Siulnas, comenzó su labor como dibujante
en 1947 y desde entonces ha desarrollado una enorme obra en medios gráficos
claves de Argentina. A la par, ha desarrollado una muy importante labor de
editor y autor de valiosísimo libros que rescatan a autores y personajes de la
historieta y el humor gráfico nacional. Siulnas conoce el ambiente desde
adentro, por ser protagonista del mismo, algo que le brinda una enorme riqueza
a su labor de rescate. En la actualidad se encuentra abocado a la realización
del libro “Diccionario enciclopédico ilustrado del
Humor Gráfico y Escrito en la
Argentina”.
Edad, lugar de nacimiento, de residencia
Nací en la Capital Federal,
el 7 de setiembre de 1932, trasladándome en 1956 a la localidad
bonaerense de Morón.
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Siulnas |
Desde cuándo el gusto por el dibujo, el humor y las historietas?
Decía mi
madre que hice mi primer dibujo a los 2 años de edad; al parecer era una pava
de cuyo pico salía una línea, que expliqué entonces, era el vapor.
Me formé mirando, antes que leyendo (aún no sabía hacerlo) los
personajes de Walt Disney y los de Dante Quinterno (mis preferidos de
entonces); los primeros, a través del suplemento de historietas de los
miércoles, del diario “Crítica”, los segundos, desde el primer número
(noviembre 1936) de la revista “Patoruzú”.
Ya a los once años, realicé a puro plumín (inclusive los textos
en letra de imprenta), y pinceladas de color con acuarela, una revista mensual
de ejemplar único por edición, con ediciones especiales de más páginas a Fin de
Año, que mantuve durante tres años, haciendo circular el ejemplar de cada mes
durante treinta días entre familiares y amigos. Aún faltaba mucho para que
surgieran las fotocopiadoras, y los mimeógrafos y su técnica no estaban a mi
alcance. Conservo todos los ejemplares menos uno que un día llevé a la escuela
primaria donde cursaba, y un compañero no individualizado se llevó como
recuerdo.
¿Cuándo y dónde comenzó a publicar?
Como muchos
de mis colegas, publiqué mi primer dibujo en las páginas reservadas a los
lectores; en mi caso, en la revista “Ra-Ta-Plan”. Como profesional –aunque de
entrada, sin cobrar- en la revista “Cascabel”, la primera y la única que acogió
de buen grado mi estilo de dibujo “modernísimo” para esa época, que después no
tuvo cabida en otras revistas aunque sí elogiosos comentarios en la sección de
Arte de los diarios, ante cada nueva exposición mía. Un crítico definió a mis
dibujos como “geometría humanizada o humanidad geometrizada”; además me basaba
en la composición de cada uno de ellos, en el principio del construtivismo. En
la última parte de mi libro “Todo en rayas” (1985) rescato parte de esos
dibujos que sólo pudieron ser apreciados en exposiciones, pues la necesidad de
publicar, me alejó de esa modalidad, 5 años antes de que apareciera “Tía
Vicenta”, la primera en dar cabida a estilos muy modernos, cuando yo ya me
había resignado a ser un dibujante de corte tradicional.
Desde 1947 en adelante colaboró con publicaciones claves del
país, ya sean de humor como de interés general. ¿Qué nos podría contar acerca
de tan rica experiencia profesional?
Prescindiendo
de la geometría y del constructivismo, me mantuve en lo demás, en una línea
moderna, sin poder hacerlo en todos los casos; por ello en un comienzo se
alternaron en mis colaboraciones, las firmadas por Vázquez Lucio (las más
tradicionales) y las más modernas (firmadas por Siulnas). Tal vez esa
ductilidad obligada ha sido la que me posibilitó después hacer algunos trabajos
especiales como los que me fueron encomendados en la revista “Tía Vicenta”,
cuando entre 1961 y 1962, se propusieron “disfrazarse” de otras revistas:
parodié entonces el estilo de varios de mis colegas: Kalí (Raúl Alonso) en mi
versión de la tapa de “Claudia”; Lino Palacio, en la de la tapa de “Billiken”;
A. Fedini, en la de la tapa de “Enciclopedia Estudiantil”: todos los
historietistas de la contratapa de “La
Razón” según mi versión, etc. También en algunos casos,
parodié el estilo redaccional, como en “Selecciones del Readers Digest”.
La primera
propuesta que llevé a “Tía Vicenta” a partir de su Nº 3, fue la adaptación de
los juegos de mesa a la sátira política, pero hubo muchas propuestas acordes
con la amplitud de temas que posibilitaba la revista de Landrú.
Anteriormente,
entre mis primeros trabajos debo mencionar las caricaturas deportivas que hacía
en la revista “La Cancha”
y la sección fija “Y viven su vida”, en el diario “Crítica”.
En cuanto a
personajes de historieta, el primero fue Cristalino, en el diario “El
Laborista”; le siguió Magolín, en la revista “Tío Vivo”, y Videojito, en la
revista “Canal TV”. Otro personaje que tuvo mucho éxito, aunque ya en una
revista empresarial, fue Siulnas maneja, con dos protagonistas: el autor de la
historieta y su vehículo humanizado: un Citroën 2CV, en la revista “Mundo
Citroën”. En el “Rico
Tipo”, de Divito (1959) abordé preferentemente el humor escrito, dejando las
páginas de humor sin palabras, para la revista “Dr. Merengue”..
Realicé tapas
y adaptaciones en historieta semicómica de grandes novelas, en “Mundo
Infantil”; humor gráfico automovilístico en “Parabrisas”, e ilustraciones
modernas con reminiscencias de la etapa del humor geométrico y constructivista
(pero menos humorístico) en la revista “El Hogar”.
Colaboré con
bastante libertad temática en la revista “La Hipotenusa”, y llegué a
hacerlo en los tres primeros números de “Satiricón”, cuando la propuesta
temática no era aún tan “agresiva” (esto corre por mi cuenta, en relación al
estilo de humor que siempre cultivé)
También hubo
otras publicaciones, hasta que llegué a la revista propia: “Humorón”, que
empecé como algo eminentemente localista del lugar donde habito, y se fue
extendiendo, primero a la
Capital Federal, después al interior del país, y finalmente a
los vecinos países de Uruguay y Paraguay. Allí se popularizó especialmente, mi
personaje El super Don José, cuyo protagonista era el dueño de una librería
comercial que de paso, se publicitaba subliminalmente.
Sin contar
con una estructura editorial, competía en pie de igualdad, con las editoriales
en los quioscos, pero sobrevino el “rodrigazo”, frenando por razones
económicas, mi expansión –lo liquidado por los distribuidores, de lo recaudado
por la venta del número anterior, debía invertirlo íntegramente en el pago
(constantemente incrementado) del número a retirar de la imprenta. A partir de
ahí, la situación no mejoró, sino que se repitió: yo siempre digo: después del
“rodrigazo”, vino el “mondellinazo”, después el “cafierazo”, y por último el
“martínezdehozaso”, así que en enero de 1978, decidí discontinuar la
publicación, sintiendo que moría el humorista editor.
Desde hace muchos años que una parte de su actividad la dedica
al rescate histórico de autores y obra de colegas, como el que realizó en los
años 70 con la revista Humorón. Ese trabajo luego fue compilado en libros, ¿es
asi? Cómo fue la experiencia?
La “muerte”
del humorista editor, trajo consigo el nacimiento del humorista historiador.
Hoy a la distancia, descubro que es lo mejor que podía haberme pasado a mí y a
la profesión. En aquel momento comencé a escribir un libro, más como catarsis
que con propósitos literarios; lo titulé “Mis memorias, antes que me olvide”;
los originales de texto tipiados, junto con todas las ilustraciones escaneadas,
esperaron en vano un editor y permanecen inéditos. Pero gracias a ese libro
inédito, hoy soy historiador del humor.
Porque “Mis
memorias antes que me olvide” me posibilitó llegar a la conclusión de que lo
importante de ese libro, no era yo, sino toda la gente que había conocido a lo
largo de mi carrera profesional. Y empezaron las notas rememorando a algunos de
mis colegas, que se fueron publicando en “Todo es Historia”, “Pájaro de Fuego”
y otros medios… impulsándome la aceptación de este tipo de notas, a investigar
todo lo que desconocía del humor en la Argentina, más allá de mi entorno. Así pude
llegar a la “Historia del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina” en dos tomos
(1801-1939 y 1940-1985) publicados por Eudeba entre 1985 y 1987.
En una de las
presentaciones de entonces, prometí que mi siguiente aporte sería un
“Diccionario enciclopédico ilustrado del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina” –lo que estoy
llevando adelante ahora a todo ritmo-; claro que no esperaba tardar tanto
tiempo en cumplir aquella promesa (hoy siento un poco de vergüenza viendo la
fecha de algunas respuestas a mi primera convocatoria con ese fin), pero una
cosa es investigar becado, como les ocurre a investigadores de algunos otros
países, y otra, investigar robando todo el tiempo posible a otras tareas
profesionales que tiene que hacer un jubilado para poder incrementar
mínimamente sus ingresos.
¿Por qué el interés en rescatar obras del pasado y presente, y a
sus autores?
Son muchas
las causas: en la inauguración de la sede propia del Museo de la Caricatura Severo
Vaccaro en diciembre de 1981, Lino Palacio dijo: “Hacer sonreir es una obra de
amor, y creo que nosotros al hacer lo que hacemos, estamos dando a la gente que
nos rodea, unos momentos de sosiego, de paz, de tranquilidad…”. ´Durante la
segunda guerra mundial, antes de interiorizarse de las cruentas noticias de lo
que pasaba en Europa, los lectores de “La Razón” iban a su contratapa a leer las
historietas…
¿Quién ha
prescindido de la lectura de historietas cómicas en la infancia? ¿Quién, un
poco más adulto, no ha reído leyendo “Patoruzú”, “Rico Tipo”, “Tía Vicenta”, o
tantas otras revistas de humor? ¿Quién ha soslayado las historietas publicadas
en los diarios?
¿Los de mi
generación, hubiéramos llegado a ser humoristas sin el aporte de los que nos
precedieron? ¿Hubieran llegado ellos sin ese mismo aporte anterior?
Pero no sólo
es cuestión de hacer reír: las caricaturas de la época de “El Mosquito”, “Don
Quijote”, “Caras y Caretas”, y muchas otras publicaciones de menor duración o
trascendencia, indirectamente nos hacen un llamado de atención para que veamos
que nuestra Historia no es tan literal como nos la enseñaron en la Escuela en base a
versiones interesadas en demostrar que todo lo bueno estaba del lado de quienes
la escribieron, y todo lo malo, del otro lado.
Sin duda, los
humoristas de todos los tiempos merecen un reconocimiento. Yo sólo espero no
incurrir en ninguna omisión involuntaria por no haber detectado un nombre, una
publicación, o no haber contado con quien me lo pudiera señalar (el autor, ya
retirado de la actividad; un familiar, amigo o colega si ese autor ya no
existe; descendientes –hijos, sobrinos, nietos, biznietos- de autores
desaparecidos mucho tiempo atrás). Por ello estoy permanentemente atento a lo
que pueda llegar a mis correos electrónicos siulnas2004@yahoo.com.ar y vazluc@hotmail.com
¿Qué recepción ha tenido de sus libros?
La recepción
ha sido inmejorable, y hasta el día de hoy se me consulta cómo y dónde
conseguirlos. Lamentablemente, la respuesta de quienes sucedieron a Gregorich
en la dirección de Eudeba, dejó mucho que desear, y la obra no se reeditó.
Gregorich había apreciado desde un comienzo la trascendencia de mi obra, y así
lo había hecho saber a quienes trabajaban cerca de él; el día que fui a la imprenta
que trabajaba para Eudeba, a revisar pruebas de páginas, el Jefe de Taller se
apersonó para saludarme y felicitarme; lo miré con cierta sorpresa, y me aclaró
que Gregorich le había comentado que mi libro era la obra más importante que
encaraba Eudeba, con el retorno de la democracia.
En la actualidad está realizando un “Diccionario Enciclopédico del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina”. ¿En qué
etapa se encuentra el libro, estima cuántas páginas tendrá?
Es difícil calcular páginas cuando, si bien tengo ya registrados a casi
todos -(utilizaré el “casi” hasta el día antes de enviar la obra a la imprenta,
aunque aspirando a que sea “todos”)-, los autores (dibujantes y redactores);
personajes y secciones fijas, y publicaciones humorísticas (a las de papel,
ahora se suman los blogs) e instituciones ligadas a la actividad, la mayor o
menor obtención de datos complementarios en cada caso, puede originar
variantes.
Como prueba piloto tengo ya completada y
diagramada en su totalidad, la letra A, y la misma abarca 72 páginas. Tampoco
puedo tomar esto como base para multiplicar por la totalidad de las letras del
alfabeto, pues no en todas hay la misma cantidad de vocablos.
¿A las nuevas generaciones les interesa conocer el pasado de nuestra
historieta y humor gráfico?
Creo que ese
aspecto negativo se dio en alguna generación anterior; por el contrario, en los
últimos tiempos he visto resurgir en los más jóvenes, aquel interés y
entusiasmo que caracterizaba a los de mi generación en los encuentros con los
veteranos de entonces.
Quienes en
los últimos años se esforzaron por dar al Museo de la Caricatura Severo
Vaccaro, todo el protagonismo por el que yo luché como Asesor y Coordinador
general (un diario a nivel nacional me había señalado entonces como director,
lo cual, aprovecho a aclarar ahora, era inexacto), entre 1981 y 1983, fueron
todos gente joven.
¿Cómo
ve el panorama actual de la historieta y el humor en el país?
Estamos en un período de
transición en lo que se refiere a los medios para manifestarse; Internet
representa sin duda una gran revolución tecnológica, pero los blogs no han
marcado el certificado de defunción de las revistas impresas en papel. Es
cierto que hoy son impensables revistas como “Rico Tipo” y “Patoruzú” –“Tía
Vicenta” ya no había podido llegar a tanto- con tirajes semanales de
250.000 hasta 300.000 ejemplares; pero muchas propuestas en blogs y páginas
web, tienen su complemento en papel, por lo que las revistas siguen vigentes.