Constantine (2005)
Cómo NO hacer adaptaciones de
historieta al cine.
Parte 2
Si bien en un principio las
adaptaciones del mundo del comic al cine fueron esporádicas
(setentas y ochentas, Superman y Batman, como ejemplos taquilleros),
hoy día nos encontramos con que prácticamente la gran mayoría de
los estrenos hollywoodenses que resultan éxitos de taquilla son
adaptaciones. La trilogía de Batman de Nolan, la serie mutante de
Marvel (X-Men y spin-offs), Transformers (dirigidos por un Michael
Bay que debería suicidarse de acuerdo a la opinión general) y más
recientemente, Vengadores (precedida, por supuesto, por películas de
casi todos los integrantes del super grupo marvelita), todos estos
previos ejemplos fueron o serán fuentes incombustibles de dinero
para las productoras “made in comic”. Recordemos que no solo DC
tiene sus propios estudios y la colaboración de Warner Brothers sino
que además la fusión de Marvel con Disney solucionó la desventaja
de la compañía mutante a la hora de producir películas basadas en
sus franquicias. El futuro, según algunos, viene con capa y
superpoderes.
Ahora bien, el futuro viene con
superpoderes, pero algunas películas levantan dudas. El fracaso de
taquilla de Green Lantern (sobran razones) hace que la adaptación de
Flash y la JLA se retrasen y rediscutan continuamente. La adaptación
de Magneto termino convirtiendose en “X-Men Origins” por la falta
de confianza en una película protagonizada por el mutante alemán.
Según algunos, entonces, hay que aprender de los errores. Pero ¿de
qué errores exactamente? ¿Qué se hizo mal? ¿Cómo? Constantine es
el segundo ejemplo de adaptación del que vamos a hablar, luego de
Wanted. No es una película horrible como pueden haber sido Gatubela
o Elektra, adaptaciones que se hicieron sin cuidado ni respeto (por
el personaje en que se basaban o por el público), sino una buena
película, interesante, que lamentablemente destruye los puntos más
importantes de la serie en la que se basa, resultando en algo
completamente diferente. Una adaptación que significa algo en sí
misma más allá de la inspiración.
Esta película abreva de uno de los
grandes éxitos de la línea Vertigo de DC: Hellblazer. La serie, que
es la única que originalmente se continúa publicando hoy día 24
años después de su primera aparición cuando el subsello de DC no
existía, narra las vivencias de John Constantine, personaje surgido
en 1985 en las páginas de Swamp Thing como resultado del deseo del
guionista Alan Moore y los artistas Stephen R. Bissette y John
Totleben de dibujar un personaje semejante a Sting (?!). El logro del
trío fan de The Police, es aún visible en la serie donde aparece
este cazador de demonios / experto en lo oculto o sobrenatural /
egoísta insoportable y desinteresado.
El tono general de la serie (demasiado
larga ya para comentar su historia en detalle) es sobrenatural,
siempre virando hacia el costado demoníaco de todo tipo de creencias
a lo largo del mundo. Constantine, experto en esto, se encarga de
diversos asuntos ocultistas (a veces también lidiando con otros
problemas personales del protagonista que poco tienen que ver con lo
sobrenatural y más con su incapacidad para relacionarse con otros,
ya sean amigos o familia) recurriendo a todo tipo de herramientas y
conocimientos no reducidos a un solo cúmulo de creencias. A lo largo
de todas sus aventuras, es acompañado por diversos amigos y/o
familiares, quienes eventualmente desaparecen, mueren o se alejan,
incapaces de mantener el ritmo de John o simplemente de comprenderlo.
Tampoco es que a este le importe mucho, claro.
La Película.
Pero pasemos a lo importante, que es la
crítica y comparación entre comic y película. Basada
principalmente en el arco argumental “Hábitos Peligrosos”, la
película adapta muy libremente al personaje, su forma de ser y la
naturaleza general de sus aventuras. Ya desde el principio,
Constantine es un cazador de demonios que trabaja para las huestes
divinas. No hay más cielo ni infierno que el cristiano y eso marca
un gran choque con lo que es la mitología interna de la serie en
papel, que mezcla todas las creencias del mundo, generando (como
ocurre en Sandman) un universo donde conviven todo tipo de criaturas
y demonios de distintas religiones. Una mención aparte merece la
evidente influencia del cristianismo en casi todas las producciones
en celuloide que tocan la palabra “demonio”. Aparentemente, si
decimos “demonio” es OBVIO que hablamos de un demonio según el
bestiario católico y no según los mitos griegos o hindúes, lo cual
cambia la idea del bien y el mal radicalmente. Pero eso es discusión
para otro momento. Esta es una película sobre el bien y el mal,
negros o blancos, sin grises intermedios.
La acción comienza de manera
espectacular, con John (Keanu Reeves) realizando un exorcismo atado
con alambre (con cables en realidad, pero la metáfora es efectiva).
Este primer demonio exorcizado demuestra ciertas actitudes antes de
desaparecer que hacen sospechar al protagonista que algo esta mal y
empieza a investigar qué esta ocurriendo en la tenue linea que
separa los mundos del infierno y la realidad. A partir de allí
descubrimos que John esta prácticamente condenado a ir al infierno
por sus acciones y sobre todo por un intento fallido de suicidio
(momento en el que vislumbró el infierno) en su juventud. Nada puede
redimirlo, no importa cuantos demonios destruya ni que tanto ayude a
otro, pues sus actitudes están condicionadas por su egoísmo y su
completa falta de empatía. Y para colmo de males, tiene un cáncer
de pulmón que lo aproxima cada vez más a la muerte.
El quiebre a esta situación sin salida
viene con la aparición de una investigadora policial Angela Dodson
(Rachel Weisz), quien le pide que la ayude a averiguar qué pasó con
su hermana gemela, aparentemente suicida. La película girará
entonces alrededor de la relación entre John y Angela que, en el
final, le dará la clave necesaria para superar su soledad, su
condenación y la invasión del mundo por parte del hijo del demonio
(si, tal como lo escuchan).
Ahora bien, cambiemos de tema. No nos
vamos a meter más con la película o los actores en sí, para eso la
pueden ver ustedes. Vamos a comentarles cuales son las diferencias
entre adaptación y original que nos hace pensar que la respuesta del
director a la pregunta “¿qué adaptaste exactamente?” sería “lo
que se me cantó”.
Primero, el personaje. Keanu Reeves,
devenido en héroe de acción que lamentablemente no resalta sin
anteojos negros que tapen sus ojos inexpresivos, resulta una elección
fallida para interpretar a un personaje que se caracteriza por una
gestualidad y una corporalidad avasallante, satírica, sombría y
ácida. Más allá de que el personaje sea o no rubio originalmente,
hay un algo que falta en su actuación que nos impide creerle.
Constantine es un hijo de perra a conciencia al que no le importa
casi nada y lo deja entrever en su cara, su cuerpo. Reeves es incapaz
de hacer otro gesto irónico más que el alzar una ceja o sonreír a
un costado y con eso perdemos un costado riquísimo a la hora de
definir un carácter.
Otros aspectos enfrentados respecto del
carácter de John, es la acción vs. el conocimiento. En el comic,
John sabe. Sabe muchísimo. Cómo conjurar demonios, como
controlarlos, quién es quién en el mundo sobrenatural y donde
pertenece. No anda cazando demonios por ahí y muchas veces se
discute cual es la gracia de poseer dicho conocimiento y no poder
usarlo para cosas realmente importantes o, en su caso, salvar su alma
de alguna manera. En la película ocurre lo contrario. Constantine es
un cazador lleno de armas de carácter religioso que revienta
(discúlpenme la expresión) demonios a balazos bendecidos. El
esoterismo está, pero toma más importancia la acción y la lucha
contra demonios que los conflictos internos de los personajes y el
misticismo general de la serie.
Segundo y, quizás, importantísimo: la
capacidad de redención. Ahora sí, veamos algunos detalles de la
historia para entender. En “Hábitos Peligrosos”, Constantine
termina al borde de la muerte. Atrapado entre la espada y la pared
por su cáncer y su condenación inevitable, recurre a una
estratagema para liberarse: engaña a los tres reyes del infierno y
les vende el alma por separado, luego de lo cual se corta las venas.
Corruptos por naturaleza y hartos de los problemas que les ha dado a
lo largo de su vida, su alma es preciadísima entre todos ellos y
ninguno esta dispuesto a cederla. La muerte de Constantine
originaría, entonces, una lucha que llevaría a los tres reyes a la
destrucción total, dejando al paraíso como único ganador. Por
ello, se ven forzados no solo a salvarlo de este “suicidio” sino
también a curarle el cáncer de pulmón para vivir hasta que
encuentren una forma de solucionar el problema. Feliz, Constantine
enciende otro cigarro (la razón de su cáncer, demostrando que no
aprendió nada ni esta dispuesto a dejar de fumar para salvarse) y
los manda a paseo a todos, regodeándose de su triunfo frente a los
tres demonios.
En la película, esto ocurre de manera
diferente. El hijo del demonio Mammon intenta pasar del infierno a la
realidad y para eso debe poseer a una mujer (Angela) que,
literalmente, lo pariría. Para detener esto, en el clímax de la
película, John se corta las venas, provocando también que el diablo
venga a buscar su alma y, de paso, note el plan de su traicionero
hijo. El diablo se lleva a Mammon, libera a Angela e intenta reclamar
el alma de John. Sin embargo, no cuenta con el hecho de que lo que el
cazador de demonios hizo lo redimió, pues dio su vida a sabiendas de
lo que podía pasarle solo para salvar a Angela. El diablo, como en
el comic, lo salva antes de que muera y le dice que estará ahí para
verlo corromperse de nuevo aunque supuestamente ya esta salvado del
infierno. Al final, se ve al héroe de espaldas levandose a la boca
algo que no vemos y nos damos cuenta de que es simplemente un chicle.
Por más que a alguno pueda parecerle
un dato menor, ese detalle resulta clave a la hora de definir
“adaptación fiel” y “adaptación libre”. El personaje del
comic es un alma torturada que, aunque a veces lo intenta, esta
condenada a la soledad y el fracaso. Fracaso no leído como fracaso
ante las batallas que debe lidiar, sino fracaso como ser humano. No
puede tener relaciones duraderas, la gente cercana a él muere... es
un humano fracasado. El tono general de la historieta es oscuro y
trágico. Constantine se ve definido por la tragedia sin solución.
En la película este aspecto es destruido en pos del final feliz. El
típico mensaje “el hombre aprende de sus errores y puede
redimirse” se erige como moraleja y así, se rompe la esencia que
da valor a la obra original.
En definitiva, todos los cambios
argumentales realizados transforman a la adaptación cinematográfica
en una obra aparte que tiene, de la obra original en la que se basa,
solo el nombre (y ni siquiera el nombre de la obra sino la del
protagonista).
En nuestro país.
La historieta es conseguible en tomos
aunque no muy baratos (tampoco todos ellos). La película, por el
contrario, esta disponible en casi todo videoclub que se precie de
serlo. Así también esta a la venta en formato simple y doble dvd
con todos los comentarios, fotos y demás cosas que vienen hoy para
hacer más apetecible la compra del formato físico.
La crítica dice:
La película resulta interesante y
atractiva visualmente a pesar de Shia La Beouf y la eterna cara de
nada de Reeves. El aspecto gráfico, la única aparición del diablo,
y Tilda Swinton como ángel, salvan la película. Al menos para mí. Aquellos fieles a la obra original, abstenerse. El papel, en este caso, resulta mil veces más atractivo que el celuloide.
Próximo:
La liga de Caballeros Extraordinarios (2003).
EXTRA:
Películas o series basadas en
historietas que deberían hacerse.
Justo hablando de DC y vertigo y etc.
The Sandman, de Gaiman. Otra serie sin dibujante fijo pero muy
interesante como para armar una mini serie sobrenatural-esotérica-mítica con los capítulos más
representativos.
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