(Doedyeditores, Buenos Aires, 2011, 64 páginas)
“El gato negro” es
–de acuerdo al excelente prólogo de Fernando Ariel García- “una de las
narraciones más emblemáticas y reconocidas de Poe”. En ella, Alberto Breccia
(1919-1993) introduce la estética de la pintura dentro de la historieta (es de
1983), que, al absorberla y hacerla suya, se enriquece artísticamente. Cada
viñeta es un primor visual: partiendo de las ensoñaciones de Poe, el dibujante
elige la representación bidimensional para desarrollar su propia pesadilla, que
ya había preanunciado en Mort Cinder (1962). Apenas emplea globos, sólo
textos en primera persona que señalan el alma atormentada del protagonista. Los
interiores se muestran sombríos y cargados de horror, angustia y desesperación,
mientras en los exteriores, pese a su deformación tortuosa, Breccia plasma
hermosas imágenes de paisaje urbanos. Por su parte, los colores esfumados y
borrosos desarrollan una ambientación onírica, casi fantasmal.
García sostiene que en “El extraño caso del Sr.
Valdemar”, el escritor estadounidense se apoyó en los “postulados sostenidos
por el físico alemán Franz Mesmer”. Es tan apagado el colorido que parece que
los dibujos van a evaporarse y desaparecer, como la vida del Sr. Valdemar. De
este modo la historieta (de 1992) se sumerge en un terror existencial que
deviene muerte: la cara con rasgos cadavéricos de Valdemar resulta
escalofriante. Las viñetas están pintadas con una concepción no figurativa, a la que se le adosaron dibujos: puede
parecer el storyboard de un filme expresionista alemán.
Las técnicas mixtas de acuarela, acrílico y tinta
china que se aplicaron en los cuentos anteriores, se intensifican al máximo en
“William Wilson” (1979; la adaptación es de Guillermo Saccomanno). La acción se
traslada a Mataderos y ocurre durante el carnaval. La distorsión de ese barrio
y de los personajes es acentuada: la figuración se vuelve macabra y obsesiva y
va adquiriendo ribetes alucinantes. William Wilson exclama “...desciendo hacia
el vicio y la degradación...hacia el abismo de la destrucción. Hacia el fondo
del mal”.
“La máscara de la Muerte Roja ” (1983) se
destaca por el constante uso de texturas y veladuras que desembocan en una
fragmentación de formas.
El color deja paso al blanco y negro en “El corazón
delator” (1975), en el cual sólo aparecen textos en primera persona. El artista
considera a esta historieta como “una de mis adaptaciones más logradas (...)
Acabé eligiendo una solución cinematográfica, o sea un ritmo narrativo propio
del cine”. Tal vez Breccia haya visto esa joya de la animación que en 1953
realizó sobre el cuento el estudio UPA,
famoso por sus cortos de Mr. Magoo.
Este libro de Alberto Breccia es una indiscutible
obra de arte, una de las cumbres más altas del género.
Germán
Cáceres
1 comentario:
"Unas de las cumbres más altas del género". Absolutamente de acuerdo. Como lo es "¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah!". Gran abrazo, Germán.
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