En La clase
magistral, un profesor de dibujo explica a su alumno que los más grandes
historietistas fueron Milton Caniff (“De él aprendí el juego de los blancos y
negros”); Hugo Pratt (“Primo de tutto el inquiostro di quina”, “Después el
pincel”... “¡Mancha con frescura y espontaneidad!”); Frank Robbins (“Fue una
época en que todos los personajes parecían parientes. La misma boquita, las
mismas arrugas en la ropa”). Luego comenta: “Todos usábamos litros de tinta
china. Algunos decían que Alberto Breccia la compraba en damajuanas y la
repartía entre sus hijos y discípulos”/ “Este estilo a la manera negra de Goya
tendría su culminación en José Muñoz”. Crist resume así su ideario estético.
Pluma y pincel rinde homenaje a Cannif, Robbins y Pratt al desarrollar
una secuencia de dos soldados en acción, en la que se intercalan cuadritos
dibujados con el estilo de esos tres maestros. Y en El otro apela al
mismo procedimiento que utilizaron Muñoz y Sampayo en Alack Sinner
(1974): hay un plano medio del protagonista donde unas flechas señalan que
tiene rostro ojeroso y el cabello revuelto. Además, bosqueja solamente la
puerta de una habitación, y señala, con dicho recurso (también lo usó Chester
Gould en Dick Tracy ;1931), que las paredes son blancas, el piso de
madera y “aquí se podría dibujar un sillón pero es mucho laburo”. En cierta
forma esta historieta se autoreferencia y muestra un personaje solitario que en
el transcurso de un monólogo interior se pregunta: “¿Será que en realidad estoy
viviendo una vida que no me pertenece?”
Página de "Pluma y pincel" |
El grafismo de Crist es muy original y exhibe
trabajos desprolijos en apariencia ya que desembocan en primorosas viñetas. Es
una puesta al día del clasicismo de Caniff a través de oposiciones entre
blancos salpicados de puntitos, múltiples rayas y fuertes aplicaciones en negro
como puede verse en el poético relato Seis Marías (que está
precedido de un breve prólogo, Lago), en el cual dos pasajeros de un
ómnibus que va de Córdoba a Santiago del Estero mezclan sus sueños mientras
duermen.
Página de "Seis Marías" |
También en Un cuento, el dibujante se luce con las manchas de
tinta mientras un personaje sentado a una mesa de un café intenta rescribir al
revés un cuento de Borges. Siempre su línea es ágil, creativa y suelta, como lo
demuestra en Pedro Navaja, el célebre tema de Rubén Blades. Aquí su
libertad expresiva se canaliza ilustrando un par de zapatos, un revólver casi
fotográfico y una mano que empuña un cuchillo. Precisamente una historieta se
llama Las manos de Cristóbal Reinoso (su verdadero nombre), y éstas –muy
sombreadas- conversan con el lector y le confiesan que se han independizado del
cuerpo.
En Love Story, su trazo elige la síntesis,
como si fuera un boceto, y una sorpresa final hace fracasar un romance fugaz
que prometía ser maravilloso. Fotos de bebes, de un pocillo de café, de una
silla hamaca y de un perro aparecen en Sigmund Marlowe, detective del
inconsciente. La gayola (adaptación de Norberto Buscaglia sobre el tema
de Tuegols y Taggini) expone una línea preciosista que acompaña a los apuntes
sobre la letra del tango que cuenta la vida melodramática de Eusebio Garmendia.
Crist se interna en el humor lunático, donde impera
el absurdo y el disparate, como se aprecia en las historietas del libro y sobre
todo en Guns and ammo, en la que William es un alienado al que “le
gustaba ir al supermercado” porque “había descubierto una nueva poesía del
consumo”, hasta que termina cometiendo una masacre con una ametralladora. En su
obra se atisba cierta zozobra, un malestar espiritual que atormenta a los personajes
-como surge en Algo personal (adaptación del tema de Joan Manuel
Serrat)-, y caricaturas ornamentadas en cuadritos bien compuestos. Esta
sensación de angustia no impide que Hermano proponga un caso
desopilante: dos astronautas, uno ruso y otro norteamericano, acoplan sus naves
en el espacio exterior, y después de charlar sobre tango, llegan a la
conclusión de que sus respectivos abuelos se criaron en la Argentina.
Página de "Guns and ammo" |
Las historietas de Crist presentan en cuerpo y alma a uno de los
mejores representantes del humorismo gráfico argentino. Es un libro que
enriquecerá el catálogo de cualquier biblioteca.
Germán Cáceres
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