Consulté
por teléfono a Oscar González,
presidente de la
Comisión de la
Feria del Libro Infantil y Juvenil, sobre qué tema debía
abordar, porque yo tenía ganas de encarar una aproximación a la aventura. Y me
dijo que quedaba en completa libertad.
Claro,
lo ideal sería charlar de las historietas de aventuras, citando títulos,
argumentos y a sus dibujantes y guionistas. Pero en este 3er. Festival de la Historieta se hará
un homenaje al recientemente fallecido Carlos Trillo, que brindó incontables
joyas al género, y estarán presentes nada menos que los consagrados Robin Wood,
Ray Collins, Lito Fernández y Domingo Mandrafina, de modo que la historieta y
sus héroes serán comentados en forma estupenda.
Savarese, de Wood - Mandrafina |
Por
eso creo que mi mejor aporte es aprovechar el título del Festival, “La aventura
continúa”, e intentar acercarme a esta maravilla.
Antes
de seguir se torna imprescindible recordar que nos encontramos en la sala
“Caloi”, ese grande que sostuvo que “La historieta está para hacer más felices
a los pueblos”.
Empezaré
afirmando que hoy la narración de aventuras propiamente dicha es la que se
encasilla dentro de la noción de género, la destinada al entretenimiento y que
proviene de la industria cultural: un ejemplo sería el personaje Indiana Jones.
De este modo, no serían aventuras los milenarios poemas de la India El
Ramayana y el Mahâbhârata, salvo en la versión historietística que
bajo el título de A la conquista de Jastinapur realizaron Leonardo Wadel
y Emilio Cortinas.
La
narrativa aventurera nace con el romanticismo, con su repudio a las exigencias
sociales que coartaban la libertad del individuo, con su exaltación de la
antigüedad y las zonas remotas, el culto del heroísmo, de las inmensidades
oceánicas y la fascinación experimentada por los ámbitos exóticos. Esta
perspectiva por desgracia hay que enlazarla con la expansión del imperialismo
que tuvo lugar en el siglo XIX. Tal vez la mejor muestra del relato aventurero
–y colonialista- sea la que forjó Rider Haggard con su personaje Allan Quatermain.
En Las minas del rey Salomón, la búsqueda de míticas riquezas enfrenta
al cazador y a su grupo con el pueblo perdido de Kukuanaland. Se debe recordar
que detrás de la figura glorificada del explorador intrépido hay un rastreador
de regiones econonómicamente ventajosas, cuya acción precede a una intervención
militar. De paso, informo que nuestro extraordinario dibujante José Luis
Salinas aportó antológicas historietas con adaptaciones de las novelas de
Haggard.
Pero
también hay producciones de diferente signo ideológico. Así, en la versión de El
Eternauta que plasmaron Oesterheld y Alberto Breccia, las grandes potencias
negocian con el invasor extraterrestre la entrega de Latinoamérica a cambio de
no ser atacadas.
El Eternauta, versión Oesterheld - Alberto Breccia, en revista Totem, España, 1979. |
Una
irresistible fruición produce la lectura del Alejandro Dumas de Los tres
mosqueteros, cuya continuación prosiguió en Veinte años después y El
vizconde de Bragelonne. El autor francés fue un precursor de la
literatura de consumo, pues tenía un taller de escritores, que le permitió
concretar varios centenares de novelas.
Es
muy común que clásicos personajes de aventura literarios se transplanten al
cine, a la televisión y a las historietas. Este cambio de soporte admite
también otra lectura: el Tarzán que interpretó Johnny Weissmuller tiene poco
que ver con el de Edgar Rice Burroughs, como tampoco con los recreados por lo
excelsos dibujantes Harold Foster y Burne Hogart. Y dentro de una misma
historieta, el original Batman, de Bob Kane, está bastante distanciado
del Dark Knight, de Frank Miller, y el Killing Joke, del binomio
Alan Moore y Briand Bolland.
Una característica del género es que
suele comenzar con un viaje que aleja al héroe de su medio, pero a veces esa
travesía es la misma aventura. Sin embargo, ocurre que con el turismo el viaje
se ha tornado realidad, y la persona es capaz de vivir su propia aventura
porque puede acceder a insólitos y paradisíacos países y conocer a extrañas
razas. Y están los video juegos cada vez más perfeccionados y cercanos a la
realidad. Por tanto, ya no sería tan importante leer libros o historietas ni
ver filmes de aventuras. ¿Será el fin de este tipo de relatos?
Corto Maltés en las Helvéticas, de Hugo Pratt |
Rotundamente no, porque esos paisajes
oníricos de los video juegos están poblados por el tipo de héroe que habita en
los múltiples filmes, novelas e historietas. Es que forma parte de un
imaginario colectivo que se ha grabado en forma indeleble en la humanidad. A
través de las narraciones de aventuras el individuo puede evadirse de la
aplastante rutina cotidiana que debe soportar. Es su posibilidad de soñar y
proyectarse hacia un futuro y una vidas más plenos. Además, el sortilegio que
emana de ellas es único e irreemplazable, incita a la fantasía, enriquece la
sensibilidad y estimula la vida interior. Para terminar, nada más oportuno que
recurrir a las palabras de Hugo Pratt, el genial creador de Corto Maltés:
“La aventura forma parte del patrimonio humano (...) La veo como un fluir
dorado, y a mi trabajo como la posibilidad de espaciar, de hacer ida y vuelta,
de viajar y a acceder a un universo mágico”.
1 comentario:
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