(Editorial
Universitaria de la Patagonia, Comodoro Rivadavia, 2017, 92 páginas)
Instructivo y
emotivo el prólogo del Doctor Alberto Ayape, Rector de la Universidad Nacional
de la Patagonia San Juan Bosco.
Alejandro Aguado
(guión y dibujo), en una suerte de advertencia a esta segunda edición, informa
que la gráfica se orienta al realismo para reflejar la ambientación del período
en que Mosconi (1877-1940) tejió su histórica epopeya. Y en la introducción comenta:
“La historieta, al combinar textos e imágenes, presenta la ventaja de resultar
más atractiva que un texto extenso. Por eso también se la conoce como “el cine barato”`.
Debe destacarse
la intensa investigación realizada por el autor acerca de la carrera militar de
Mosconi y sus programas industriales en
su carácter de ingeniero civil, así como de su férreo pensamiento nacionalista.
Para ello diagrama una imaginativa página en cuadritos que se despliegan en
abanico.
También subraya
las conversaciones que mantuvo con el pionero de la aviación Jorge Newbery,
cuyas opiniones tanto influyeron en su ideología (“Estoy convencido de que se debe
desarrollar una industria nacional. A la vez, desde el Estado, se debe cuidar
que en el país no se formen monopolios de empresas privadas extranjeras.”) Y,
más adelante, un globo de diálogo de Mosconi afirma: “Estoy convencido que no
habrá emancipación económica de Argentina sin la de América Latina.”
Aguado impregnó
a sus dibujos de un toque de humor gráfico y mezcló en las viñetas personajes
famosos de esta vertiente, como el Coronel Cañones, Don Fulgencio, Lupin,
Fallutelli, Don Nicola, Agapito, Maneco, Sarrasqueta, Carbajo y Evaristo (este
último es de historieta). Más allá de la versación y calidad visual del libro,
su lectura resulta sumamente agradable.
Una viñeta
página da cuenta de sus proyectos innovadores respecto a la aviación y otras
dos explican las transformaciones económicas que trajo aparejada la explotación
de petróleo en la Argentina. Además, se mencionan las distintas comisiones directivas,
hasta que, en 1922, al crearse YPF, se lo nombró Director General.
Aguado utilizó
su arsenal de recursos gráficos para ensalzar la figura relevante de Enrique
Mosconi. Así, es excelente la recreación de época, especialmente los
automóviles que en cierta forma decoran los cuadritos. Son muy eficaces los
negros plenos y notables las representaciones de las edificaciones, de las
destilerías (en especial las de La Plata y de Comodoro Rivadavia), de las
torres de perforación y de la red de surtidores de aquel momento.
Lograda por su
dramatismo es la sucesión de viñetas –en su mayor parte mudas– que dan cuenta del
golpe de estado del 6/9/1930, que llevó al poder a José Félix Uriburu.
Al final se
acompaña una bibliografía sobre Mosconi y la temática petrolera, a la que en el
futuro deberá agregarse este valiosísimo aporte de Alejandro Aguado.
Germán Cáceres
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