A TRAVÉS DE LOS ANDES
de Mariano Antonelli
(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2010, 116 páginas)
Es sumamente interesante el prólogo que escribió este “narrador gráfico”, como se define Antonelli. No se propuso registrar la historia del cruce de Los Andes –aunque hay por parte del autor un serio y profundo trabajo de investigación-, sino realizar una historieta de aventuras partiendo de ese hecho heroico. Y en esta óptica tuvo especial relevancia el periplo que él mismo acometió a dedo desde Mendoza a Valparaíso en enero de 2007 junto a tres amigos: “El impacto de transitar esas gigantescas montañas, sentir esos gélidos vientos (...) hizo que fuera casi imposible no plantearse el cruce los Andes como una historia plenamente de aventuras”.
Esta proeza sanmartiniana es presentada por Antonelli como una suerte de obsesión, que la emparienta con la que sufrió el capitán Ahab por la tremenda ballena Moby Dick, tan luminosamente blanca como esas cimas nevadas –surcadas por un sugestivo gris compuesto de prolijos trazos- que su dibujo resalta contraponiéndolas con negros plenos.
La potencia de la roca y la fuerza telúrica del paisaje priman en su estética. Otra originalidad es su audacia para diseñar los personajes –incluso San Martín- con rasgos caricaturescos y dotar a su grafismo de modalidades naif. Hay viñetas de página entera en blanco, sólo interrumpidas por pequeños detalles urdidos con manchas negras y algunas líneas espaciadas que apelan a la síntesis. Por momentos, la cordillera parece una enorme gruta, una descomunal caverna, como si en el fondo la hazaña del Libertador hubiese sido espeleológica. De esta forma surgen una serie de secuencias de gran belleza plástica.
El guión de Antonelli sostiene una sólida narración no obstante la abundante información que brinda. El historietista transforma a San Martín en un héroe de aventuras que se agarra desesperadamente de una soga para no caer en un precipicio. En otro tramo, se bate sable en mano con un desertor del ejército chileno y hasta llega a darle un puñetazo. Para dar cuenta cabal de los peligros de ese cruce, no sólo recurre a enormes onomatopeyas, sino que también despoja a los cuadritos de sus bordes.
Resulta evidente que una de las metas de Mariano Antonelli es desacralizar la figura del Libertador, pero ese rasgo nada convencional se transforma en una actitud altamente enaltecedora, ya que es exhibido como un hombre con objetivos claros y poseedor de un temple de acero para aceptar el dolor ante la inevitable muerte de muchos de sus soldados. Se lo muestra sufriendo insomnio como también asediado por pesadillas en las que dialoga con la cordillera.
En suma, A través de Los Andes es una relectura creativa y valiosa de esa inmensa gesta (y aventura) concretada por San Martín.
Germán Cáceres
TALLER DE HISTORIETAS Y CARICATURAS
Comienza este martes el dictado del TALLER DE HISTORIETAS Y CARICATURAS de Chelo Candia en Casa de la Cultura de la ciudad de General Roca.
La convocatoria es para niños a partir de los 10 años, jóvenes y adultos, con conocimientos mínimos de dibujo.
Se trabajará todos los martes de 18 a 20.
En la modalidad de taller libre, los asistentes podrán conocer las técnicas básicas de elaboración y desarrollo de historietas, creación de personajes, conocimientos básicos de dibujo y técnicas de entintado. También se explorarán elementos propios del dibujo de caricaturas.
Se dará especial atención al dibujo de la figura humana en acción, rostro, gesticulación; elaboración de una escena, paisaje, fondos; puesta en escena y acción.
Se abordará el desarrollo de una estructura narrativa, guión, diseño de página y otros elementos propios del género. Además, se estudiarán procesos de trabajo de autores consagrados, en busca de herramientas para la formación de estilo.
Contacto: tel: 02941 432756 - cel: 02941 15413054
e-mail: chelocandia@hotmail.com
EL TEATRO Y LOS NIÑOS 2
VVAA
Selección y prólogo a cargo de Nora Lía Sormani. (Editorial Atuel, Buenos Aires, 2011,192 páginas)
En su esclarecedor y conceptual prólogo, Nora Lía Sormani afirma que “la función fundamental del niño espectador debe ser la de observar, mirar, contemplar los mundos poéticos, y dejarse afectar emocional, estética, lúdica e ideológicamente por ellos”. Y más adelante agrega que las seis “obras incluidas en esta antología siguen esta línea de teatro de arte, dramaturgia de calidad que propone un juego simbólico significativo desde el escenario y estimula la expectación y la autonomía imaginativa del niño”. Pero esta breve introducción va más allá del teatro para chicos, es una aguda reflexión que merece analizarse en todo el ámbito de los estudios dramáticos.
Una aventura en el ciberespacio, de Germán Cáceres, es una obra encantadora, plena de humor, en la cual cuatro amiguitos viven una singular experiencia propia de la ciencia ficción. Registra un mundo tecnológico –computadoras, celulares, juegos de rol- que, unido a la temática fantástica, captará con seguridad la atención de los niños.
Leonel Giacometto se inspiró en un cuento popular cuzqueño para componer La danza del cóndor, un bello y poético texto que expone interesantes parlamentos entre un cóndor, una mujer y un picaflor. Se respira sensibilidad y sutileza, la que indudablemente reclamará del mirar asombroso de la niñez.
En busca de la felicidad perdida, de Eleonora Lotersztein, adapta y pone en escena El pájaro azul, de Maurice Maeterlink. Es una pieza ágil, dinámica y divertida, con canciones y juegos de palabras que señalan que la felicidad reside en nuestro interior, no siendo necesario salir a buscarla fuera de nuestro entorno.
Popi, la tía mágica, de María Rosa Pfeiffer, es una comedia musical que -con suma alegría y ritmo trepidante- apela a la libertad de conducta, al abandono de la rigidez y los estereotipos. Las pegadizas letras de las canciones contagian su clima celebratorio.
Como el mismo Fabián Sevilla aclara, Nariz fugitiva es una versión más que libre del cuento “La nariz”, de Nicolai Gogol. Como resultado ofrece un texto creativo, rico en ocurrencias, y utiliza inteligentemente el espacio escénico mientras la acción se torna vertiginosa.
Con talento y audacia, Patricia Suárez pone a prueba la imaginación infantil en Reloj cucú, una obra chispeante, original, de tono y clima lunáticos. Es un lúdico planteo cuyo espíritu abreva en lo más festivo del teatro del absurdo. Muy logrados los diálogos.
Juan Carlos Licastro
juancarloslicastro@gmail.com
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