lunes, 27 de diciembre de 2010

Animate 10

Por Oenlao
La ciudad al mediodía parecía casi desierta producto del calor y del fin de semana largo. Pero el predio estallaba de gente y ruido.




El predio es el mismo que brilla en la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires pero ahora es oscuro y escueto. El viernes, con mucho calor, se llenó de gente (aunque algunos no quieran otorgarles esa categoría). En su mayoría, eran chicos menores de 20 años que iban apiñándose en las cercanías del escenario ubicado al fondo a la derecha. Cosplay. De ahí provenían música y alaridos casi ininterrumpidamente; daba la sensación de que este evento, que los convoca, lo sentían propio.



Las charlas de importantes autores, como Oswal o Eduardo Barreto, sufrían estos ruidos. Además había unas muy lindas muestras de juguetes, ilustraciones y revistas antiguas, del Eternauta y Superhéroes americanos. Y un fabuloso Predator tamaño Schwarzenegger. Entre famosos dibujantes de la muestra de DC encontré una ilustración de Agustín Riccardi.
En el ingreso principal aparecían los stand de Deux e Ivrea; a la vuelta, los napoleones de Meriggi (y sus simpáticas promotoras); Ovni Press, La Cosa, Komikku y La Revistería. Otras puertas abiertas de par en par daban aire al salón. En el pasillo del medio podían verse esas esculturas increíbles y muñecos de personajes del comic.
Una de las atracciones que no me preocupé por ver ni escuchar era la voz de Pedro Picapiedra.





En el stand de Deux estaba el amigo Ariel Avilez así que ese fue uno de mis puntos estratégicos. Un avezado observador me señaló que del stand de Komikku, Accorsi salía cada tanto casi cronológicamente a mirar hacia ambos lados y volver a entrar; recordé el comportamiento de las suricatas: seguramente Accorsi esperaba algo que nosotros no sabíamos. Ya se sabe que él siempre tiene información extra.
Uno de los lugares donde siempre había movimiento era el de UFA (Unión Fantásticos Argentinos) donde bizarros superhéroes interactuaban con las promotoras de Napoleones Sin Batallas.




Un poco aislado pero nunca resignado, estaba el stand de la revista Comic.ar, donde su director estaba al pie del cañón. Era difícil encontrar ese stand sin buscar un rato, pero tenía una gran puerta que proveía de precioso aire fresco. Mikilos, Eternautas y la revista propiamente dicha ahí estaban; y una caja para donar comics a un comedor solidario.
Me crucé con Batman en el saturado baño, que era el lugar donde todos se cambiaban a falta de cabinas telefónicas
.




Superhéroes y personajes asiáticos (mayoritarios) pululaban por todos lados. Muchos disfraces eran de elaborada confección; algunas de las chicas se destacaban. Incluso Don Ramón, la Chilindrina y zombies varios pudieron verse esas tardes.
Mis revistas (Kahr y Demasiados Encapotados) estaban en dos stands, gracias a Ramiro de Jex comics y a Pablo Muñoz.
Esta vez los fanzines tenían una muy buena ubicación al paso. Ahí estaban como columnas dóricas del under Kokin Kokambar, Ameku, Max King (disfrazado), la gente de Lulelelele y algunos más.




Me perdí entre otras cosas a Salvador Sanz dando clases de esgrima con un lápiz óptico y a Claudio Díaz desde su terra incógnita.



Fue, en definitiva, un muy interesante suceso, tal vez no para puristas de la historieta, algunos dirían que se trató de un evento con un perfil más comercial. Yo creo que toda reunión de comiqueros suma. Y más una en la que mi publicación “Kahr y su periplo insondable” (quedan pocos números) cumple un año de su primera exposición pública.

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