UN DEMONIO ANDA SUELTO
Estamos
en el estudio de Horacio Lalia. Hay clima: dos mesas de dibujo, una colección
de pipas, en una pared un violín, una maqueta de dos revólveres Smith &
Wesson, una biblioteca empotrada y prestigiosas reproducciones de Castagnino,
Soldi, Fader, Frazetta y el gran Leonardo. Y como presidiendo la entrevista un
póster de Nekrodamus, personaje que Lalia considera de ambientación gótica y
que ubica en el género de terror, pero sólo por:
Mandrafina, Lalia y Casalla |
-Tratarse
de un demonio que emplea la magia y la alquimia. Pero hubo un momento que se
transformó casi en un gentilhombre. A mí me interesa sugerir y no mostrar
directamente la truculencia, como hace la variante de horror al exhibir sangre,
mutilaciones y descuartizamientos.
Luego hablamos de los notables
guionistas que redactaron sus textos: Oesterheld, Trillo, Saccomanno, De los
Santos, Zappietro (Ray Collins), Gallicchio (Roger King), Slavich y sobre la
vigencia que tiene desde su creación en 1975. Y apunta:
Nekrodamus en revista Skorpio, años 90 |
-Es
el único personaje de Oesterheld que siguió saliendo hasta agosto de 1994, y
eso se debe al talento de esos escritores, pero también a la dignidad gráfica
con que lo trabajé. Si no fuese por mi dibujo, Nekrodamus no hubiera
podido resistir a tanto cambio de mano.
Lalia comenta que salvo Oesterheld,
los otros guionistas escribían algunos episodios y después lo abandonaban.
-¿Cómo
te fue con Walter Slavich?
-Tuvimos
que conversar mucho sobre Nekro, porque cuando lo tomó era demasiado joven como
para conocerlo a fondo.
Historieta con guión de Morhain, en Skorpio 9, 1975. |
-Nekrodamus
tiene ciertas similitudes con Mort
Cinder.
-No
hay nada nuevo bajo el sol. El viaje por el tiempo fue utilizado antes que en Mort
Cinder en Brick Bradforf, de Clarence Gray y William Ritt, y en Las
aventuras de Dick, de Neil O´Keeffe y Max Trell.
-Volvemos al género de terror y a la
extraordinaria acogida que recibe por parte del público, especialmente de los
chicos y jóvenes. ¿Cómo explicás este fenómeno?
-El hombre teme a lo desconocido, y a
la vez quiere saber qué hay detrás. Por eso el terror actúa como un imán. En
cuanto a los chicos se puede decir que así se enfrentan al miedo que llevan
adentro, es una forma de sacárselo de encima.
Comentamos
las excelencias de los guionistas que lo acompañaron en su carrera: A.J. Grassi en Tony Tregellis
y Johnny Cross; Rogelio Gallicchio con Cayo Bay, Río Bray
y Old Man Time; Martín García con El Desembrujador y Papi
Fútbol; Oscar Armayor con El Laberinto; Ricardo Ferrari con Mahelbatan;
Robin Wood con El juego y La noche del lobo.
En revista Súperhumor, 1982 |
-¿Cómo
se desarrolló tu relación con Robin?
-Fue
el típico vínculo en el que el guionista y dibujante no se conocen. A Robin me
lo presentaron una vez en una reunión. Con Oesterheld sólo conversé un rato en
una editorial. Ahora por suerte existe otro tipo de contacto, se charla más, se
intercambian opiniones y puntos de vista. Es el caso de Eugenio Zappietro, al
que me une una profunda amistad de casi veinte años. Con él logramos un éxito
como Narváez.
-¿Hiciste
algo más con Eugenio?
_Terminamos
El retrato oval, basado en un cuento de Poe. Invertimos el método
habitual: primero yo dibujo la historieta, y luego se la paso para que elabore
los textos.
-Recuerdo
que ya habías adaptado El Quijote y La tempestad.
-Sí,
para el suplemento infantil de La Nación. Tengo en mente adaptar de
Kafka La metamorfosis y algunos capítulos de El proceso.
Historieta con guión de Slavich, en revista Skorpio 222, 1994. |
-Veo
que en Fierro aparecieron historietas unitarias que firmás junto con
Carlos Albiac.
-Arrancamos
en 1979 con Lord Jim, que nada tiene que ver con el personaje de Conrad.
En 1989 lanzamos El Inspector Bull, de la que sólo se publicaron seis
episodios en la Argentina de un total de trece, que Columba editará en su
totalidad.
-¿Conversan
sobre este trabajo en común?
-Muchísimo.
Él tira la idea, y después la pulimos y planteamos la historia. Por último
dibujo la cara de personaje que Albiac se lleva para elaborar el guión.
Pasamos
a los dibujantes que lo marcaron. Confiesa que no imitó a ninguno, que sólo
abrevó en sus ideas gráficas. Y cita a John Cullen Murphy, a Will Eisner, a
Dino Battaglia –“que influyó en el esponjado que aplico a mis dibujos”-, a Alex
Toth –“el padre de la historieta moderna, un maestro muy reconocido en los
Estados Unidos, pero poco difundido entre nosotros”-, pero sobre todo a AlbertoBreccia, del que fue ayudante durante seis años.
Carlton, con guión de Slavich, en revista Skorpio 224, 1994. |
-Fuiste
modelo para el rostro de Mort Cinder.
-Sí.
Breccia no me marcó en lo externo: él tiene un dibujo personal, fuerte y
contagioso, que copiaron tantos dibujantes argentinos. Yo capté sus conceptos,
su manera de encarar los temas, los climas y el halo histórico que vivíamos
cuando dibujaba capítulos como “La batalla de las Termópilas”, “En la
penitenciaría” y “La torre de Babel”.
Y
surge una pregunta obligada en esta circunstancia en que la historieta está
experimentando una crisis a nivel mundial. Pero me interrumpe y no me deja
terminar.
-Eso lo vengo escuchando desde hace
más de veinte años. Que la historieta es una evasión que ya no da más, que va a
desaparecer. Sin embargo, siempre encuentra una vueltita para seguir adelante.
Como todas las cosas tiene vaivenes y oscila entre ciclos de auge y ciclos de
declinación. No hay duda de que va cambiando y enriqueciéndose. En Europa han
logrado aprovecharla en todos los campos, y se ha nutrido de recursos
cinematográficos. También es evidente que el cine ha asimilado varias
corrientes historietísticas.
-¿Qué
planes y proyectos tenés para el futuro, Horacio?
-Continuar
adaptando obras maestras de la literatura con Eugenio y con Albiac, dictando
cursos de historietas y seguir dibujando Carlton (un noble inglés del
siglo XIX), que creé junto a Slavich en 1993.
Nekrodamus, en revista Skorpio, años 90. |
De El dibujo de
aventuras, de Germán Cáceres (Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996, 200
páginas).
Otra entrevista de 2010 a Lalia, en este mismo blog, se puede leer:
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