A LA CONQUISTA DE LA AVENTURA
Según Alberto Breccia “está
injustamente olvidado y (...) fue aquí el inventor de la profesión de
guionista”. Como el mismo Wadel declara, hizo su debut en 1936 con Kharu, el
hombre misterioso. Más tarde vinieron A la conquista de Jastinapur, Paul
de Bernis, Vito Nervio, Turbion, Duval y Gordon.
Tadujo libros de la serie Sexton
Blake y -para la revista Patoruzito-
Flash Gordon, Rip Kirby, Capitán Marvel, Cisco Kid.
Adaptó numerosas obras de la
literatura universal, entre ellas El Libro de la Selva , con dibujos de
José Luis Salinas.
Fue director de las revistas Rojinegro,
Fabián Leyes y El Huinca, estas dos últimas con historietas de
temas nacionales.
Germán Cáceres: No puedo
dejar de emocionarme al recordar A la conquista de Jastinapur, una de
las historietas que más me atrapó cuando era chico.
Leonardo Wadel: Jastinapur
deriva del sánscrito y es el nombre de una ciudad. Me inspiré en las famosas
epopeyas hindúes el Mahabharata y el Ramayana. Ésta relata “Las
hazañas de Rama”, que lucha contra una especie de demonio para liberar a su
esposa. Rama protagoniza prodigiosas aventuras, en una de las cuales lo ayuda
un ejército de monos. El Mahabharata –que significa “Relato de la gran
guerra de los Bharata”·- es extensísima: si uno deseara leerla tardaría una
vida, pues tiene unos cien mil dísticos. Narra las guerras que libran por el
trono de Hastinapura dos familias descendiente de Bharata: los pandavas y los
kauravas. De estas dos obras extraje las fabulosas acciones que ocurren en la
historieta. El episodio en que los héroes se juegan un reino a los dados esta
tomado del tramo del Mahabharata en que un personaje pierde así su
fortuna y sus dominios, y es condenado al exilio. Me pareció un buen recurso
para que los héroes corriesen aventuras por el mundo. Al cabo de tres años los
hice regresar.
En revista Patoruzito, 1946 |
G.C.: ¿Cómo se llamaban los
héroes?
L.W.: Asoka era el más joven
y ágil y Kairaba el más fornido. En los relatos de aventuras esta combinación
ha repercutido favorablemente entre los lectores. Un alto empleado de una
importante editorial de historietas me confesó que la mayor parte de la
producción se basaba en A la conquista de Jastinapur. Además, hay que
reconocer que el dibujo de Emilio Cortinas fue extraordinario. Era un
miniaturista que trabajaba con amor.
G.C.: Usted se nutrió del Ramayana
y del Mahabharata en cuanto al asunto, pero ¿qué modelo utilizó para la
estructura de la historieta?
L.W.: Yo me había adaptado
al público. Procuré darle vigor y fuerza a los textos y los novelicé.
En revista Chaupinela, 1974 |
G.C.: Claro, porque era una
historieta sin globos.
L.W.: Respecto al estilo de
escritura no recibí ninguna influencia. Todo fue mío.
G.C.: Usted además se ocupó
del folletín cuando dirigió la mítica revista Rojinegro.
L.W.: Y traduje unos cien
episodios de Sexton Blake, de la editorial Tor. Incluso escribí algunos
a su pedido porque al iniciarse la Segunda Guerra Mundial dejaron de enviarlos.
En revista El Huinca, década del 70. |
G.C.: También me marcó de
pibe su famosa Vito Nervio, con dibujos de Alberto Breccia.
L.W.: Fue una sensación
entre los lectores. Salió durante quince años, más o menos desde 1946 hasta
1960. Se habló de llevarla al cine y a la radio. Pero estos proyectos no se
concretaron.
G.C.: ¿Se documentó para
guionar Vito Nervio?
L.W.: Siempre me documenté a
fondo; por ejemplo, un episodio de Vito Nervio lo extraje de la revista Worldwide,
que abundaba en detalles sobre un ferrocarril real que cruzaba la selva de
Siam, y era atacado por elefantes salvajes, tigres y panteras. Esta aventura de
enorme éxito reflejó mi punto de vista como guionista: “utile e dolce”,
como decían los antiguos romanos. En lo posible traté de que mis trabajos
fuesen provechosos y agradables a la vez. O sea, no quería escribir aventuritas
banales; en Jastinapur el lector aprendió mucho de la India , así como conoció
cosas de Siam en esta peripecia de Vito Nervio.
En revista `Patoruzito, 1959. |
G.C.: Una historieta que
gustó mucho fue Duval y Gordon, con gráfica de Enrique Vieytes.
L.W.: La escribí para la
revista Pimpinela de Editorial Codex, y con una orientación
completamente popular.
G.C.: ¿Qué otra historieta
desea mencionar?
L.W.: Una de las cosas que
me brindó mayores satisfacciones fue la dirección de las revistas Fabián
Leyes y El Huinca, con historietas que relataron la campaña del desierto.
Allí escribí innumerables guiones, y hubo trabajos magníficos, como los dibujos
de Enrique Rapela. La conquista del desierto tuvo la misma grandeza y
monumentalidad del Far-West. Tribus enteras fueron asesinadas y se cometieron
cualquier clase de horrores, pero al margen de tanta monstruosidad e injusticia
abundaron actos heroicos que pienso volcar en un libro que llamaría Cuentos
del Sur o Cuentos de fortines.
En revista Patoruzito, 1961. |
G.C.: ¿Recuerda algún
suceso?
L.W.: Sí, el de un fortín de
la provincia de Buenos Aires, que, al quedar sin soldados, fue defendido por un
grupo compuesto de inválidos, enfermos y prostitutas.
G.C.: ¿Nunca abordó el
cuento o la novela?
L.W.: Mi único libro fue En
el umbral del gran enigma, sobre cuestiones vinculadas con el esoterismo, una
de mis chifladuras.
En revista Pàtoruzito, 1959. |
G.C.: ¿Qué piensa de la
historieta como arte, usted que la vivió tan de cerca?
L.W.: Creo que últimamente a
los historietistas se les han subido los humos a la cabeza. A toda costa
pretenden considerar la historieta un arte. No sé si lo es. Puede serlo por el
dibujo o por el guión. Para mí se trata de un simple entretenimiento.
De El dibujo de aventuras,
de Germán Cáceres (Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996, 200 páginas).
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