     Otros aspectos enfrentados respecto del carácter de John, es la acción vs. el conocimiento. En el comic, John sabe. Sabe muchísimo. Cómo conjurar demonios, como controlarlos, quién es quién en el mundo sobrenatural y donde pertenece. No anda cazando demonios por ahí y muchas veces se discute cual es la gracia de poseer dicho conocimiento y no poder usarlo para cosas realmente importantes o, en su caso, salvar su alma de alguna manera. En la película ocurre lo contrario. Constantine es un cazador lleno de armas de carácter religioso que revienta (discúlpenme la expresión) demonios a balazos bendecidos. El esoterismo está, pero toma más importancia la acción y la lucha contra demonios que los conflictos internos de los personajes y el misticismo general de la serie.

Segundo y, quizás, importantísimo: la capacidad de redención. Ahora sí, veamos algunos detalles de la historia para entender. En “Hábitos Peligrosos”, Constantine termina al borde de la muerte. Atrapado entre la espada y la pared por su cáncer y su condenación inevitable, recurre a una estratagema para liberarse: engaña a los tres reyes del infierno y les vende el alma por separado, luego de lo cual se corta las venas. Corruptos por naturaleza y hartos de los problemas que les ha dado a lo largo de su vida, su alma es preciadísima entre todos ellos y ninguno esta dispuesto a cederla. La muerte de Constantine originaría, entonces, una lucha que llevaría a los tres reyes a la destrucción total, dejando al paraíso como único ganador. Por ello, se ven forzados no solo a salvarlo de este “suicidio” sino también a curarle el cáncer de pulmón para vivir hasta que encuentren una forma de solucionar el problema. Feliz, Constantine enciende otro cigarro (la razón de su cáncer, demostrando que no aprendió nada ni esta dispuesto a dejar de fumar para salvarse) y los manda a paseo a todos, regodeándose de su triunfo frente a los tres demonios.


     En la película, esto ocurre de manera diferente. El hijo del demonio Mammon intenta pasar del infierno a la realidad y para eso debe poseer a una mujer (Angela) que, literalmente, lo pariría. Para detener esto, en el clímax de la película, John se corta las venas, provocando también que el diablo venga a buscar su alma y, de paso, note el plan de su traicionero hijo. El diablo se lleva a Mammon, libera a Angela e intenta reclamar el alma de John. Sin embargo, no cuenta con el hecho de que lo que el cazador de demonios hizo lo redimió, pues dio su vida a sabiendas de lo que podía pasarle solo para salvar a Angela. El diablo, como en el comic, lo salva antes de que muera y le dice que estará ahí para verlo corromperse de nuevo aunque supuestamente ya esta salvado del infierno. Al final, se ve al héroe de espaldas levandose a la boca algo que no vemos y nos damos cuenta de que es simplemente un chicle.

     Por más que a alguno pueda parecerle un dato menor, ese detalle resulta clave a la hora de definir “adaptación fiel” y “adaptación libre”. El personaje del comic es un alma torturada que, aunque a veces lo intenta, esta condenada a la soledad y el fracaso. Fracaso no leído como fracaso ante las batallas que debe lidiar, sino fracaso como ser humano. No puede tener relaciones duraderas, la gente cercana a él muere... es un humano fracasado. El tono general de la historieta es oscuro y trágico. Constantine se ve definido por la tragedia sin solución. En la película este aspecto es destruido en pos del final feliz. El típico mensaje “el hombre aprende de sus errores y puede redimirse” se erige como moraleja y así, se rompe la esencia que da valor a la obra original.

     En definitiva, todos los cambios argumentales realizados transforman a la adaptación cinematográfica en una obra aparte que tiene, de la obra original en la que se basa, solo el nombre (y ni siquiera el nombre de la obra sino la del protagonista).

En nuestro país.

     La historieta es conseguible en tomos aunque no muy baratos (tampoco todos ellos). La película, por el contrario, esta disponible en casi todo videoclub que se precie de serlo. Así también esta a la venta en formato simple y doble dvd con todos los comentarios, fotos y demás cosas que vienen hoy para hacer más apetecible la compra del formato físico.


La crítica dice:

     La película resulta interesante y atractiva visualmente a pesar de Shia La Beouf y la eterna cara de nada de Reeves. El aspecto gráfico, la única aparición del diablo, y Tilda Swinton como ángel, salvan la película. Al menos para mí. Aquellos fieles a la obra original, abstenerse. El papel, en este caso, resulta mil veces más atractivo que el celuloide.

Próximo:
     La liga de Caballeros Extraordinarios (2003).

EXTRA:
Películas o series basadas en historietas que deberían hacerse.
Justo hablando de DC y vertigo y etc. The Sandman, de Gaiman. Otra serie sin dibujante fijo pero muy interesante como para armar una mini serie sobrenatural-esotérica-mítica con los capítulos más representativos.

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