jueves, 17 de abril de 2014

Los 90, un vacío no tan vacío (segunda parte)

Análisis resumido de una década que marcó un quiebre
Con el transcurrir de los años se ha impuesto una imagen de la historieta en los  90 que indica que su característica fue el vacío, la nada. Antes bien, lo apropiado sería señalarla como una etapa de desconcierto y de profundos cambios.

También durante ese tiempo se consolidó Comiqueando, medio periodístico especializado en la crítica y estudio sobre la historieta. Se orientó a guiar al lector principalmente respecto de la presencia de los por entonces nuevos productos dominantes en el mercado local de historietas: superhéroes y manga. La revista también le brindó un espacio en sus páginas a historietas de autores nacionales y hacia fines de la década el sello Comiqueando press editó comic books tales como Bruno Helmet, la serie Caballero Rojo – superhéroe de factura nacional- o La noche del Apocalipsis, entre otros. 


En cuanto al humor gráfico, a principios de la década hubo un intento de reeditar la revista cordobesa Hortensia. Salieron algunos números, dejando de lado su tradicional formato tabloide, imprimiéndole un diseño gráfico moderno. Presentaba, como siempre, un material sobresaliente.


Le Chisté fue una revista de corta vida dirigida por Tute, el hijo de Caloi. Participaron los grandes nombres del humor gráfico de la época.

La murga, de la que también aparecieron pocos números, fue editada a todo color, integrada por muchos de los principales humoristas gráficos que se destacaron en La Urraca. En gran medida funcionó como un desprendimiento de Humor, ya que seguía una línea que se le asemejaba.


Algunas editoriales nacionales, que hasta entonces no se dedicaban a las historietas, como “Perfil”, comenzaron a publicar comics books de superhéroes. Fue entonces cuando se quebró una tradición: desde la década del 40, las historietas de producción local habían dominado el mercado nacional. Pero también cambió el lector, ya que el principal consumidor pasó a ser el adolescente, cuyos gustos se orientaban hacia los superhéroes, el manga y el animé (cine de animación japonés).
En plan de adaptarse a los nuevos tiempos, fueron muchos los que adoptaron el formato comic book, que sería dominante durante la segunda mitad de la década. Recurrieron a él editoras nuevas y tradicionales, tal es el caso de Columba. Una modalidad que ya se utilizaba desde los años 80, el del álbum europeo (48 o más páginas, en tamaño mediano o grande), mantuvo su vigencia. El de revista mensual antológica fue cayendo en desuso, hasta desaparecer.


Y durante esa década comenzó a asomar algo que se visualizaría a nivel nacional con el comienzo del nuevo siglo: editoriales de historietas del interior del país. Tal es el caso de revistas de Chubut, Río Negro, Neuquén y Santa Cruz, que se unirían para conformar “El espejo de los dibujantes del sur”. Dieron lugar a una movida que agrupó a unos sesenta autores.


Se ha hablado y escrito mucho acerca del “vacío” de los 90, pero como se ve ese vacío no fue tal. A lo largo de la década, en los quioscos de revistas el lector podía acceder mensualmente a varios títulos en forma simultánea, ya sea de las propuestas tradicionales como de los nuevos emprendimientos. Fue una década de cambios, de progresiva extinción de lo que era una industria, de la migración masiva de los profesionales notables hacia el exterior, de la aparición de nuevas formas temáticas y estéticas en la historieta argentina, de la adopción de formatos poco utilizados hasta ese momento, y del alejamiento del lector no específico de historietas. Es decir, lo que existió fue desconcierto, reacomodamientos, disolución, fragmentación y dispersión.


La Urraca creó a un lector muy especializado, que seguía a autores, estéticas, temáticas o tendencias gráficas determinados. Un lector que previamente se había iniciado leyendo una historieta más tradicional, pero que al desaparecer La Urraca, no pudo o ya no quiso regresar a lo que para entonces representaba las formas de sus viejas lecturas. Como así tampoco incorporó las nuevas propuestas influenciadas por material extranjero, más orientado a un lector adolescente. En la medida que desaparecieron las revistas de La Urraca que funcionaban como espacios de aglutinamiento y agrupaban las nuevas inquietudes, se dio una profunda dispersión. Esto se reflejó en la aparición de pequeñas publicaciones que intentaron continuar alguna o varias de las directrices que supo canalizar. Los resultados parecen indicar que funcionaban en la medida que se las publicaba en conjunto y acompañadas de otras ideas gráficas para que resultaran rentables.


El lector de historietas tradicionales, ya sean de humor o aventuras, se mantuvo fiel a ese tipo de lecturas y con la extinción de esas propuestas, simplemente dejó de comprar historietas. Este era el lector mayoritario, el que sostenía lo que era una industria. 
Los proyectos más logrados fueron aquellos que, o bien entraron en sintonía con la época o arribaron a una personalidad propia, diferenciada, despegándose de los títulos tradicionales de las grandes editoriales o las revistas de mayor influencia. Nada fácil fue despegarse de Fierro, “la” revista de los años 80. Quedaría suspendida en la memoria de los lectores como una especie de mito, hasta su regreso durante el nuevo siglo, por intermedio de otra ruta editorial. 
De los títulos que contaron con mayor peso propio se puede citar al antihéroe Cazador, el comic book de la heroína Cyber Six, la revista experimental Lápiz Japonés y la revista Ultra.


En el camino, se podría conjeturar que debido a las sucesivas y feroces crisis económicas y sociales, la población fue perdiendo la capacidad adquisitiva y la costumbre de leer historietas. O bien dejó de interesarle lo que se le ofrecía. Por su parte, los nuevos lectores, adolescentes, comenzaron a consumir en su mayor parte historietas de origen extranjero. Desde entonces, todo fue distinto. Ya no hubo editores o editoriales con producción propia de tal peso que impusieran su sello, que marcaran senderos, que mantuvieran vivo un mercado, que para existir necesita de cierta masividad en las ventas.


Corrección de estilo: Germán Cáceres

Un compilado de publicaciones de los años 90.

4 comentarios:

Hermes dijo...

excelente nota,¿de casualidad no tendrán otros análisis como este de alguna otra década?

LADUENDES2 dijo...

Hermes: En los listados de notas, en la columna derecha, podés leer una sobre "La edad de oro de editorial Columba, en los años 70" y pronto se va a subir otra sobre los años 80.
Saludos

Anónimo dijo...

Amigos: busco algunas revistas de la época; y en particular, los "fanzines" (País Canibal; Coctel; El Tajo; Cazador; Suelteme; etc., etc.). ¿Dónde buscar? ¿Quién tiene? ¿Le interesa vender/canjear? Gracias (klurykawn@yahoo.com.ar). Un abrazo

juan dijo...

Amigos: busco algunas revistas de la época; y en particular, los "fanzines" (País Canibal; Coctel; El Tajo; Cazador; Suelteme; etc., etc.). ¿Dónde buscar? ¿Quién tiene? ¿Le interesa vender/canjear? Gracias (klurykawn@yahoo.com.ar). Un abrazo